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Capítulo 19.


-Disculpa, llego tarde. – Niall entró corriendo en mi despacho y su piel blanca tenía en ella los mofletes totalmente colorados. Detrás de todo ese frío helador que envolvía la ciudad de Londres, a la gente que corría, el calor les acompañaba.
-No te preocupes. Yo no hace mucho que he llegado. – Le dije dejándole respirar, estaba realmente asfixiado.
-Hoy necesito que vengas conmigo, necesito encuadrar unas fotos en una página de periódico y no sé cómo… Te recompensaré si lo haces. – Me dijo. Parecía que solo le faltaba arrollidarse para pedirme ese gran favor, que yo haría encantada.
-Claro, yo te ayudo. – Le dije con una sonrisa. 

Niall me sonrió y acto seguido me llevó a su despacho que estaba en la otra punta del pasillo. Desde él se veían todas las vistas de Londres, pues el piso donde estábamos estaba muy alto.

-Espero que no te sientas presionada. Sé que tú tienes talento para esto y para más y me parece que sería una buena idea que tú me ayudases a hacer esto. Como ya te dije, te recompensaré. – Dijo sentándose en su silla del despacho y mirando a la pantalla del ordenador, en busca de la página que yo debería de modificar.
-No, no te preocupes de verdad. Es mi trabajo al fin y al cabo.

Niall me sonrió y me explicó de que se trataba yo le miraba atenta mientras comprendía perfectamente lo que debía hacer. Y así lo hice. Le ayudé  y no es por presumir, pero hice el trabajo realmente bien. Niall quedó satisfecho y yo aún más. Me dio unas fotocopias de la hoja del periódico, pues dijo que era el mejor trabajo que había visto hacer en toda su vida, que quería que los recordase.


Acababa mi jornada de trabajo y ya volvía a casa. De nuevo esquivaba a toda esa gente que salía de trabajar a la misma hora que yo, a las 4 de la tarde. Me monté en el tren y agotada resbalé mi cuerpo hasta que aterrizó en el asiento. Entrecerraba los ojos del cansancio, era demasiado estrés para lo acostumbrada que estaba a no hacer nada. Pero algo me hizo incorporarme y abrir los ojos como platos. Un chico de unos 180 centímetros estaba dado la vuelta a unos 5 metros de mí. Con una chaqueta de cuero y con el pelo rizado. Con un  cuerpo perfecto. Algo me llamó y levanté todo mi cuerpo dirigiéndome hacia ese chico. Algo me decía que era él, que era Harry. Iba directa a tocarle la espalda, pero justo alguien se me interpuso en mi camino.

-Disculpe señorita, ¿sabe cuánto se tarda más o menos en llegar a esta estación? – Dijo señalando a una línea de tren que yo desconocía por completo. - No soy de aquí y estoy totalmente perdida. – Una mujer de unos cincuenta años me estaba sujetando del hombro, como si pensase que me iba a escapar. La escuchaba mientras seguía mirando esa espalda de aquel chico.
-Lo siento señora pero no puedo ayudarla. Tampoco conozco Londres mucho… - Dije casi cayéndome. El tren acababa de parar en una parada y ese mogollón de gente empezaba a salir. Miraba la espalda de ese chico. Parecía dirigirse a la salida, parecía bajarse en esa estación.
-Pero, ¿no sabrás más o menos decirme, querida? De verdad lo necesito. – La mujer seguía en sus trece. Yo permanecía mirando a ese chico, pero entre la multitud que salía por esa puerta, desaparecía. Le había perdido.
-Disculpe señora, pero me tengo que ir. – Agarré mi bolso apretando el taco de hojas que me había dado Niall antes de salir del trabajo y salí corriendo. Por los pelos, pues las puertas del tren se estaban cerrando ya.

Bajé de aquel vagón y miraba en todas direcciones. Había muchísima gente. Demasiada diría yo. Mi mirada iba de un lado para otro sin parar de buscarle, pero parecía no servir de nada. Estaba perdido. El tren arrancaba y una ventisca que había creado ese ferrocarril, había volado mis hojas. Iba detrás de ella tratando de no perderlas cuando me choqué con alguien. Una chica de unos quince años.

-Disculpa. Lo siento. – Me disculpé. Por alguna razón, mi mirada de nuevo encontró ese físico tan semejante al de Harry.
-¿Oye? – La chica me estaba hablando. Yo no la estaba escuchando, mi atención se la llevaba ese chico.
-Dime, corre. Llevo prisa.
-Que si estas hojas son tuyas.  – Dijo enseñándome las hojas del periódico.
-Oh, sí. Muchas gracias. De verdad. – Dije.

Eché a correr lo más deprisa que pude para poder tocar a ese chico. Mi imaginación ya se estaba montando una historia. Parecía que volvía a tener a Harry de nuevo cerca. Que estaría a mi lado de nuevo. Que estaría conmigo. Que volvería a ver como sus ojos verdes me miraban y volvería a oler su perfecto perfume que aún seguía presente en cada uno de mis sentidos. Corría a través de esa multitud. Daba golpes sin querer a la gente con mi bolso, y eso me frenaba. Alguna persona se quejaba, pero yo no tenía tiempo para ponerme a pedir disculpas. Necesitaba ver a Harry, necesitaba llegar hasta él. Necesitaba volver a verle…

A penas me separaba un metro de él cuando una chica se acercó a él. Frené bruscamente y la gente se chocaba conmigo. Cosas como ‘¡Eh! Mira por donde vas’ ó ‘ten más cuidado’ escuchaba entre toda esa gente estresada que vivía al compás de la rutina.

Aún no le había visto la cara. Aun no le había visto bien, así que necesitaba asegurarme de si era él. No podía dejar pasar la oportunidad. Quizá le tenía ahí y podía volver a verle. Así que, decidida, agarré de nuevo mi bolso y me dirigía su espalda. Le di dos toquecitos en el hombro mientras pronunciaba el nombre de Harry. Él se giró.

-¿Quién eres? – Me preguntó. Mis ojos se abrieron como platos mientras observaba ese rostro. No tenía nada que ver con Harry… ese chico no era él…
-Oh, perdona. – Me disculpé mientras la chica que iba con él me enviaba miradas asesinas. – Me he confundido.

Él se giró y siguió su camino. Había tenido alucinaciones. Necesitaba tanto tener a Harry que cualquier chico alto y con el pelo rizado, para mí ya se parecía a él. Me costó unos minutos colocarme de nuevo en la vida real y darme cuenta de la situación: Estaba al lado de una universidad, desconocía su nombre. En medio de Londres y viendo a gente pasar. Gente adolescente. Gente estudiante. Mis imaginaciones me habían jugado una mala pasada, tanto como para estar en un sitio diferente totalmente al que me debería de haber llevado ese tren en el que iba.

Bajé de nuevo a la estación y me senté a esperar el tren en el banco. Afortunadamente, no tardó mucho en llegar y pude llegar a casa de Perrie tranquilamente. Ese día simplemente iba a recoger mis cosas, al día siguiente Cris se instalaría y yo quería deshacerme de algunas cosas de Harry que me dolería estar viendo a diario.

-¡Ya estoy aquí! – Exclamé.
-Hola cariño. – Dijo Perrie dándome un abrazo. – Tengo noticias para ti. – Me dijo. Mi cara se transformó en exclamación. – Creo que tenemos canción de las navidades. – Añadió.
-¿Cómo? – Pregunté sorprendida.
-Me acaba de llegar este correo, te interesará leerlo.

Me senté en la silla del salón donde en frente se situaba el ordenador que Perrie me decía. En la pantalla aparecía una silla en una sala con la pared blanca. Con una luz reluciente que parecía proceder de el exterior, no tenía pinta de ser artificial. Perrie pulsó el play y el vídeo empezó a funcionar. Tras unos diez segundos permaneciendo la silla sola, un torso aparecía en la cámara. Vestía una camisa de cuadros desabrochada y una camisa blanca debajo. Se veía como sujetaba una guitarra, pues al lado de ese torso se veía el mástil de ésta. Desapareció un momento para ajustar el zoom y este se alejó un poco. Apareció de nuevo en escena y se colocó en la silla. Mis ojos inmediatamente se abrieron como jamás lo habían echo. Mi boca se abría de par en par a la vez.

-Hola chicas. Sé que estáis viendo esto y espero que lo estéis haciendo juntas. Si no, Perrie, quiero que esto también lo vea ____ y que tu estés presente. – Era Harry. Ese chico estaba hablando delante de la cámara. 
Miré sorprendida a Perrie y ella me sonrió. Después me señaló con la cabeza la pantalla para que siguiera escuchando. – Estoy en un sitio donde el calor es excesivo, y no estoy acostumbrado a esto, pues Londres no se caracteriza precisamente por el buen tiempo. – Reí. – Quería deciros que mi vida de aquí es diferente a todo lo de allí, y ahora mismo estoy en un piso que no está ni siquiera amueblado. Acabo de encontrarlo. No quiero deciros donde estoy, porque sé que vendríais a verme, y eso es lo último que quiero. Y bueno, ahora, cambiando de tema, en este vídeo os quiero enseñar a que me quiero dedicar en esta ciudad. – Harry acabó de hablar y colocó las yemas de sus dedos en el mástil de la guitarra. Una melodía perfectamente afinada y maravillosa comenzó a sonar. Una melodía que a mí me hizo emocionarme.

Your hand fits in mine 
Like it's made just for me 
But bear this in mind 
It was meant to be 
And I'm joining up the dots 
With the freckles on your cheeks 
And it all makes sense to me 

Mi mente solo tenía en ella la imagen de ese chico cantando una canción, una canción preciosa, perfecta. Estaba hipnotizada, pues jamás me hubiera imaginado que Harry cantaba así, y mucho menos, jamás me hubiera imaginado que supiese tocar la guitarra. Pero la ilusión poco me duró. El ordenador se apagó de repente y me quedé en esa estrofa de la canción.

-¿Qué ha pasado? – Exclamé nerviosa y con toda la pintura esparcida por toda mi cara.
-Creo que el ordenador se ha apagado… - Dijo Perrie pulsando el botón que debería de encenderlo. Debería, porque no lo hizo. – Oh, oh.  – Dijo Perrie.

Mi mirada empezaba a mostrar que era pura desesperación. Necesitaba escuchar esa canción, y sobre todo, necesitaba saber lo que diría antes de cortar el vídeo Harry. Necesitaba acabar de ver el vídeo, como fuese. 

PD. Dale a me gusta si quieres el siguiente :) 




5 comentarios:

  1. POR FAVOR, SIGUE SUBIENDO! :D
    ME ENCANTA, Y ESTOY ENGANCHADÍSIMA

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  2. Me gusta, y mucho... Yo es que me como a Hazza con bananas... xx

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  3. Me guuuusttaaa muchisisisisisimoo !! Espero el siguiente, asi que, rapido escribee JAJAJAJA

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  4. Me encanta la novela. Eres una gran escritora.
    ¿Puedes pasarte por mi blog?
    www.1dstar.blogspot.com

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