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Capítulo 45.


Habían pasado siete meses desde que Harry y yo nos casamos. Ese día fue el más extraño de toda mi vida, pero también el más feliz. Harry me había hecho feliz todos y cada uno de los días. Me había sacado sonrisas y me había demostrado que se podía tocar el cielo con la yema de los dedos sin siquiera despegar los pies de la tierra.

Volvimos a Londres después de pasar unas semanas en España con mis padres. Nuestra vida juntos era vivir en aquella magnífica ciudad. Poco tiempo después, Niall se puso en contacto conmigo y recuperé mi anterior trabajo.

En cuanto a Liam… no supe mucho de él después de ese día. No quise contactarle y él tampoco intentó mucho por hacerlo. Ninguno nos comportamos bien y pensaba que nuestra relación se deterioró demasiado con todos los daños que nos habíamos hecho ambos como para intentar hablarlo. Lo único de lo que me enteré gracias a mi amiga Eva, fue que se estaba viendo con una chica después de aquel día. Sinceramente, me alegré mucho, él también merecía ser feliz fuese con quien fuese.

En la actualidad no me hacía falta tampoco un Liam Payne en mi vida. Me dolía admitirlo, viví muchísimas cosas buenas con él, pero, ahora ese hombre no tenía ningún sitio en mi vida.

-¿Está lista ya la señorita? – Harry golpeó la puerta de la habitación y se adentró diciendo esa frase.
-Cinco minutos. – Le dije sonriéndole.
-Bien, esperaré en el sofá. – Dijo
-No exageres, sabes que tardo poco.
-Estás preciosa. – Me dijo con una sonrisa en la cara mientras yo luchaba con mi pendiente para que encajase en mi oído.
-Gracias, cariño.

Harry se acercó a mí y me cogió por la cintura mientras me miraba a través del espejo. Acariciaba mi tripa. Estaba orgulloso, al igual que yo.

-Estoy dispuesto a hacer todo lo que sea para que seas la persona más feliz del mundo. – Me susurró al oído.
-Lo has hecho siempre, y lo sigues haciendo. – Me giré y le besé.

Sí. Podía decirlo incluso asegurarlo. Era la persona más feliz del mundo. Y mi felicidad tenía nombre y apellido: Harry Styles.

Salimos de nuestra nueva casa. Nos habíamos cambiado por un chalet que había en venta a algunos metros de la casa de Perrie, el apartamento se lo quedaron Louis y Cris.

Ahora andábamos camino a casa de Perrie. Ese tremendo frío que quebraba a cualquier ser humano los huesos, se sentía. Era Navidad y pasaríamos la noche con Zayn, Perrie y el pequeño. Había nacido su hijo hacía algo más de un mes. Edward. Así se llamaba. Igual que su tío. Igual que Harry.

Llegamos a la casa de Perrie y llamamos al timbre. Harry me ensanchó la mano y aún no me acostumbraba a no tenerme que esconder de nadie y no tenerme que arrepentirme de nada. Ahora era a él a quien se la debía de dar, y era a él a quien quería darle la mano todos los días de mi vida.

Tobie de nuevo se volvía loco y solo sabía ladrar. Zayn, salió, y menos mal. Hacía un frío tremendo. Diciembre, frío Diciembre.

Mientras se acercaba Zayn me acordaba de la vez que besé a Harry en esas escaleras por donde estaba bajando en ese momento. Ese día me arriesgué a perderlo todo, a perder a Liam, pero, ¿qué sería de la vida si no se cometiesen locuras semejantes?

En esos meses no me habían faltado ni cariños ni nada parecido. Harry se había encargado de darme todo lo que necesitaba, todo lo que una chica con 21 años necesitaba.  Consiguió un trabajo bastante estable con el que ganaba un sueldo alto. Él se empeñaba en hacerme la persona más feliz del mundo, y lo hacía. Lo hacía como nadie.

Entramos en la casa y nos acomodamos en el sofá mientras Perrie terminaba de retocar la mesa. Solo cenaríamos nosotros, pero ella era muy perfeccionista. Estaba preciosa, igual que siempre. Parecía mentira que apenas un mes atrás hubiese dado a luz. Estaba estupenda. Su vestido hacía ver sus perfectas y envidiables curvas. Después de terminar de retocar todo la mesa, se acercó a Zayn y se sentó a su lado mientras miraba a su bebé que estaba en brazos de Harry.

-¡Es precioso! Sigo diciendo que se parece a mí– Exclamaba Harry mientras miraba a su sobrino.

Yo miraba a Perrie orgullosa. El brazo de Zayn le rodeaba todo el cuello y sus ojos transmitían cansancio. Pero sin embargo, jamás perdió la ilusión en aquella mirada que me mandaba.

Harry seguía concentrado mirando a aquel niño que en un futuro, y ahora, era precioso. Ed. Así le apodaríamos.

El bebé empezó a protestar cuando Harry le agitó demasiado la cabeza.

-Creo que aún no tengo mucha maña para esto de los bebés. – Dijo con una sonrisa.

Perrie se acercó a él y cogió al bebé entre sus brazos. Él directamente se calmó bajo las miradas atentas de sus dos padres. Yo me levanté y me senté al lado de Harry. Él me besó la frente y posó su brazo en mi hombro rodeando todo mi cuello.

-Si queréis, podéis ir yendo a la mesa, llevaré a Ed a la cuna y volveré enseguida. – Sugirió Perrie.

Todos asentimos y nos dirigimos a aquella mesa perfectamente preparada por Perrie. Harry y Zayn se dieron un fuerte abrazo en forma de amistad. Un año atrás jamás me imaginaba que Zayn y Harry podrían soportarse. De hecho, nada de lo que estaba pasando podría imaginármelo un año atrás.

Nos sentamos y fuimos sirviendo la cena esperando que Perrie llegase. Allí bajaba, con un walkie-talkie de 
un osito para escuchar al bebé si se quejaba. Lo dejó a su derecha y se sentó al lado de Zayn.

-¿Brindamos? – Zayn se puso de pie y elevó la copa de vino.
-Brindemos. – Le siguió Harry.
-¿Por quién? – Preguntó Perrie.
-Por nosotros cuatro. Porque a pesar de todos los obstáculos del camino, ahora todos somos felices junto a la persona que queremos. – Dijo Zayn con una sonrisa.
-Brindemos entonces porque tengo a la mejor hermana del mundo, al mejor cuñado, y a la mejor esposa que cualquier hombre pudiese desear. – Añadió Harry chocando su nariz con la mía.

-Yo brindo por la maravillosa mejor amiga y cuñada que tengo. Quien me apoyó en todo y siempre estuvo ahí para escucharme. Quien confió en mí desde el primer momento. – Continuó Perrie. – Te aseguro que eres la mejor persona con la que podía haber dado el grandullón de mi hermano, al cual adoro con toda mi alma. Sin ti no hubiera sido nada de esto posible.- Dijo Perrie dirigiéndose a Harry y con sus ojos algo brillantes. – Y también brindo por Zayn. Mi esposo y el padre de mi hijo. Quien me hizo darme cuenta de que el amor verdadero existe y quien me hizo conseguir afrontar todo con todas mis fuerzas. Te quiero. Y también brindo por aquel pequeño que me ha regalado este hombre, que con tan solo un mes de vida, daría la mía por él. No entiendo como a algo tan pequeño se le puede querer tanto…

-Pues yo… - Cogí aire de aquella situación tan emocionante que acababa de vivir con las palabras de Perrie. – Brindo por mi mejor amiga. La que siempre me ha prestado su hombro y apoyo cuando lo he necesitado. Quien siempre me ha cubierto las espaldas y ha sabido aconsejarme y escucharme. De verdad, gracias. – Miraba a Zayn. – ¿Quién me iba a decir que el chico moreno de la mecha rubia que me ayudó a subir las maletas a mi apartamento el primer día que pisé esta ciudad iba a ser el marido de mi mejor amiga? Gracias por todo, por saberme guardar los secretos como nadie y por todo. Y bueno…– Miré a Harry. – Brindo por la persona que más locuras me ha hecho hacer, de las cuales de ninguna me arrepiento. Brindo porque me he ido a enamorar de la mejor persona del mundo. Del hombre que toda mujer desea tener. Gracias por enseñarme lo que es amar. Gracias por acompañarme en esta aventura de la vida y gracias por estar en todo momento que necesitaba un abrazo tuyo. Bendito día en el que tu mirada dio con la mía y bendito día en el que me casé contigo… Gracias por enamorarme cada día más, Harry. Te quiero.
Harry me abrazó y besó la frente mientras vivíamos todos aquel momento tan sentimental.

-Y bueno, creo que debo añadir yo algo. – Dijo Harry. – Ahora debemos de brindar también por esto. – Harry acarició mi tripa. Zayn se quedó extrañado.
-No… - Perrie lo entendió perfectamente.
- Sí... - Confirmé. - ¡Estoy embarazada! – Dije con una enorme sonrisa y entre los brazos de aquel chico de veintitrés años que un año atrás se chocó conmigo en esa pequeña habitación de un piso en el centro de Londres.

Él, Harry Edward Styles. El hombre que, simplemente, apareció.

PD. Os agradecería que me dijeseis qué os ha parecido en un comentario aquí: http://ask.fm/sttories1D


~ Y ahora, gracias a todos y todas los que habéis seguido mi historia. Gracias por esos días que me poníais muchísimos comentarios tan intensos y sentidos. Gracias a todas esas personas que se han tomado esta historia tan enserio y quien ha valorado tanto mi trabajo. Sin vosotros, esta historia solo se hubiera quedado en el prólogo. ¡Os quiero! 



Capítulo 44.


Sólo quedábamos el sacerdote, mis padres, Perrie, Cris, Louis, Harry y yo en esa iglesia. Todos mirábamos confusos a Harry. Todos intentábamos descifrar lo que quería preguntar. ¿Qué sería?

-A lo mejor es todo muy precipitado. –Comenzó a hablar Harry. – Pero te aseguro que llevo meses deseando que esto algún día pudiese llegar a pasar. – Harry se quedó en silencio unos minutos.
-Vamos, díselo ya.- Apresuró Louis.

Mis padres le miraban extrañados, ellos no entendían nada de la situación.

-¿Quieres casarte conmigo? – Al fin soltó esa pregunta de su boca. Al fin me lanzó esa deseada pregunta.

Yo le miraba sonriente y limpiándome aquellas lágrimas que había derramado por mi cara.

-¿Quién eres tú? – Exclamó mi padre.

Mi mente se quedó en blanco pensando en que posiblemente todo lo que acababan de vivir era una indecisión completa.

-Papá, el es Harry Styles. – Les presenté.
-¿Y por qué te está pidiendo matrimonio? – Preguntó mi madre sorprendida. - ¿No se da cuenta de que acaba de dejarte plantada aquí tu supuesto marido?
-¿Escucharon lo que dijo antes de salir? – Interrumpió Perrie. – Liam no aceptó porque él sabe de sobra que ellos dos se aman. Él no haría feliz a su hija, señores. Mi hermano la quiere, mi hermano está enamorado de ella y creo que es el único hombre que puede hacerla feliz.
-No entiendo absolutamente nada… - Dijo mi madre.
-No hace falta que lo entendáis. – Conseguí decir yo tras salir del estado de shock que me había creado aquella pregunta. –Yo lo entiendo, y yo sé que es la persona que me ha descubierto como realmente soy. Sé que él es quien de verdad quiero. – Dije.

Harry reía mirándome. Él se dirigió a mis padres y yo les miraba desde un segundo plano.

-Siento no haberles pedido la mano de su hija antes, señores. – Les dijo a mis padres. - ¿Me permiten?

Un silencio incómodo se creó en aquella sala. Mi corazón iba a mil por hora, era tan educado, tan… tan especial. Claro, esa era la palabra. Especial.

-¡Claro que sí! Jamás había visto a mi hija tan ilusionada con algo. – Exclamó mi padre con lágrimas en los ojos.

Harry sonreía mientras yo lloraba. El sacerdote admiraba todo lo que ocurría y todos estaban emocionados. Harry se acercó a mí cogiendo mis manos. Bajaba su mirada para encontrarse con mis ojos, y yo la subía, para encontrarme los suyos.

-¿Quieres casarte conmigo, pequeña? – Su susurro que apenas podía escucharse.

Fue lo que me hizo darme cuenta que debía y necesitaba casarme con él. Necesitaba ser feliz y me había costado muchísimo tiempo darme cuenta de que mi felicidad estaba a su lado.

El sacerdote nos miró igualmente emocionado. Sacó aquel libro y creó aquella ceremonia tan íntima entre nosotros siete. Era la boda más extraña que podía existir, pero,  era la boda más bonita que jamás podría haber asistido.

-Harry Edward Styles, ¿aceptas a _____ ______ cómo legítima esposa? – Preguntó el sacerdote. Harry me miró y sonrió.
-¡Claro que acepto! – Su sonrisa aumentó.
-¿Y usted…
-Padre, no pregunte. ¡Claro que quiero! – Interrumpí.

Harry me miró y no esperó si quiera a que el cura nos diese permiso para besarnos. Cogió mi cara y la arrastró hacia sus labios. Era el primer beso que daba en público a Harry, y el primer beso que daba a mi marido. Los demás aplaudían, incluso el cura. Todo lo que viví antes de que Harry llegase a mi vida, fue perfecto, típico de una persona de veinte años. A raíz de conocerle a él, me hizo cambiar.

Salimos de aquella iglesia, dados de la mano. Al fin daba la mano a mi marido. A mi esposo. A quien desde un primer momento debí dársela.
Estábamos en frente de la iglesia. Harry sacó un sobre. Le miré y lo miré.

-¿Qué es eso? – Pregunté extrañada.
-Teníamos un viaje pendiente a París, ¿recuerdas? – Me dijo.
Mis ojos se hacían chiribitas. Harry no había dejado de sorprenderme jamás. Y ahora, tampoco.

~

Y ahora, estaba en el asiento de un avión. Al lado del hombre de mi vida, al lado de mi marido. Al lado del único hombre que supo hacerme ver como realmente era yo.

-Es la mayor locura que he hecho en mi vida. – Dije. – Pero la locura que volvería a repetir millones de veces.
-Te juro que te haré la persona más feliz del mundo, princesa. Te lo prometo.

Harry me besó delante de aquella gente. A nadie le sorprendió, ¡Claro! A nadie le importaba que me besase con mi marido. Le miré y le volví a besar. Lo tendría que hacer por toda mi vida, y, lo haría encantada.

Él me hizo darme cuenta de que la vida es un rato, y me hizo darme cuenta de que no hay que hacer siempre lo que se debe, sino lo que se quiere. ¿Qué hubiera pasado si me hubiera casado con Liam? ¿Hubiera sido feliz? Me hubiera mentido a mí misma.

Sin embargo Harry apareció en mi vida para abrirme los ojos y para darme cuenta de que él era el primer amor. El primer amor y el único. El hombre con el que compartiría mi vida. Con el que cada día contaría, el que me haría sonreír y el que me haría darme cuenta de que la vida no es un cuento, pero puede parecerse si estás al lado de alguien como él.

Quizá haya sido malo, quizá haya sido bueno que Harry se entrometiese entre Liam y yo, pero si de algo estoy segura es que Harry Edward Styles era el hombre de mi vida. Era el hombre de mis sueños. Seguramente aparecería para hacerme feliz, o para hacerme ver que los sueños se cumplen, pero, ¿qué más da? Él simplemente, apareció. 

PD. Penúltimo capítulo de la temporada. ¿Quieres leer el último? ME GUSTA ^^


Capítulo 43.

Mi corazón iba a mil por hora. La situación cada vez era más incómoda. Estaba a punto de darme el sí quiero con un hombre que se estaba pensando tres mil veces la respuesta, y con el chico al que había querido como a nadie y quería detrás de mí.

-Liam…- Le apresuré.
-Yo… Lo siento. – Dijo alejándose algo de mí.

Las voces de la gente que estaba detrás de nosotros admirando como nos daríamos el sí quiero se escuchaban. Cuchicheaban sobre lo que acababa de hacer Liam mientras yo le miraba extrañada.

-¿Qué? – Le exclamé.
-No me puedo casar con alguien que no me quiere. Acaba de entrar él por la puerta y te has olvidado de lo demás. Mírate. Mírale. Os morís el uno por el otro. Te has olvidado que yo soy con quien se supone que te vas a casar y con el que se supone que vivirás toda una vida. ¿De verdad me quieres tanto como para eso? Yo creo que desaprovecharías tu vida estando conmigo.  – Liam se dio la vuelta mientras yo seguía en estado de shock. No quería entender nada, pero lo entendía. No quería darme cuenta, pero lo hacía. –Lo siento… - Dijo finalmente Liam.

La gente que estaba a nuestro alrededor, cada vez hablaban más alto y cada vez se les podía escuchar mejor. ‘¿Qué habrá pasado?’ ‘¿Qué mosca le habrá picado?’ y comentarios de ese tipo eran los que llegaban a mis oídos. Los padres y hermanas de Liam se fueron tras él mientras yo caía en el sillón donde habíamos permanecido toda la ceremonia. El cura se acercó a mí.

-¿Está bien señorita? – Me preguntó.
-¿Por qué…? – Conseguí decir.
-¡Oh, Dios mío! – Perrie y Cris subían a mi lado. –Oye, tranquilízate. Te va a dar algo.
-¿Por qué me ha hecho esto? ¿Por qué no me lo dijo antes? – Dije entre lágrimas
-Quizá porque se arrepintió de haber venido aquí cuando vio aparecer a Harry detrás… - Dijo Cris.

Miré hacia atrás buscando a Harry, necesitaba que alguien me dijese si sabía algo de su decisión, aun que fuese él. Pero no, no había ni rastro de Harry.

*Narra Harry*

¡¿Qué?! Pensé. Acababa de decir que no. Acababa de ponerme a mí como excusa. Pero todo lo que acababa de decir era tan cierto como mi nombre. Aquel chico que estaba en el altar junto a la chica que quería bajaba las escaleras y se dirigía hacia afuera de la iglesia. Sabía que mi deber era ir junto a _____, pero no me lo pensé ni un segundo y en cuanto cruzó las puertas de esa iglesia, salí detrás de él.

-¿Qué has hecho? – Le grité.
-Toda para ti, tío. Absolutamente para ti. Campo libre. Sed felices, os morís de ganas por serlo juntos. 
Adelante. Yo desapareceré. No me veréis más. – Dijo mientras su rabia se salía enfilada de sus ojos hacia mí.
-¿Enserio has dejado a la mujer más maravillosa del mundo plantada delante de toda su familia? ¿No te ha dado por pensar que te has comportado como un egoísta?
-Te estoy haciendo un favor.
-No me lo estás haciendo.
-Dila que lo siento, por favor. Que cuando quiera hablar le daré mis motivos de por qué lo he hecho. ¿Vale?
-¡Haberla dicho en tu casa que no vendrías a la boda! No la hagas esto…
-Lo siento, ¿vale? Me largo de aquí. – Fue lo último que salió de la boca de ese chico.

Después, desapareció a lo largo de la calle mientras sus familiares iban detrás de él a tranquilizarle.

Abrí las puertas de esa iglesia donde casi todo el mundo estaba abandonándola y me adentré otra vez. Ahora debería tranquilizarla. Ahora más que nunca debería estar con ella.

*Narra ______*

Necesitaba que alguien me diese un golpecito en la espalda para despertarme. Que fuese como la vez que soñé con lo del accidente de Harry. Que fuese totalmente una pesadilla. Pero no, no lo era. Era la cruda realidad.

Veía como la gente abandonaba ya la iglesia, incluso la gente de mi familia. Les había pedido que por favor regresasen a sus casas, no quería que todo el mundo estuviese preguntándome que por qué había hecho eso, ni siquiera yo lo sabía. Abandonaba toda esa gente la iglesia cuando miraba hacia la puerta. Alguien pasó a contra corriente: Harry.

Andaba apresuradamente con ese perfecto esmoquin que vestía y venía hacia mí. Mis padres estaban preocupados y tampoco entendían nada.

-No me esperaba para nada esto… - Me dijo él en cuanto llegó a mi lado. Cris y Perrie se retiraron un poco dejándonos intimidad. Mis padres no sabían ni quién era ese individuo que estaba en frente de mí.
-¿Por qué me ha hecho esto, Harry? – Le contesté.
-No llores, ¿vale? Quizá es porque él se ha dado cuenta de que no sabe hacerte feliz y que no seréis felices juntos. Sé que ha sido el día mas embarazoso de tu vida, pero piensa que a lo mejor esto es luego mejor.
-¿Y si no lo es, Harry? Yo quería casarme con él.
-¿De verdad? ¿Estás segura de que querrías compartir toda tu vida con él? – Me dijo. – Sé realista y piensa por una vez en ti. No pienses en él ni en lo que deberías hacer. Piensa en ti y en lo que quieres.

Pasaron unos minutos y yo miraba fijamente los ojos de Harry buscando respuesta a esa pregunta que me acababa de lanzar. Esa eran las preguntas que yo siempre me había creado en mi mente, y que sí sabía contestarlas.

-Pero… yo…
-Tú quieres a Harry… - La voz de Lou se metió en la conversación. – No os mintáis más, chicos. Os queréis y os amáis. El mismo Liam os lo ha confesado, que él se iba porque sabía que vuestra felicidad era estar juntos.

Mis padres se quedaban perplejos y nos miraban atentos como hablábamos. Veía como se le dibujaba una vergonzosa sonrisa a Harry que fue lo que me tranquilizó.

-Lou tiene razón… - Dijo finalmente Harry.
-¡Claro que la tengo! No desperdicies ni un segundo más… - Contestó Louis.
-Harry… - Dije.
-Espera. – Me interrumpió. – Ahora creo que el que debe de hablar soy yo. Más bien preguntar.

La mirada del cura iba hacia nosotros también. Ellos no entendían nada, claramente. ¿Qué me querría preguntar Harry en este momento tan incómodo, embarazoso y extraño? 

PD. Me podéis decir qué pensáis sobre lo que le preguntará Harry a _____
PD2. Dale a me gusta si quieres el siguiente ;) 


Capítulo 42.


Nerviosa y al borde de un ataque de nervios. Ese era mi estado de ánimo. Ese día me recordaba tanto a la boda de Perrie un mes atrás. Esta vez era yo la que pisaba el altar. Esta vez era yo la que diría el ‘sí quiero’ delante de todo el mundo. No había hablado con Liam desde la mañana anterior y él estaba seco. Intenté asociarlo a que estaría nervioso, igual que yo.

-Estás preciosa, de verdad. – Me decía Cris. – La diseñadora que te hizo el vestido te lo hizo genial.
-Gracias. – Le dije mientras ella me ayudaba con los últimos retoques antes de ir hacia la iglesia.

Este día me recordaba al día en el que Perrie se casó. El día en el que me volví a encontrar de frente con mi pasado. El día más feliz de mi mejor amiga. Se me hacía raro que no estuviese aquí que hasta me imaginaba su voz. O, esperad. ¿Me imaginaba su voz?

-¡CARIÑO! – Oh, ¡No me lo imaginaba! ¡Era Perrie! ¡Estaba ahí!

Cogí un extremo del vestido y a pesar de que los altos tacones que llevaba me impedían correr hacia ella, lo 
intenté y lo conseguí. Nos envolvimos en un gran abrazo en el que mis lágrimas estaban a punto de salir a la luz.

-Pensaba que no vendrías. ¿Qué haces aquí? – La dije.
-¡No llores! – Me rogó. – Sino la pintura se te correrá
-Bien. Vale. ¿Qué haces aquí? – Insistí.
-¿Pensabas que podía faltar en el día más importante de mi mejor amiga? – Me dijo mientras continuaba abrazándome.
-¿Y Zayn?
– El se quedó en Londres. Me vine yo sola.
-¡Oh Dios mío! Tu tripa está enorme!

Tras unos fuertes abrazos bajo la observación de Cris, quien también había venido a mi boda, ésta acompañada de Lou, nos dirigíamos abajo, dónde mi padre conducía el coche que nos llevaría a la iglesia. Perrie se montó conmigo en el asiento trasero.

-Créeme que estoy muy nerviosa… - La dije.
-Y tú créeme que te entiendo como nadie. – Las dos sonreímos.
-Y, ¿qué tal Harry? – La pregunté.
-¿Crees que es el momento oportuno para preguntar por él? – Dijo con una sonrisa.
-Creo que es lo único que me puede distraer un poco…
-Viajó a San Francisco de nuevo a ver a mi abuela hace unos días. No hablé con él desde entonces. – Me informó.
-Espero que no se encuentre con Jane.
-Lo dudo. Hará lo imposible para que eso no sea así. – Me dijo Perrie.
-¡Ya llegamos! – Dijo mi padre.

Su voz masculina me hizo que mi estómago diese un vuelco completo. Estaba a dos pasos de atravesar la iglesia de su brazo. Allí estaría Liam, con su esmoquin seguramente perfecto. Sujetaba la mano de Perrie hasta que ella abrió la puerta de su lado y salió. Mi vestido ocupaba casi todo el espacio de la parte trasera del coche, y cuando mi padre decidió abrir mi puerta para que saliese, me costó eternidades deshacerme de aquel forro tan pomposo que formaba parte de mi vestido.

Mi padre estrechó su brazo y yo me agarré de él. En una iglesia de Barcelona, con un calor algo incómodo y a tres pasos de convertirme en la señora Payne.

-¿Estás preparada? – Me dijo mi padre.
-Debo de estarlo. – Le dije.

Comenzamos a andar rápidamente mientras que Perrie me iba colocando la cola del vestido. Me iba acercando a la puerta de la iglesia y los nervios se me iban acumulando en el estómago. Pensaba que iba a echar por la boca hasta mi primera papilla.

Las puertas de la iglesia chasquearon  y comenzaron a abrirse. Miraba al suelo y me decía a mi misma que debía de levantar la mirada para mirar al altar y ver el fantástico Liam. Las voces de la gente se silenciaron totalmente y comenzó a sonar el sonido de aquel órgano.

Me armé de valor y levanté mi mirada hacia el altar donde Liam me miraba a punto de un ataque de nervios, al igual que yo. Me temblaba todo, absolutamente todo. Mi única sujeción era el brazo de mi padre, que gracias a él no me vine abajo en ningún momento. Me acercaba entre lágrimas de mis padres y aquellos invitados emocionados. Mi padre me soltó del brazo y me besó la mejilla susurrándome un ‘Suerte’

Antes de subir aquellas escaleras, cogí aire y miré a Perrie que me transmitía tranquilidad. Cogí un extremo del vestido y comencé a subir peldaños.

-Hola. – Susurré a Liam.

Él se limitó a sonreírme. Le veía raro y seco. Su reacción de días anteriores seguía permaneciendo y ya no podrían ser de los nervios.

El sacerdote sacó el libro y comenzó a leer línea tras línea mientras yo miraba de reojo a Liam que no me dedicó ni una sola mirada. Sus piernas entrecruzadas y sus dedos jugueteaban nerviosos. El cura nos mandó ponernos en pie para preguntarnos aquella famosa frase.

En cuanto pude equilibrarme encima de esos zapatos, escuché la puerta de la iglesia abrirse. ¿Quién sería y por qué llegaría tan tarde? La ceremonia estaba a punto de terminar.  Mi cabeza se giró hasta el punto que pudo, ese velo que decoraba mi cabeza era demasiado inmóvil para dejar que mi cuello pudiese girar perfectamente. No me permitía girar el cuello a la perfección, pero si de algo estaba segura, es que la persona que acababa de atravesar esa puerta era muy importante para mí: Era él.

-Harry… - Susurré.

Liam escuchó mi susurro y giró también su cabeza hacia mi dirección.

-Disculpen, ¿podemos seguir con la ceremonia? – Dijo el cura. -¿Oigan? – Preguntó al ver que ninguno de los dos hicimos caso a su petición.
-Sí, sí. – Decidí decir. – Prosiga.

Harry se sentó en uno de los últimos bancos, ya que los demás estaban ocupados. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué estaba en mi boda? ¿Qué pretendía llegando en ese justo momento?

-Liam James Payne, ¿acepta a _____ ______ como legítima esposa? – Preguntó el sacerdote.

Mi corazón iba a mil kilómetros/hora y miraba a Liam nerviosa. Él estaba tardando mucho en contestar a esa simple pregunta y no entendía el por qué de su reacción. Tampoco entendía que hacía Harry ahí, ¿no estaba en San Francisco? ¿Qué pintaba él ahí? Hasta el día de mi boda todo era extrañísimo.


PD: ¿Me gusta por uno de los últimos capítulos?


Capítulo 41.


-¡Regresa cuándo quieras! – Era la frase que me decía Perrie mientras el abrazo de despedía nos invadía de tristeza. - Me encantaría estar el día de tu boda, pero ya sabes que me es imposible…
-No te preocupes, ya te contaré todo. ¡Te echaré de menos! – La dije.

De nuevo nos abrazamos y esta vez fue más fuerte. Acaricié la grande barriga que ya se le notaba a Perrie y después fui a Zayn. Le di un fuerte abrazo a él también. Sacudí la mano y me dirigí al coche con el que  nos acercaban Lou y Cris al aeropuerto, ya que el coche de Liam se lo había dado a Louis para que consiguiese venderle y con el dinero poderse comprar otro en España.

Atravesábamos la carretera y pensaba en algo: Harry. Él era el pensamiento constante que permanecía en mi mente. Era algo que retumbaba de una pared a otra, pero se calmaba cuando decía y pensaba que era lo mejor. Miraba a Liam que aún parecía estar confuso, y era entendible.

-¿Estás bien? – Le susurré.
-Claro. Entiende que estoy un poco descolocado aún pero se me pasará en unos días.
-Gracias… - Le agradecí. – Gracias por perdonarme y darme una oportunidad.
-Todo el mundo se merece segundas oportunidades, ¿no? – Me sonrió y me abrazó.

Después de un camino en aquel coche, nos bajábamos y cogíamos todo nuestro equipaje. Nos despedíamos de Cris y Lou los cuales se quedaron con el apartamento de Harry.

-¡Te echaré de menos! – Me dijo Cris mientras sus lágrimas alborotaban todo su maquillaje.
-¡Y yo! – Dije intentando contener las lágrimas. Después, fui hacia Lou y le di un fuerte abrazo también a él, había sido un gran apoyo en esos meses para mí. – Nos vemos el día de la boda.

Con una maleta en cada mano, nos dirigíamos al aeropuerto. De nuevo volvería a España y de nuevo volvería a mi vida anterior. Mis amigas de la universidad, mis padres, mi familia… Ahora todo esto me resultaría tan extraño. Mi vida cambió completamente en estos ocho meses y fue gracias a él, fue gracias a Harry.

-Volvemos a nuestra anterior vida… - Me dijo Liam cuando ya estábamos sentados en los asientos del avión.
-Sí…
-Lo siento. – Me dijo de repente Liam.
-¿Por qué?
-Por no haber estado a la altura. Si hubiera sido diferente contigo no te hubiera hecho falta enamorarte de otro tío.
-Liam, eso no fue culpa tuya. Fue todo un error. Olvidémoslo, ¿vale?

Él miraba por la ventana mientras yo escuchaba música a través de los auriculares. Una hora y cuarenta y cinco de viaje aún me esperaban por delante. Una hora y cuarenta y cinco minutos que se me pasó volando.
La misma voz que anunciaba en todos los viajes que habíamos llegado al destino sonaba por esos altavoces. 

Liam y yo nos levantamos y él encajó su mano con la mía para no perdernos. Después de una hora esperando el equipaje, al fin lo encontramos y podíamos volver a casa.

Mis padres no sabían que regresaba a casa, y menos ese día. Sería una total sorpresa para ellos. Me coloqué en frente de la puerta del chalet donde había vivido todos esos años de mi vida. Mi infancia, mi adolescencia y mis años de locura. Ahí fue donde pasé los mejores momentos de mi vida.

Detrás de mí se encontraba Liam con el equipaje, yo estaba colocada delante del timbre para pulsarlo. Cogí aire. Hacía casi medio año que no los veía. Al fin lo pulsé. Tras algún que otro minuto de espera, una señora a la que llamaba mamá apareció por aquellas escaleras. Su cara fue un poema.

-¡Hija! – Exclamó mientras baja aquellas escaleras del porche. Yo sonreía emocionada mientras esperaba que llegase a abrirme la puerta.

Ahí estaba. La mujer que me había dado la vida. Un fuerte abrazo me unió a ella y me envolvió en un enorme sentimiento. Detrás, el hombre que me dio las mejores sonrisas. Mi padre. Igual, me acerqué a él y le di un enorme abrazo.

-¿Qué haces aquí? – Me preguntó mi madre intentando encajar aquella situación.
-Regresamos a España, mamá. –La informé.
-¿¡CÓMO!? ¿Ya no te vas Londres? – Dijo sorprendida.
-No, ya me quedo aquí.
-¡Oh Dios mío! Qué alegría me da volver a verte, hija mía. – Exclamó mi madre. –Por favor entrad, entrad. Os podéis quedar el tiempo que queráis aquí.

Mi madre entendía que yo debería de irme a vivir con mi futuro marido, pero que tendríamos que buscar algún hogar antes. Nos subió a la que siempre había sido mi habitación y nos acomodamos. Liam se quedaría al menos esta noche a dormir conmigo. Mientras ella preparaba algo de merienda, yo y mi prometido, manteníamos una conversación.

-Tengo algo para ti. – Le dije.
-¿Ah sí? – Se sorprendió mientras abrazaba a mi peluche tumbado en la cama.
-Sí, toma.- Le sonreí. Le ensanché el sobre donde estaban los dos billetes de París. – Me los regaló una persona.
-¿Qué es? – Dijo con una sonrisa.
-Ábrelo.

Él me obedeció y sonrió completamente cuando vio lo que era.

-¿Quién te lo ha dado? Es fantástico. ¿Nuestra luna de miel? ¡Es el sitio perfecto!
-Sí, es fantástico. Lo pasaremos genial.

Ahora me tocaba enfrentar a una vida nueva de nuevo. Contarle todo a mis amigas y escuchar diversas opiniones que me darían la razón. Otras que me calificarían de falsa o de infiel. O simplemente las típicas de ‘Hiciste lo que creíste’ Ahora, sinceramente, la opinión de los demás era lo que menos me importaba. Lo que más me importaba en estos momentos es que me quedaban 25 días, 10 horas y 27 minutos para contraer matrimonio con un hombre llamado Liam Payne.

~
Días más tarde.

Las cuatro de la tarde. Paseaba por las calles de Barcelona. Estaba nerviosa. En menos de 48 horas estaría diciendo el sí quiero delante de aquel montón de familiares y amigos que a la mitad desconocería. Eva, Vir y Laura. Ellas eran mis amigas de la universidad que me acompañarían a mi despedida de soltera. Una fiesta en un bar donde tomaríamos un par de copas y volveríamos a casa. En cuanto a lo de Harry, les conté todo. 

Ellas me dijeron que yo fui muy tonta en engañar a Liam y él demasiado bueno por perdonarme algo así. Pero, Liam me quería y por eso me perdonó. Jamás consiguieron entender como pude hacer eso, yo siempre he sido muy leal y fiel.

-¡Vamos! Acelera el paso, tía. – Eva gritaba desde lo lejos. Para nada era comparada con las típicas chicas londinenses. A las chicas españolas se nos iba más la cabeza y cometíamos más locuras. Quizá por eso sea por lo que yo me encapriché con Harry: Me iban las locuras.
Apresuramos el paso y nos adentramos a esa especie de pub donde pasaríamos toda la noche. Mi supuesta penúltima noche de soltera.

-No entiendo cómo puedes casarte tan joven. – Me decía Vir alzando la voz para que la música no interrumpiese la conversación. 
-Es que quiero a Liam. – Le contesté.
-Ya veo. – Me dijo. -¡Vamos a bailar! – Me dijo.

Vir me cogió de la mano y me llevó a la pista. Montones de gente bailando al ritmo de esa música a la cual ya no estaba acostumbrada. Esto no era una fiesta de despedida de soltera, esto era una fiesta normal y corriente de las que teníamos antes de que yo me mudase a Londres.

Estaba algo pensativa esa noche, supongo que porque me estaba empezando a entrar los nervios de típica prometida.

Después de bailar y beber algo, miré el reloj: Las cuatro y veinte de la mañana. Las piernas ya no podían con mi cuerpo y quería regresar a casa. Avisé a mis amigas de que me iría a casa. Eva y Vir querían seguir bailando, así que las dejé en ese bar. Laura fue la que dijo de acompañarme, vivíamos al lado.

Salimos de aquel bar donde la música se escuchaba desde fuera. La gente caminaba por la playa debido a que ya hacía bastante buen tiempo.

-¡Cómo has cambiado desde que te fuiste a vivir a Londres! – Se quejó mi amiga Laura mientras caminábamos hacia casa.
-No es eso, solo que estoy cansada y quiero ir a casa. – Le dije.
-Solo pensarás en qué estará haciendo Liam en estos momentos, te recuerdo que él también tiene una despedida de soltero.
-Deja de comerme el coco, y date prisa. Estas calles tan solitarias me dan miedo. – La metí prisa.

Después de unos quince minutos andando, llegamos a casa. Nos despedimos con dos besos y abrí la puerta de la casa de mis padres, en la que vivía.

Subí las escaleras sin hacer ruido y me tumbé en la cama. Mañana tendría que terminar de hacerme a la idea de algo: En unas horas me casaba con Liam. En unas horas sería una mujer casada. Ya no podría dar marcha atrás. 

A la mañana siguiente, me desperté preocupada, llevaba todo la noche sin saber nada de Liam y no me había puesto un mensaje de que había llegado a su casa bien. ¿Qué habría pasado? 

PD. Faltan 3 ó 4 capítulos. ¿Preparad@s para la final? No será como os imagináis... :) ¡Me gusta si queréis saber ya el final! 


Capítulo 40.


En frente de la puerta del apartamento donde había vivido por ocho meses. En frente de la puerta que me daría camino a una opción o otra. Las 12 de la mañana un penúltimo sábado de Abril. A punto de pulsar el botón del timbre que me daría paso a aquel apartamento donde tendría que enfrentarme otra vez al dolido Liam.

Esa noche había sido rara, igual que todo el día anterior. A penas había pegado ojo y tenía unas ojeras horrorosas. Harry se estaba portando muy bien conmigo, pero para mí no era tan fácil dejar a Liam después de todo, y que yo, le quería.

Estaba en frente de aquella puerta con todo muy claro. Sabía que quería a Liam y que me iba a quedar con Liam. Aún no le había dicho nada de mi decisión a Harry, pero tendría que contárselo cuanto antes. En el caso de que Liam no quisiese seguir adelante con la boda, tampoco volvería con Harry.

Había pensado en qué era Harry y en qué me influenciaba. Y llegué a una conclusión; Harry solo había sido un capricho y un simple caso prohibido que me llamaba la atención. No era enamoramiento sino capricho. Me planteé que mi vida con Harry no iría más allá de un simple tiempo, sin embargo con Liam sería mi vida soñada, la vida que durante ese año y medio que habíamos estado juntos, nos imaginamos y formamos. ¿Iba a dejar tirar por la borda todo eso? ¿Por un simple capricho con nombre Harry y apellido Styles? No, no quería y no lo hice. Sólo había una manera de asegurarme de que hacía bien en casarme con Liam, y era pensando en que de verdad le quería y recordándome todo lo que había sentido antes.  Estaba segura de que era lo mejor, y sabría que los días retomarían aquello que sentía por él.

Cogí aire y pulsé el botón del timbre. Sujetaba mi bolso con fuerza para calmar los nervios. Escuché pasos detrás de la puerta, presentía que Liam se acercaba hacia la puerta. Escuché desechar la llave y abrir la puerta. Allí estaba, con una camiseta de tirantes y unos pantalones del chándal, sin zapatos.

-Buenos días. – Me dijo.
-Hola… - Le contesté.
-Pasa. – Me ofreció.

Pasé y fui directamente al sofá donde pretendía mantener una conversación que aclarase toda la situación. Me sentía como una auténtica desconocida, aún estando en la que había sido por mucho tiempo, y por aquel entonces era, mi propia casa.

-¿Dónde has dormido? – Me preguntó Liam sentándose a mi lado.
-Qué más da…
-Ya… bueno… - Dijo Liam mirando al suelo y encajando sus manos. -¿Qué quieres hablar?
-Liam… Quiero saber si aún estás dispuesto a casarte conmigo.

Liam me miraba confuso y aún no se atrevía a contestarme. Yo le miraba extrañada y deseando que se decidiese a darme una respuesta.

-Aún ha pasado poco tiempo…
-Lo sé, pero necesito una respuesta, Liam. No quiero presionarte, pero esta situación me puede.
-Deberías de haber pensado todo antes de hacerlo…
-No quiero perderte.
-No sé, _____. Yo te quiero, pero no estoy seguro de que tú me quieras a mí…
-Te prometo que si nos casamos, vuelvo a España contigo.

Esa frase que había dicho me salió realmente del corazón, pero no pensé en todo lo que podía venir tras ella. Me refería a dejar todo. Mi vida en Londres, mis amigas como Cris y Perrie, mi trabajo y… también me refería a dejar a Harry.

-Te prometo que no volveré a saber nada de él. Yo te quiero a ti. Él tan solo es un capricho. En cuanto salga de esta casa iré a hablar con él y le diré que no podemos volver a vernos… Te lo prometo.
-Yo te quiero. – Me dijo Liam sorprendido de lo que le acababa de decir. – Pero tengo miedo de que te cases conmigo queriéndole a él.
-Si de verdad le quisiese a él no estaría aquí diciéndote que me quiero casar contigo, es algo serio.
-¿Estás segura de que quieres compartir el resto de tu vida conmigo?  - Me dijo con una sonrisa medio dibujada en su rostro.
-¿Lo estás tú?
-Por supuesto. – Me contestó.
-Pues ahí tienes la respuesta.

Liam se levantó del sofá y yo me levanté a su vez. Me puse delante de él y tras unos segundos mirándonos y sonriendo, nos abrazamos y besamos locamente.

Sabía que no me había comportado como todo el mundo debe de comportarse cuando se supone que quieres a alguien, pero de verdad esta vez sentía que casarme con Liam era lo correcto. Ahora quedaba la segunda parte: Informarle a Harry.

Me despedí de Liam y entré en la casa con la copia de llaves que me había prestado. Entré y él no estaba, debía de haberse ido a correr como todos los fines de semana hacía, al menos cuando vivíamos juntos. Fui a comprobar que todas mis cosas estaban guardadas en la mochila que la noche anterior llevé hasta esa habitación y la cogí. Después me fui al salón y solté la mochila en el sofá. Iba de un lado para otro y miraba nerviosa las paredes. Preferiría que él estuviese ahí para poderle soltar todo tal cual lo pensé nada más entrar y no martirizarme más.

 Las llaves encajaron en esa puerta tras media hora de angustia. Su cuerpo entró por la puerta y mi corazón y mi estómago dieron un giro completo a la vez. En las manos traía bolsas, parecían de la compra.

-Buenos días. – Me dijo con una sonrisa.
-Hola… - Le dije desganada. -¿Qué traes ahí? – Curioseé tras unos segundos de silencio dejando que él pasase al salón.
-Fui a comprar té y cosas que sé que te gustan. – Me dijo dejando las cosas en la encimera de la cocina y secándose el sudor con el brazo.
-No creo que… - Tragué saliva. – No creo que sirvan…
-¿Cómo? – Preguntó Harry extrañado.
-Ven, por favor. Siéntate. – Le dije sentándome yo primero en el sofá y dando un pequeño golpecito en el respaldo de éste. Harry me hizo caso y tomó asiento. – Tengo algo que decirte
-Me lo imagino. – Dijo algo seco.
-¿Puedo explicarme y luego sacas tus propias conclusiones?
-Adelante. – Su cara estaba seria y atenta a todo lo que le tenía que decir, que como ya dijo, se lo olía.
-Regreso a España con Liam. Regresaré para casarme con él y… no volveré aquí. – La cara de Harry fue completamente un cuadro para dibujar. Él no se esperaba eso, no se lo esperaba para nada. – Y… espera. – Rebusqué dentro de mi mochila y saqué el sobre donde estaba el billete a París. – Dáselo a alguien que se lo merezca, no a mí. Lo siento…

Me levanté con las lágrimas a punto de salir de mis ojos y cogí mi mochila. Harry sujetaba el sobre aún sentado en el sofá y mirándome como en segundos desaparecería de su piso y posiblemente de su vida, para siempre.

-Espera. – Decidió a decirme. Se acercó a mí. Subí algo mi mirada para encontrar sus ojos. -¿De verdad te casas con él?
-Sí Harry. Está decidido.
-Bien… Toma. – Me dijo ofreciéndome los dos billetes de París. – Aquí tenéis vuestra luna de miel.
Miré los sobres y los rechacé.
-Vamos, cógelos. – Insistió Harry. – Al menos lo disfrutaréis.
-Gracias… - Le dije amablemente. – Espero que tú también encuentres a alguien que sepa hacerte feliz, y que sepa valorarte como yo no he sabido. Lo siento Harry. – Le dije dándole las llaves de su apartamento que me había dejado prestadas.

Sus ojos llorosos me miraban gritándome que no me fuese de su lado. Le besé la mejilla y abandoné ese piso. Lo que estaba haciendo era realmente lo adecuado. Era lo mejor para él y era lo mejor para mí.

Llegué a mi casa donde Liam me esperaba.

-He reservado los billetes de regreso a España para esta misma noche. Recoge tus cosas, ¡volvemos a casa!  - Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja. 

PD. RECTA FINAL, RECTÍSIMA. ME GUSTA POR EL SIGUIENTE CAPÍTULO? 



Capítulo 39.


El silencio reinaba en aquel salón donde solo se escuchaba las agujas del reloj que decoraba la sala al lado de la televisión. Su mirada iba atenta hacia la mía intentando encontrar la respuesta de aquella pregunta que me acaba de lanzar. Esa propuesta que no sabía qué contestar, qué sería lo adecuado. El tiempo se me acababa para responder a esa y a todas las respuestas que se me pasaban por la cabeza. Para tomar un camino adecuado. 26 días, 8 horas y algunos segundos para decidirme. 

-¿A París? – Contesté.
-Claro. Una vida juntos, en un país diferente, gente diferente y todo diferente. Sin nadie que se interponga.  – Me dijo ofreciéndome mi sobre.
-Harry… ¿Estás loco?
-Creo que te he contestado muchas veces esa pregunta.
-No me hagas contestarte ahora a eso. – Le rogué.
-Está bien. En ese sobre va tu billete. Te espero el jueves en el aeropuerto. Si vienes conmigo, te haré la chica más feliz del mundo. Si no, desapareceré por completo de tu vida.

Mi mirada iba hacia el billete. ¿Y si me iba? ¿Y si abandonaba todo? ¿Y si hacía por fin lo que yo quería y no lo que yo debía? Podía ser egoísta y solo pensar en mí desapareciendo de aquella boda, dejando a toda esa familia en la iglesia y sin aparecer en el altar. Pero no, no podía serlo. A Liam le quería, y a lo mejor no tanto como para casarme con él, pero si lo suficiente como para no hacerle eso.

-Buenas noches. – Harry me besó la frente al ver que no tenía intenciones de contestarle a lo que me acababa de decir. – Tu habitación es la del fondo. – Me guiñó el ojo y desapareció.

Me levanté de aquel sillón con el sobre del viaje que cambiaría mi vida en la mano. Caminé a oscuras hasta llegar a mi cuarto y abrí la puerta. No quise encender la luz ya que quería acostarme, con la luz del exterior me servía. Me cambié lo más rápido que pude y abrí la cama. Me senté sobre aquel colchón cuando algo me cogió con la cintura y me tiró para atrás. Mi grito debió de superar los decibelios permitidos.

-¡Oh Dios mío! – Dije casi asfixiada del susto y levantándome de la cama. - ¡Harry!
-¿Qué pasa? ¿No me conoces? – Me dijo medio riéndose.
-¿Qué haces aquí?
– No hay más camas.
-¿¡QUÉ!?
-Tendrás que dormir conmigo. Acostúmbrate, lo haremos a menudo.

Me mantenía de pie mirando aquella cama mientras que Harry me miraba acostado al lado de la ventana en esa amplia cama. Dio dos golpecitos al colchón.

-Vamos, túmbate. – Me exigió.

Me acerqué a aquella cama y me tumbé a su lado, algo tensa y fría. Noté como su cuerpo se acercaba al mío y buscaba mi mano para encajarla.

-¿Qué haces? – Le pregunté sorprendida.
-Tengo las manos frías.
-Harry, las tienes ardiendo.
-Deja de buscar excusas, ¿no te das cuenta de que quiero cogerte la mano y ya está?

Sonreí por primera vez en esa noche y continuaba mirando al techo donde se proyectaban las hojas de los árboles del exterior.

-Esto es muy irónico. –Dije.
-¿Por qué? – Preguntó.
-Estoy haciendo todo esto tan mal… pensaba que sabría controlarlo pero…
-¿Me puedes ser sincera por una vez? – Me preguntó Harry.

Me quedé en silencio varios minutos pensando en si esa pregunta de Harry sería la adecuada en ese justo momento.

-¿Puedo? – Le dije indecisa.
- Imagina que soy Perrie, vamos. Sé sincera.
-Jamás pensé que se me fuese a ir todo esto tanto de las manos… Es todo tan raro, tan extremadamente… confuso.
-No, _____. Jamás contaste con que me ibas a encontrar y te ibas a enamorar de mí.

Me incorporé de la cama y le miré, aún sin soltarme de su mano.

-Eres un egocéntrico. – Le dije.
-Soy realista. – Harry se incorporó y se puso a mi lado. – Dime mirándome a los ojos que no estás enamorada de mí.

Le miré a los ojos intentando contener la mirada mientras decía algo que era de nuevo, otra mentira.

-No est…
-No puedes. – Me interrumpió Harry.
-¡Pero si ni siquiera me has dejado decir la frase completa! 

Dije mientras miraba a Harry tumbarse de nuevo en el colchón con su brazo detrás de su cabeza, su mano derecha aún continuaba encajada con la mía. Yo hice lo mismo.

-Creo que debemos dormir… - Dijo Harry.
-A mi me costará… - Dije de nuevo pensando en el tema de Liam, que gracias a Harry, se me había quitado durante un rato de mi mente.   
 -Me encantaría que esta escena fuese diaria… - Me dijo Harry mientras agarraba mas fuerte mi mano.
-Harry, me haces daño. – Me quejé.
-¿Y ahora?

Harry me besó el cuello. La piel se me puso de gallina ya que a parte de sus labios rozando cada centímetro de mi cuello, notaba como su oxígeno chocaba con mi piel haciendo una mezcla química que podría crear el fin del mundo.

-Buenas noches, pequeña.

Me dijo Harry separándose de mi cuello y poniéndose de lado apoyando todo su cuerpo sobre su lado derecho. No soltaba mi mano. Su brazo rodeó mi cuerpo por la cintura, lo que hizo que me abrazase. Le miré de reojo y veía que él me miraba a los labios.

-No puedo hacerlo. – Le dije insinuando que me moría de ganas por besarle los labios, y en esa situación, no solo eso.
-Bien.
-Él está destrozado en mi casa y yo… yo no quiero engañarle más.
-No sólo le engañas besándome. – Me dijo Harry creando un incómodo momento.
-¿Qué insinúas?
-Da igual. Intenta dormir, ¿vale? Hasta mañana.

Harry soltó mi mano y se giró hacia el lado de la pared. Yo me giré hacia el lado contrario al suyo dando 
espalda contra espalda. Agarré la manta y de nuevo me puse a llorar de la impotencia. ¿Cómo había podido llegar a tal extremo? No me merecía a ninguno. A ninguno de los dos. No me merecía ser feliz ni con Liam ni con Harry. Eran dos personas maravillosas y no se merecían querer a alguien como yo.

-¿Por qué lloras? – Me preguntó.
-Pensaba que te habías dormido ya. – Le dije sin cambiar de posición, al igual que él.
-Sabía que si lo hacía ibas a hacer lo que estás haciendo.
-Déjalo Harry… Mejor duérmete.

Se levantó de la cama y se puso de cuclillas en frente de mí.

-Mírame. – Me dijo. – Levanté mi mirada llorosa y la dirigí hacia su mano que agarraba mi barbilla. – Decidas lo que decidas, será una buena decisión. Siento habértelo preguntado tan apresuradamente, pero no podía resistirme más…
-No es tu culpa, es la mía.

Me miró y se puso en pie de nuevo.

-Mejor me voy a dormir al sofá. – Me dijo. – Descansa.

Cogió una manta de detrás de la puerta y abandonó la habitación. Minutos después, caí rendida de madrugada. El día que me esperaba era difícil. Debería de elegir muchas cosas sobre mi porvenir.  ¿Harry o Liam? Mi cabeza decía Liam, mi corazón decía Harry. Pero aún así, esa era la pregunta que nada era capaz de responder. 

PD1. RECTA FINAL de 'Apparead' 
PD2. Me gusta si quieres que haya segunda temporada.


Capítulo 38.


Miraba atenta a los ojos de Liam intentando que él me contestase a esa pregunta. No paraba de ir de un lado a otro en la habitación. Necesitaba que me contestase, sería una de las decisiones más importantes de mi vida.

-No lo sé. – Contestó tras varios minutos de silencio.
-¿Cómo que no lo sabes? – Dije desesperada.
-Sólo pienso en cómo me has podido hacer esto y en cómo he podido ser tan estúpido de no darme cuenta. 
-Liam, estaba realmente confusa… - Le dije.
-¿Y si lo estabas por qué aceptaste casarte conmigo? ¿Por qué me pediste que me viniese a vivir aquí contigo? ¿¡POR QUÉ!? – Su rabia aumentaba a cada milésima, y era algo que comprendía.
-Porque no quería hacerte daño, joder. – Alcé la voz yo también.
-Pues lo has hecho.

Liam se relajó y se sentó en el sofá que tenía en el escritorio. Su mano derecha en la sien y negaba con la cabeza. Esta situación era totalmente extraña. Esto me venía bien empleado. Por mentirle a él y a Harry, por mentirle a todos. Y, también, por mentirme a mí. ¿Cómo pretendía casarme con una persona que no quería? Me haría daño a mí y le haría daño a él… Sobre todo a él.

-Escúchame. – Liam giró la silla contra la pared para que yo no le viese caer de nuevo las lágrimas por su cara.  –Tengo una rabia ahora mismo por dentro, que sé que en cualquier momento puedo hacer algo de lo que me voy a arrepentir toda mi vida. Por eso prefiero pensar. Esta es una situación difícil y… dolorosa.
-Está bien. Piensa.
-Me iré de aquí unos días. –Me dijo.
-¡NO!- Me levanté corriendo de la cama y me puse detrás de su silla que ni se inmutó. – Si alguien se tiene que ir soy yo…
-Pues vete ya. – Esas palabras que decía Liam se me clavaban como espadas. Pero, todo esto lo había conseguido yo sola. Le miraba su cabeza. Yo estaba realmente dolorida. – Por favor. – Terminó la frase.

Tras tomarme unos segundos para intentar encajar toda la situación, abrí el armario y saqué una mochila con un par de conjuntos.

-Mañana vendré a por más cosas. – Le dije. – No quiero molestarte más. – Me puse la mochila sobre los hombros y abrí la puerta de la habitación. –Lo siento… - Añadí antes de cerrarla.

Salí de aquel cuarto y escuché un gran golpe dentro de esa habitación. Jamás había visto así a Liam, y prometo que me daba rabia que fuese por mi culpa.

-¿Dónde vas? – Me preguntó Cris cuando atravesaba el salón.
-Me voy a pasar la noche a algún lado…
-¿Estás loca? – Me dijo sobresaltada. – No, tú no te vas.
-Cris, tranquila. Estaré bien. Es lo mejor. No puedo estar con Liam, al menos en unos días… Él necesita pensar y supongo que yo también…

Cris asintió con la cabeza dándome completamente toda la razón. Ella, al igual que yo, sabía que me lo tenía merecido. Esto era lo que realmente se merecía una persona mentirosa como yo lo era, el quedarse sin nada. 

Salí al rellano y me dirigí al interruptor de la luz intentando sostenerme de pie. Mis piernas temblaban con mis manos y mis lágrimas eran la única cosa que destacaba en mi cara. Me apoyé en la pared dejándome escurrir con la mochila hasta aterrizar en el suelo.

¿Por qué? Esa era mi pregunta. ¿Por qué me tuve que venir a Londres? ¿Por qué me tuve que encontrarme con Harry? Mi vida ahora sería ideal. Me casaría con el hombre perfecto, me casaría con el hombre que quería. ¿Por qué ese chico apareció en mi vida? Solo había venido para romperme todos mis esquemas y para dejar que cometiese locura tras locura. Para sacar a alguien que habitaba dentro de mí que no era yo.

-¿Qué haces aquí? – Una voz masculina me hizo aterrizar en la realidad e intentar buscar en esa oscuridad la silueta que me dijese quien era.
-¿Quién eres? – Pregunté.

Sentí como alguien se acercaba hacia mi sitio y pulsaba el interruptor de la luz. Mi cara se alzó hacia arriba y comprobó que era él, que era Harry.

-No, por favor. Vete. – Le supliqué.
-¿Pretendes que me vaya viéndote aquí sentada en el rellano, hecha polvo? Ni lo pienses. – Me dijo sentándose a mi lado.
-¿Qué querías con ese mensaje? ¿Qué pretendías con ese puto mensaje, Harry? – Le dije llena de rabia, yo también.
-Decirte la verdad. – Dijo serena y sinceramente.
-Pues la jodiste, ¿sabes? – Me levanté de su lado y cogí mi mochila. Me puse camino a las escaleras cuando el de nuevo me frenó.
-¿Qué ha pasado?
-Liam se ha enterado de todo. De todo lo que ha pasado entre tú y yo gracias a aquel mensaje. – Le dije. – ¿Qué hago ahora con todo? Este último año y medio que he estado con él se ha ido a la mierda, completamente. El hombre con el que iba a compartir toda mi vida se ha enterado de lo estúpida y mentirosa que he sido todo este tiempo, y me lo tengo bien empleado. ¡CLARO! Incluso me merezco algo peor.
-Eh, eh, eh. – Me intentó tranquilizar Harry. – No exageres.
-¿Y tú? Mintiéndome. Claro, ese camino sería el adecuado. El de mentir a la supuesta persona que quieres. – Le gritaba en aquel rellano.
-¡Tú me hiciste eso durante meses enteros! – Gritó él también. Mi cara se quedó perpleja y boquiabierta. Harry tenía razón. – Y sin embargo yo te perdoné y comprendí, porque te quiero y te quise desde el primer momento que te vi.  

Mi cara era completo desconcierto. Harry tenía razón y no sabía que decirle. Tras unos minutos de silencio, Harry se acercó a mí y cogió mi mochila.

-Entra a casa, te puedes quedar al menos esta noche. – Me dijo.

Le hice caso y entré a ese piso tan similar al mío. Harry fue hacia una habitación a dejar mi mochila mientras yo echaba un vistazo al salón sentándome en el sofá y llorando aún de impotencia. A los dos minutos Harry volvió al salón y se sentó a mi lado.

-No quería ser tan brusco. – Me dijo arrepentido.
-No te preocupes, tienes razón…
-¿Leíste el mensaje?
-Sí.
-Sé que es mal momento, pero, ¿me puedes decir qué piensas?
-Ahora mismo estoy muy confusa, Harry.
-¿Y qué sientes?
-No…
-Siento haberte mentido… - Me dijo totalmente arrepentido.
-Y yo también siento que lo hicieras. ¿De verdad lo veías necesario?
-¿De verdad veías tú necesario mentirme durante meses y decirme que no tenías novio, haciéndome esto? ¿Qué ganabas?
-Harry… Yo también lo siento, de verdad. Sé que está mal y todo esto está mal…
-Estoy enamorado, ______. –  Me dijo. Mi mirada se levantó hacia sus ojos. – Y no me perdonaría nunca el dejar que te casases con él. No me perdonaría jamás perderte… Quiero despertarme y verte todos los días a mi lado. Me encantaría verte de nuevo todos los putos días por la noche mirándome como te preparo el té. Volverme loco pensando en cómo te puedo ayudar a cumplir tu próximo sueño. Me encantaría llevarte todos los días el desayuno en la cama con un ‘Buenos días pequeña, cómete el mundo que de lo demás me encargo yo.’ Eres la persona con la que quiero compartir el resto de mi vida y con la que quiero casarme y tener hijos.
-Harry, yo también te he querido…
-¿Y ahora?
-Me juraste no volvérmelo a preguntar…
-Necesito saberlo.
-Ya te lo dije, estoy muy confusa, Harry.
-No te cases con Liam.

Harry estaba en silencio después de esa petición. Todo lo que me había dicho me hacía saber y convencerme más aún de que no tenía lo que merecía. Ni merecía a un hombre como Liam a mi lado, ni a un hombre como Harry. Yo me mantenía en silencio sin quitarle la mirada pensando en qué iba a contestar a aquella pregunta. 

-¿No entiendes que es mi felicidad? – Le dije ignorando todo lo demás que me había dicho.
-¿Segura?
-Claro. Por supuesto. Te dije que ahora tenía las cosas claras. Te dije que me casaba en un mes y que no pensaba echarme para atrás. Mi vida está junto a él, Harry, no junto a ti.
-¿Entonces por qué me besaste antes?
-Fue un error…
-Entonces, si te digo que tengo dos billetes de solo ida para París para dentro de seis días, ¿qué me dices?

El silencio reinaba en aquel salón donde solo se escuchaba las agujas del reloj que decoraba la sala al lado de la televisión. Su mirada iba atenta hacia la mía intentando encontrar la respuesta de aquella pregunta que me acaba de lanzar. Esa propuesta que no sabía qué contestar, qué sería lo adecuado. El tiempo se me acababa para responder a esa y a todas las respuestas que se me pasaban por la cabeza. Para tomar un camino adecuado. 26 días, 8 horas y algunos segundos para decidirme. 



Capítulo 37.



*Narra ______*

-¿Quién es a estas horas? – Me preguntó Liam.
-Perrie.
-¿Ah sí? – Preguntó Liam.
-Claro. – Le dije.
-¿A ver?

Liam me cogió el móvil.

-¡No! – Le dije.

Él hizo caso omiso a mi petición y desbloqueó el móvil

-¿Harry? – Preguntó. -¿Qué hace él mandándote mensajes? ¿No era Perrie?
-Sí… yo… Liam, no lo leas. – Le supliqué.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?

Su mirada fue fija a la pantalla y comenzó a leer para él. Su cara era completamente de sorpresa y yo comenzaba a llorar de la impotencia. No sabría lo que estaría leyendo. Sus lágrimas comenzaban a caer y ya me temía lo peor.

-Ya entiendo todo. – Era Liam. –Entiendo completamente todo.
-Oh Dios… - Me lamenté
-Explícame qué es esto. – Me tiró el móvil y comencé a leer. 

‘Sé que este no es el momento ni el medio, pero he de decírtelo. Jane no está ni estará. Me dejó porque se enteró de que te quería y me dijo que volviese a Londres contigo. Ella quiere a Joe y no sé si habrá conseguido encontrarle. Y… ¿por qué te dije todo eso? Porque necesitaba enamorarte, ganarte otra vez. Necesitaba sentir lo que sentí el día que te vi en aquella habitación. Y sabía que si no te decía que Jane vendría conmigo, tú sabrías que vendría a eso y me ignorarías. ¿Por qué lo hice? Porque estoy enamorado. Enamorado de ti, Eso, eso era lo que me pasaba. No quería enamorarme. Por eso te animé a que te casases con Liam, porque sabía que si te casabas serías algo prohibido y esa sensación se iría de mí. Y si me escapaba, lejos, muy lejos, ni siquiera sabría de ti y te olvidaría. Pero todo eso era lo contrario. Te recordaba a cada segundo, a cada milésima. Cada beso con Jane alimentaba más mi sentimiento por ti. Ahora quizá ya sea tarde, y te pido perdón por mentirte. Y, a lo mejor es tarde, pero… no quiero que te cases. No lo hagas, por favor. Te necesito conmigo, para siempre.’

Harry acababa de confesarme en ese mensaje todo. Todo incluso que Jane no había pisado jamás este suelo. Rogándome que no me casase. Ahora entendía la cara de Liam mientras que la mía era totalmente un sinfín de sentimientos: Dolor, decepción, impotencia y amor... amor por dos personas increíblemente importantes en mi vida

-Liam… yo… - Me atreví a decir levantándome de la cama.
-Espera. – Me interrumpió. – Sólo contéstame a lo que te pregunte. Por favor.  – Yo le miré con los ojos llorosos. -¿De verdad le conocías solo de ser el hermano de tu mejor amiga? ¿De verdad los hermanos de tus mejores amigas te dicen esas cosas? Ahora entiendo tanto…
-Liam. Espera…
-¿Y pretendías que nos casásemos? – Sus ojos empezaban a enrojecerse y Lou y Cris vinieron al escuchar las voces tan alzadas.
-Eh, ¿qué pasa? – Preguntó Cris asomándose por la puerta.
-Vosotros lo sabíais, Lo sé. ¿Por qué no me habéis dicho nada? ¿Por qué seguíais sin decirme nada después de saber que vivía en una farsa? Encima vive en frente. Seguro que os estáis comiendo los morros todos los días.
-Eh, tranquilo. – Dijo Lou. – Te aseguro que eso no es así.
-¿Ah no? – Elevó la voz Liam. –Diles, _____. ¿Quién te ha mandado ahora el mensaje? ¿Harry o Perrie? Venga, déjaselo ver.

Liam se acercó a mí y me quitó el móvil de las manos de nuevo. Comenzó a leer el mensaje de  Harry en voz alta mientras yo lloraba desconsoladamente entre los brazos de Cris y bajo la mirada sorprendida y atenta de Lou.

-Ahora, también me vas a decir que me querías, ¿no? – Dijo Liam lanzándome de nuevo el móvil. –Por cierto, dile a tu amiguito que no habrá boda. Me largo de aquí.
-Espera. –Me levanté. –Espera Liam, por favor. – Me puse delante de su cuerpo y le frené con los hombros. Sus ojos llorosos me miraban llenos de rabia e impotencia. -¿Me puedes escuchar? Después, si quieres vete, pero al menos escúchame primero. – Liam me miraba intentando negarse. – Por favor. – Le supliqué.

Liam quitó mis manos de sus hombros y se sentó en la cama mientras Lou y Cris abandonaban la habitación para dejarnos intimidad. De nuevo Liam se levantó de aquel colchón y yo me situé en él. 

-No te pido que me comprendas. Solo te pido que por favor me escuches, todo tiene una explicación. – Le dije.

Liam daba vueltas por la habitación mientras yo estaba sentada en la cama mirando su desesperación. – No vivía en la casa de Perrie, ni siquiera era mi compañera de piso. Yo desde el principio viví aquí y Harry era mi compañero de piso. No tenía ni idea de que él estaría aquí, no lo sabía. Algo me dijo que no podría decirte nada, ya que estarías intranquilo.
-Claro, y preferiste mentirme.
-¡Escúchame! – Le exigí. – Empezamos a compartir cosas y él empezó a comportarse de forma… peculiar conmigo. Algo se pasó por mi cabeza y… empecé a sentir cosas por él. – Esa frase se le clavó en el corazón a Liam y comenzó más a llorar. – Hice mal, lo sé. No te voy a contar cada detalle, no te voy a contar cada historia, no te voy a contar nada que te pueda doler.
-¿Ya? – Dijo intentando esquivar aquella temida situación.
-No quiero perderte, Liam…
-¿Ahora? – Él rió sarcásticamente. – Habértelo pensado antes de hacer lo que hiciste.
-Liam, por favor, no me dejes.
-_____, me has hecho daño. Muchísimo. – Sus lágrimas resbalaban por todas sus facciones.
-Lo sé… y lo siento…
-¿Pretendes que ahora siga como si nada? – Me preguntó. –Necesito tiempo, ______. Comprende que se supone que nos casamos en 27 días y yo… yo estoy tan confundido. No eres como pensé…
-Lo soy, claro que lo soy, Liam.
-Dime una cosa, ¿tú le quieres?
-Yo…
-Vale, está claro. – Me interrumpió.
-No Liam. Contéstame ahora a algo, si te pido que te cases conmigo, ¿lo harías? ¿Lo vas a hacer?

Mi corazón latía a mil por hora intentando mantener la calma mientras Liam se pensaba esa respuesta que podría cambiar mi vida. Y cuando me la contestase, ¿qué haría yo? Harry me pedía que no lo hiciera, y Liam, Liam acababa de descubrir todo lo que llevaba ocultándole todo este tiempo… ¿Qué harían? ¿Qué hacía yo? 

PD. Me gusta si quieres el siguiente ;)