Habían
pasado siete meses desde que Harry y yo nos casamos. Ese día fue el más extraño
de toda mi vida, pero también el más feliz. Harry me había hecho feliz todos y
cada uno de los días. Me había sacado sonrisas y me había demostrado que se
podía tocar el cielo con la yema de los dedos sin siquiera despegar los pies de
la tierra.
Volvimos
a Londres después de pasar unas semanas en España con mis padres. Nuestra vida
juntos era vivir en aquella magnífica ciudad. Poco tiempo después, Niall se
puso en contacto conmigo y recuperé mi anterior trabajo.
En
cuanto a Liam… no supe mucho de él después de ese día. No quise contactarle y
él tampoco intentó mucho por hacerlo. Ninguno nos comportamos bien y
pensaba que nuestra relación se deterioró demasiado con todos los daños que nos
habíamos hecho ambos como para intentar hablarlo. Lo único de lo que me enteré
gracias a mi amiga Eva, fue que se estaba viendo con una chica después de aquel
día. Sinceramente, me alegré mucho, él también merecía ser feliz fuese con
quien fuese.
En la
actualidad no me hacía falta tampoco un Liam Payne en mi vida. Me dolía
admitirlo, viví muchísimas cosas buenas con él, pero, ahora ese hombre no tenía
ningún sitio en mi vida.
-¿Está
lista ya la señorita? – Harry golpeó la puerta de la habitación y se adentró
diciendo esa frase.
-Cinco
minutos. – Le dije sonriéndole.
-Bien,
esperaré en el sofá. – Dijo
-No
exageres, sabes que tardo poco.
-Estás
preciosa. – Me dijo con una sonrisa en la cara mientras yo luchaba con mi
pendiente para que encajase en mi oído.
-Gracias,
cariño.
Harry
se acercó a mí y me cogió por la cintura mientras me miraba a través del
espejo. Acariciaba mi tripa. Estaba orgulloso, al igual que yo.
-Estoy
dispuesto a hacer todo lo que sea para que seas la persona más feliz del mundo.
– Me susurró al oído.
-Lo has
hecho siempre, y lo sigues haciendo. – Me giré y le besé.
Sí.
Podía decirlo incluso asegurarlo. Era la persona más feliz del mundo. Y mi
felicidad tenía nombre y apellido: Harry Styles.
Salimos de nuestra nueva casa. Nos habíamos cambiado por un chalet que había
en venta a algunos metros de la casa de Perrie, el apartamento se lo quedaron Louis y Cris.
Ahora andábamos
camino a casa de Perrie. Ese tremendo frío que quebraba a cualquier ser humano
los huesos, se sentía. Era Navidad y pasaríamos la noche con Zayn, Perrie y el
pequeño. Había nacido su hijo hacía algo más de un mes. Edward. Así se llamaba.
Igual que su tío. Igual que Harry.
Llegamos
a la casa de Perrie y llamamos al timbre. Harry me ensanchó la mano y aún no me
acostumbraba a no tenerme que esconder de nadie y no tenerme que arrepentirme
de nada. Ahora era a él a quien se la debía de dar, y era a él a quien quería
darle la mano todos los días de mi vida.
Tobie
de nuevo se volvía loco y solo sabía ladrar. Zayn, salió, y menos mal. Hacía un
frío tremendo. Diciembre, frío Diciembre.
Mientras
se acercaba Zayn me acordaba de la vez que besé a Harry en esas escaleras por
donde estaba bajando en ese momento. Ese día me arriesgué a perderlo todo, a
perder a Liam, pero, ¿qué sería de la vida si no se cometiesen locuras
semejantes?
En esos
meses no me habían faltado ni cariños ni nada parecido. Harry se había
encargado de darme todo lo que necesitaba, todo lo que una chica con 21 años
necesitaba. Consiguió un trabajo bastante
estable con el que ganaba un sueldo alto. Él se empeñaba en hacerme la persona
más feliz del mundo, y lo hacía. Lo hacía como nadie.
Entramos
en la casa y nos acomodamos en el sofá mientras Perrie terminaba de retocar la
mesa. Solo cenaríamos nosotros, pero ella era muy perfeccionista. Estaba
preciosa, igual que siempre. Parecía mentira que apenas un mes atrás hubiese
dado a luz. Estaba estupenda. Su vestido hacía ver sus perfectas y envidiables
curvas. Después de terminar de retocar todo la mesa, se acercó a Zayn y se
sentó a su lado mientras miraba a su bebé que estaba en brazos de Harry.
-¡Es
precioso! Sigo diciendo que se parece a mí– Exclamaba Harry mientras miraba a
su sobrino.
Yo
miraba a Perrie orgullosa. El brazo de Zayn le rodeaba todo el cuello y sus
ojos transmitían cansancio. Pero sin embargo, jamás perdió la ilusión en
aquella mirada que me mandaba.
Harry
seguía concentrado mirando a aquel niño que en un futuro, y ahora, era precioso.
Ed. Así le apodaríamos.
El bebé
empezó a protestar cuando Harry le agitó demasiado la cabeza.
-Creo
que aún no tengo mucha maña para esto de los bebés. – Dijo con una sonrisa.
Perrie
se acercó a él y cogió al bebé entre sus brazos. Él directamente se calmó bajo
las miradas atentas de sus dos padres. Yo me levanté y me senté al lado de
Harry. Él me besó la frente y posó su brazo en mi hombro rodeando todo mi
cuello.
-Si
queréis, podéis ir yendo a la mesa, llevaré a Ed a la cuna y volveré enseguida.
– Sugirió Perrie.
Todos
asentimos y nos dirigimos a aquella mesa perfectamente preparada por Perrie.
Harry y Zayn se dieron un fuerte abrazo en forma de amistad. Un año atrás jamás
me imaginaba que Zayn y Harry podrían soportarse. De hecho, nada de lo que
estaba pasando podría imaginármelo un año atrás.
Nos
sentamos y fuimos sirviendo la cena esperando que Perrie llegase. Allí bajaba,
con un walkie-talkie de
un osito para escuchar al bebé si se quejaba. Lo dejó a
su derecha y se sentó al lado de Zayn.
-¿Brindamos?
– Zayn se puso de pie y elevó la copa de vino.
-Brindemos.
– Le siguió Harry.
-¿Por
quién? – Preguntó Perrie.
-Por
nosotros cuatro. Porque a pesar de todos los obstáculos del camino, ahora todos
somos felices junto a la persona que queremos. – Dijo Zayn con una sonrisa.
-Brindemos
entonces porque tengo a la mejor hermana del mundo, al mejor cuñado, y a la
mejor esposa que cualquier hombre pudiese desear. – Añadió Harry chocando su
nariz con la mía.
-Yo
brindo por la maravillosa mejor amiga y cuñada que tengo. Quien me apoyó en
todo y siempre estuvo ahí para escucharme. Quien confió en mí desde el primer
momento. – Continuó Perrie. – Te aseguro que eres la mejor persona con la que
podía haber dado el grandullón de mi hermano, al cual adoro con toda mi alma.
Sin ti no hubiera sido nada de esto posible.- Dijo Perrie dirigiéndose a Harry
y con sus ojos algo brillantes. – Y también brindo por Zayn. Mi esposo y el
padre de mi hijo. Quien me hizo darme cuenta de que el amor verdadero existe y
quien me hizo conseguir afrontar todo con todas mis fuerzas. Te quiero. Y
también brindo por aquel pequeño que me ha regalado este hombre, que con tan
solo un mes de vida, daría la mía por él. No entiendo como a algo tan pequeño
se le puede querer tanto…
-Pues
yo… - Cogí aire de aquella situación tan emocionante que acababa de vivir con
las palabras de Perrie. – Brindo por mi mejor amiga. La que siempre me ha
prestado su hombro y apoyo cuando lo he necesitado. Quien siempre me ha cubierto
las espaldas y ha sabido aconsejarme y escucharme. De verdad, gracias. – Miraba
a Zayn. – ¿Quién me iba a decir que el chico moreno de la mecha rubia que me
ayudó a subir las maletas a mi apartamento el primer día que pisé esta ciudad iba
a ser el marido de mi mejor amiga? Gracias por todo, por saberme guardar los
secretos como nadie y por todo. Y bueno…– Miré a Harry. – Brindo por la persona
que más locuras me ha hecho hacer, de las cuales de ninguna me arrepiento.
Brindo porque me he ido a enamorar de la mejor persona del mundo. Del hombre
que toda mujer desea tener. Gracias por enseñarme lo que es amar. Gracias por
acompañarme en esta aventura de la vida y gracias por estar en todo momento que
necesitaba un abrazo tuyo. Bendito día en el que tu mirada dio con la mía y
bendito día en el que me casé contigo… Gracias por enamorarme cada día más,
Harry. Te quiero.
Harry
me abrazó y besó la frente mientras vivíamos todos aquel momento tan
sentimental.
-Y
bueno, creo que debo añadir yo algo. – Dijo Harry. – Ahora debemos de brindar
también por esto. – Harry acarició mi tripa. Zayn se quedó extrañado.
-No… -
Perrie lo entendió perfectamente.
- Sí... - Confirmé. - ¡Estoy
embarazada! – Dije con una enorme sonrisa y entre los brazos de aquel chico de veintitrés
años que un año atrás se chocó conmigo en esa pequeña habitación de un piso en
el centro de Londres.
Él, Harry
Edward Styles. El hombre que, simplemente, apareció.
PD. Os agradecería que me dijeseis qué os ha parecido en un comentario aquí: http://ask.fm/sttories1D
~ Y ahora, gracias a todos y todas los que habéis seguido mi historia. Gracias por esos días que me poníais muchísimos comentarios tan intensos y sentidos. Gracias a todas esas personas que se han tomado esta historia tan enserio y quien ha valorado tanto mi trabajo. Sin vosotros, esta historia solo se hubiera quedado en el prólogo. ¡Os quiero!