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Capítulo 6.


-Por cierto.- De nuevo su habla tan lenta sonaba. –Acabo de hablar con Perrie y me dijo que le acababan de llamar del trabajo y tenía que ir, así que no podrá venir a comer, viene por la noche. - ¿Qué? ¡¿QUÉ?! No puede ser, había quedado con ese chico de nombre raro y de mecha rubia.
-No. Yo por la noche he quedado. – Solté sin pensar.
-¿Te has echado amigos ya? Pensaba que no te había dado tiempo. – Me dijo.
-Bueno, el cartero es algo sociable. – Dije. El don aumentaba.
-Guau. – Se puso las manos en la cabeza. - ¿Viste al cartero bien? Es demasiado mayor para ti, ______ - Evidentemente no caí que Harry le conocería.
-Han debido de cambiar. Ese chico era joven. - Improvisé. 
-Bueno, en ese caso, ¿qué tal si también se viene él a cenar?.
-Ni hablar. No, no.-  Negué con la cabeza.
-No seas aguafiestas. Seguro que es simpático. A las 7.  Díselo. – Dijo tirándose al sofá.

Sí, yo tendría el don de mentir a Harry, pero él tenía el don de convencer a todo el mundo.. Debería de  hablar con el supuesto cartero. Pero ¿cómo? Después de dos minutos intentando pensar como localizarle, recordé que me dio su número de teléfono. Me fui hacía mi habitación y saqué aquel folio algo arrugado. Tecleé su número de teléfono.  A los tres pitidos, descolgó.

-¿Sí?
-¿Layn? Soy ____. Necesito que me hagas un gran favor.
-¿Otra vez tú? – Exclamó. ¿Por qué hablas tan bajito?
-Es una larga historia. Espero no pillarte aún muy lejos de aquí, necesito que vengas de nuevo. Necesito hablar contigo.
-Tuviste suerte, paré aquí al lado a tomar un café. Pero solo te haré el favor con una condición.
- Lo que sea.
-Que te memorices de una vez mi nombre. Soy Zayn. – En ese momento sentí verdadera vergüenza, ese chico debería pensar que estaba realmente loca.
-Lo haré. Gracias, gracias, gracias.

Colgué el teléfono y me arreglé de rápido como jamás antes lo había echo. Fui a toda velocidad al salón y me decidí a abrir la puerta.

-¿Dónde vas? – Me preguntó Harry.
-Voy… a cambiar las monedas! –Dije.
-¿Te acompaño?
-No! No hace falta. Ya pregunto. Hasta luego!

No quise darle ninguna oportunidad más para que insistiese, porque sabía que terminaría viniendo, por eso cerré la puerta inmediatamente y bajé por las escaleras, por si acaso se le ocurría asomarse a la puerta  mientras esperaba el ascensor. 

Llegué al rellano y ahí estaba Zayn.

-¿Qué era eso tan urgente que me debes contar? – Dijo nada mas verme.
-¿Podrías decirme dónde puedo cambiar este dinero? Mientras te voy contando.
-Claro, vamos.

Empezamos a andar por aquellas calles mientras yo, confiaba en que Zayn me llevase a algún sitio donde pudiese cambiar ese dinero.

-Verás… mi compañero de piso traerá a su hermana a cenar esta noche a casa, y quiere que yo vaya… ¿Te importa si vamos a mi apartamento a cenar?
-¡Claro! Será genial. Pero no sabía que tuvieses compañero de piso.
-Yo tampoco. Es una larga historia…  

Zayn era un chico amable. Gracias a él conseguí cambiar mi dinero y quitarme un gran peso de encima.
De nuevo íbamos camino hacía el apartamento. Andábamos a la misma altura, el llevaba las manos metidas en los bolsillos, y llevaba un gorro en la cabeza que le hacía la cara mas dulce de lo que ya ese chico la tenía. 

-Y, bueno, ¿encontraste ya algún trabajo? – Preguntó.
-No me ha dado tiempo a buscarlo. Esta mañana no te mentía cuando te decía que estaba realmente ocupada…
-Siento quitarte tu tiempo, pero necesitaba una cita contigo. Sé que congeniaremos muy bien. – Dijo sonriéndome.

Después de una larga charla y un largo paseo, llegamos de nuevo a mi portal.

- Ah! Se me olvidaba. Tú eres el nuevo cartero del portal.
-¿YO? ¿Desde cuándo? – Preguntó él extrañado.
-Desde hoy. Te veo luego.

Subí por aquellas fatídicas escaleras, montar en el ascensor me dio demasiada pereza. Encajé las llaves en la puerta. El olor a comida enseguida me llegó. Olía realmente bien.  

-¿Qué estas cocinando? – Grité desde la entrada.
-¡Llegaste pronto! – Dijo Harry. Giré la pequeña pared que hacía esquina, mi sorpresa fue el ver aquella mesa decorada. No me lo podía creer. El desayuno, ahora la comida. ¿Harry de verdad era real?
-¿Otra comida nueva? – Dije casi sin poder articular palabra. - ¿Por qué haces todo esto por mi? ¿Eres cocinero?
-Demasiado tiempo libre. -Contestó ofreciéndome una copa. Abrió el vino y lo sirvió a ambos. –Salud.
-Gracias. ¿Por qué brindamos? – Pregunté.
-Por nosotros. – Dijo sonriente.

No, no, no. Pausa. Para. Esto no podía ser. De nuevo ese golpecito en el estómago daba señales de vida. Ese chico estaba intentando ganarme, ese chico tenía un don al igual que yo. Yo al menos lo disimulaba. Él no podía mostrarlo más. ¿Por qué hacía todo esto por mí? ¿POR QUÉ? 

-Toma asiento. – Dijo. – No es la mejor receta que sé hacer, pero espero que te sirva.
-Claro que me sirve. Pero, aún no entiendo por qué todo el paripé. ¿Sólo tiempo libre? Lo dudo. – Dije sentándome a la vez que él en la silla.
-Eso y que quería recibirte como a una señorita, que es lo que eres. Ayer no pude. Y ahora, pruébalo, dime qué te parece. – Había pinchado un cachito de carne con su tenedor que había preparado y me lo estaba ofreciendo.  Esa carne estaba deliciosa.

Empezamos a comer y manteníamos conversaciones sobre nuestro pasado, nuestras amistades, nuestros 
estudios… y… también… nuestras parejas.

-Y, bueno, ¿has tenido muchas parejas? – Obviamente esa pregunta no podía faltar, por mucho que quisiese evitarla.
-Bueno, alguna. – Me limité a decir.
-Los chicos fueron afortunados. – Dijo dando un pequeño trago al vino.
-¿Qué insinúas? – Arrugué el entrecejo.
-Simplemente me pareces el prototipo de pareja que muchos chicos quieren. Maja, simpática, inteligente, guapa.
-Me acabas de conocer.
-Te dije desde el primer momento que yo estas cosas las siento. No hace falta conocer de toda la vida a las personas para saber como son.

Le miré fijamente a los ojos. Él me miraba fijamente y sonreía. Sus ojos de nuevo iban directos a los míos, y viceversa.  



No quise contestarle, preferí escapar de nuevo de esa situación.

-Bueno… - Dije – Te ayudo a recoger esto, que quiero ir a mi cuarto a descansar un poco, estoy algo cansada.
-¿Dormir ahora? – Preguntó extrañado.
-Siesta… tradición española.
-Se me olvidaba… realmente pareces inglesa. – Reímos - Por cierto, no te preocupes, vete a dormir, yo recojo esto.
-Oh, gracias. 
-Descansa pequeña.

PEQUEÑA. La puta palabra otra vez. ¿Cuánto pretendía torturarme? ¿Algo más? Este chico parecía sacado totalmente de un cuento. De esos que solo existen en la imaginación de las personas, o en la cenicienta. De esos.  

Entré en mi habitación y no tardé de nuevo mucho en quedarme dormida, estaba demasiado cansada.

~

*Ringgg* Algo sonó de fondo en mi habitación. Era mi teléfono. Ya casi no se veía, pues ya había anochecido. Incorporé la pantalla del móvil con la cabeza aún apoyada en la cama. ¡Era Liam! Rápidamente me levanté.

-¿Sí? – Contesté.
-Hola cariño. ¿Qué tal? ¿Cómo estás? – Dijo él entusiasmado.
-Hola cariño! – Dije susurrando.
-¿Por qué hablas tan bajo? – Preguntó.
-Esto… es que estoy en… estoy en el cine! Me he echado una amiga nueva, y me vine con ella a ver una película.
-Oh, eso es genial. Llámame luego, tengo algo que contarte.
-Claro. Te quiero. – Colgué el teléfono.

Me sentí mal. Eso de mentir a Liam no me gustaba mucho. Bueno, directamente, no me gustaba nada. Pero algo me decía que debía hacerlo. Mientras me arrepentía, miré la hora. ¡Las siete menos 20! Abrí la puerta. Allí estaba Harry mirándose en el espejo del pasillo. Llevaba un jersey blanco con una chaqueta vaquera. Unos vaqueros ajustados y unas converse. Se estaba retocando ese magnífico pelo. De nuevo olía 
a ese perfume tan maravilloso.

-Pensaba que nunca te ibas a despertar. – Dijo mirándome por el espejo.
-¿Cómo no me has despertado? – Exclamé.
-Me dijiste que estabas cansada, así que no quise despertarte. Por cierto, vamos a cenar a un restaurante, así que, ponte guapa. Aún tienes 20 minutos. Te dará tiempo.
-¿Tiempo? No sé que ponerme.
-Ven, que te ayudo.

Vino hacía a mi me llevó a mi habitación. Empezó a rebuscar entre mi ropa. Yo estaba sentada en la cama esperando a que él se decidiese a elegirme un modelito.

-¿Qué es esto? – Me preguntó.

Estaba girado, con lo cual no veía lo que tenía en la mano. No, precisamente ropa no era. Sonaba como una hoja. Lo primero que se me vino a la mente fue la imagen de Liam. La guardé en una de las estanterías de arriba del armario, debería de haberse caído. Algo me decía que había sido descubierta. Esos segundos que tardó en girarse para mostrarme que era lo que había visto se me hicieron eternos. ¿Y si era la foto de Liam? ¿Qué le diría? Tierra, ¡trágame! 



1 comentario:

  1. DLFCMÑRKÑGKVÑEKRNGÑVMNR *-* SIGUIENTE YA! Yo soy ella, y le digo toooooda la verdad *Q*

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