Tomé aire y lo solté.
-¿Por qué? Llévate a alguna chica a casa, así te
entretienes. – Logré a decir.
-Lo de ayer te afectó. – Dijo él.
-No. No malinterpretes. Es una sugerencia y no va con
segundas intenciones.
-Entonces, ¿no vienes esta tarde conmigo al partido? –
Preguntó.
-No. Tengo cosas que hacer.
-Está bien… Adiós.
Colgó el teléfono. Después
de esa conversación me tumbé en la amplía y cómoda cama de la habitación que
Perrie me había dejado. Sin quererlo, me dormí.
~
Me desperté sobre las 7 de la tarde. Había dormido bastante,
sabía que era la única forma que había para que mi cabeza se despejase.
Bajé las escaleras de esa casa tan grande que tenía Perrie.
Entré en la cocina donde estaba ella con un moño perfectamente hecho, colgaban
de él algún que otro tirabuzón. Llevaba un delantal y un chándal.
-Oh, ya te has despertado. – Dijo mientras yo me sentaba en
una de las sillas de la mesa que había en la cocina.
-Sí… lo siento por despertarme tan tarde…
-No, no te preocupes. Sube a prepararte, en media hora
llegarán los invitados. A mí solo me falta ponerme el modelito. La cena estará
enseguida lista.
-Bien. – Me di la vuelta e iba directa a atravesar la puerta
para subir a la planta de arriba.
-Por cierto. – Me dijo Perrie. Yo me paré y me giré hacia
ella. Estaba dada la vuelta cocinando, con lo que la miré el moño perfecto que
lucía. -¿Quién te llamó?
-Era Harry. –Ella rápidamente se giró hacia mí.
-¿Y qué te dijo? –Preguntó
-Decía que me echaba de menos…
-No es por meterte más presión, pero te puedo asegurar que
mi hermano no es así con ninguna chica… te debe de tener mucho cariño. La
anterior compañera de piso según él era una amargada. Me contó que se fue un
día sin saber por qué. Le dejó una nota, y desapareció. – Miraba atentamente la
nuca de Perrie mientras ella seguía cocinando. Esa historia que me acababa de
contar era curiosa. No sabía que Harry tuviese una compañera de piso.
-¿Y con eso que me quieres decir? ¿Qué Harry también siente
cosas por mí? – Pregunté desesperada.
-No. No quiero decirte eso. Yo simplemente te digo lo que sé
de él… Jamás he visto a Harry con una novia, excepto una vez. Esa chica era muy
feíta.
La sinceridad de
Perrie era grande, incluso cuando no debía de serlo. Esa frase me hizo pensar
aún más, y me hizo delirar más de lo que ya lo hacía.
-Subiré a arreglarme. – No quise comentar nada sobre el
tema.
Mientras Perrie hacía la cena, subí a el cuarto que Perrie
me había cedido. Abrí mi maleta y saqué un vestido entallado de color azul
eléctrico con unos tacones negros. El pelo simplemente lo alisé y lo dejé caer por
el pecho, que era por donde me llegaba. Estaba pintándome cuando escuché el
timbre. Después de un ‘Voy yo’ de Perrie, continué maquillándome. No tardé
mucho, con lo cual bajé las escaleras rápidamente.
-¡Estás preciosa! – Exclamó Perrie que estaba en la mesa de
al lado de las escaleras. –Ven, te presentaré al amigo de Zayn.
Perrie me llevó donde se situaba su sofá negro de cuero.
Estaba Zayn sentado junto a un chico rubito de tez blanca y ojos azules. Su
pelo estaba perfectamente peinado con un tupé. Iba vestido con un jersey de
punto color mostaza y unos vaqueros claritos.
-Es Niall. – Dijo sujetando el brazo de Niall. El chico se
acercó a mí y me dio dos besos.
-Encantado. – Añadió.
-Igualmente. – Le sonreí.
Ese chico era muy mono, como la mayoría de los chicos de ese
país. Después saludé a Zayn.
Tras unos minutos hablando en aquel sillón, decidimos
sentarnos en la mesa que había decorado Perrie a la perfección para aquella
cena.
-Y bueno, ¿a qué te dedicas? – Preguntó Niall mientras
comíamos pescado.
-Estudié periodismo. – Contesté. –Pero de momento no he
encontrado trabajo.
-¿Enserio? – Se entusiasmó aquel chico rubito. – Mi padre lleva
un periódico. – Mi cara se transformó mientras veía la ilusión en los ojos de
Niall. – Y creo que está necesitando a gente. Puedo hablar con él por si le
interesas. Tienes pinta de ser una chica centrada y dedicada.
-Eso creo. - Le sonreí.
-Voy a por el segundo plato. – Añadió Perrie a esa conversación
que no tenía nada que ver.
-Apunta tu teléfono y mañana te confirmo. – Me dijo cediéndome
su Iphone. Le tecleé mi número y se lo devolví. Después de eso sonó el timbre
de casa de Perrie.
-Voy yo. - Dije.
Caminaba por aquel pasillo inmenso que comunicaba la puerta
con el salón. Puse la mano en el pomo y lo bajé. Miré al suelo y me encontré
con unos pies grandes, con unas converse negras. Subí y vi un torso perfecto el
cual me resultaba familiar. Mas adelante se encontraba el cuello, la cara… ¡Oh
Dios mío! El estómago de nuevo empezó a dar golpes en mi tripa, el nudo estaba
escandaloso. Mis ojos no podían creer lo que estaban viendo. No me podía
imaginar que él estuviese ahí… Sus ojos verdes y su olor angelical estaban en
frente de mí, de nuevo.
-Harry… ¿qué haces aquí?¿No estabas en el partido? – Pregunté. Sí, exacto. Era Harry.
-No fui al final. Además,quería verte. – Contestó a mi pregunta.
Sus dientes chasqueaban, hacía mucho frío…
-¿No has ido? ¿Por qué?, Harry? –
Le dije asombrada.
-No quería ir solo, _____. Además, no podía dormir.
Tengo miedo a que tu también me dejes, te vaya y no vuelva a saber nada de ti…
- Con eso debía de referirse a lo que me contó Perrie horas antes.
-No me voy a ir, ¿qué tontería estás diciendo? – Él me miró
entristecido. Quizá estaba siendo demasiado dura con él. De nuevo la frase de ‘Él
no tiene la culpa’ se iluminó en mi cabeza. –Anda, pasa. Te vas a morir de frío…
Él me miró y pasó. Cerré la puerta mientras él iba hacia el
salón. Yo iba detrás de él. Alcancé a llegar
justo cuando entró al salón, y pude comprobar la cara de incertidumbre de Niall,
y la cara de asco de Zayn. La de Harry era asombro, él no tenía ni idea de que
ellos dos se encontrarían ahí. A Niall no le conocía, pero a Zayn sí.
-Hombre, el cartero al cual no he visto nunca. – Dijo.
-Yo también me alegro de verte. – Añadió Zayn. Harry le
dedicó una mala mirada.
-¡Harry! – Apareció Perrie. -¿Qué haces aquí?
-Me aburría en casa. – Le miré extrañada. Eso no era lo que
me había dicho a mi minutos antes.
-Yo… yo me voy a la cama. No me encuentro muy bien. Lo
siento Perrie. – Dije. Era un feo dejar a medias la cena, pero no quería ver la
cara de Harry, ya estaba lo suficientemente confundida.
Me quité los tacones y comencé a subir las escaleras. Llegué
a el pasillo y me dirigía a la puerta de mi haitación. Pero alguien cogió mi brazo e impidió que
siguiese andando. Era él.
-Harry… de verdad, no me encuentro muy bien, necesito
descansar. – Le dije. Veía sus ojos brillantes en la oscuridad. Aún así seguían
siendo preciosos…
-Prométeme que no me vas a dejar… - Dijo.
-¿Por qué te iba a dejar, Harry? ¿Otra vez la misma pregunta?
-Aquella chica me dejó sin saber el por qué, no quiero que
te vayas. Te echaría demasiado de menos. – Esas palabras de Harry eran muy
inoportunas. No quería oírlo, no quería que el sentimiento siguiese creciendo,
porque sabía que lo que yo hacía, estaba mal.
-No me iré. – Le dije.
-Prométemelo.
-Te lo prometo. – Después de decirle eso, el me cogió de los
hombros y me acercó hacia él. Me dio un abrazo. Sus abrazos eran tan magníficos
que se me olvidó por completo todo lo demás por un segundo. Su fragancia me
envolvió, de nuevo.
-Nos vemos pronto. – Dijo retirándose de mí.
Miré como bajaba por las escaleras, y mientras desaparecía,
en mi mente solo quedaba la imagen de Liam. Necesitaba hablar con él.
Necesitaba escuchar su voz para saber realmente todo lo que me estaba
sucediendo. Puedo asegurar que es una de las situaciones que peor he pasado. Era
algo que no podía parar, era algo que poco a poco crecía dentro de mí. Algo que
quizá fuese solo confusión, o algo más. Algo que se iba haciendo más grande
cada vez que Harry me rozaba, me miraba, me abrazaba, me hablaba…
No hay comentarios:
Publicar un comentario