Estaba completamente girado, le estaba mirando a los ojos
con miedo de bajar la mirada hacia sus manos y encontrarme con lo que temía…
-¿Estás bien, _____? – Al ver que estaba realmente asustada,
me preguntó.
Respiré y miré hacia su mano.
-¿Eso? – Suspiré. ¡Era la lista que escribí antes de venirme
a Londres! Mi cuerpo se destensó, mi corazón volvió a latir con normalidad y el
temor de mis ojos, se borró inmediatamente. –No seas cotilla. – Dije
levantándome a quitarle el papel. Él alzó la mano para que no pudiese llegar.
-No te lo pienso dar, a ver, ¿qué pone? Ah, ‘Hacer algo
inolvidable en Londres’ ¿está en la cabeza de tu lista? – Dijo. Él levantaba la
mano cada vez que yo saltaba para quitárselo.
-No lo hice en orden, todos los deseos tienen la misma
importancia. – Dije riéndome. Su risa se me había contagiado.
-¿La noria? Se llama London Eye y eso está muy alto… - Sujetó el papel con las dos
manos y lo puso encima de su cabeza.
- Ya te dije todo lo que ponía ahí, vamos, dámelo!
-No, este no me lo habías dicho. – Mi mirada fue hacia el
deseo que señalaba su dedo. ‘Que alguien
escriba una canción para mi’ ponía.
-¡NO! Esa parte no la leas! – Exclamé.
-¿Por qué? Esto no tiene que ver mucho con Londres. – Rió.
-Lo de atrás de la lista no son deseos por cumplir en
Londres, son deseos por cumplir antes de morir…
-Vaya, tienes muchas cosas que hacer antes de morir. – Dijo
bajando la hoja.
-Y eso quiero. Soy una persona a la que le gusta conseguir
lo que se propone, por eso lo escribo, para demostrarme que puedo conseguir
todo lo que siempre me he propuesto. – Su boca se abría de par en par. Se quedó
realmente sorprendido. – Y ahora, dame la nota. ¡QUEDAN 10 MINUTOS PARA QUE TU
HERMANA ENTRE POR ESA PUERTA! ¡Y MIRA COMO ESTOY!
De nuevo se puso a buscarme algo para ponerme. Ese chico tenía
buen sentido de la moda. Me sacó una
camisa blanca algo transparente, con un top de color negro y unos jeans
también de color negro.
-¡Preciosa! – Exclamó cuando salí de la habitación. Mis
mofletes se pusieron rojos. Ese chico me hizo ponerme verdaderamente
colorada.
*Din don* El timbre del piso sonó. Era Perrie. Iba realmente
guapa. Traía una chaqueta negra, con una camiseta blanca (muy parecida a la
mía) y unos pantalones altos cortos, con unas medias negras y unas botas altas.
Su pelo rubio lo decoraba un sombrero oscuro.
-Hola chicos! – Exclamó. – Encantada de nuevo. – Dijo
dirigiéndose a mí.
-Igualmente. – Dije sonriéndola. Esa chica parecía ser muy
nerviosa. Parecía que íbamos a congeniar muy bien.
-¿Nos vamos? – Preguntó la hermanastra de Harry.
-Estamos esperando a un chico. – Contestó él.
-¿A quién? – Preguntó.
-A un amigo de _____, ella es muy sociable. – Achiné los ojos y le miré. Fue una mirada con algo de rencor, pues en la historia que yo le
había contado a él yo le dije que el sociable era Zayn.
A los minutos, sonó de nuevo el timbre. Era Zayn. Estaba
realmente guapo. Llevaba una americana con unos pantalones vaqueros. En Londres
todo el mundo tenía muy buen sentido de la moda.
-¡Hola Zayn! Te estábamos esperando. – Dije dándole dos besos.
-Siento el retraso, se me ha ido el santo al cielo. – Dijo él arrepentido por el retraso.
-Ellos son Perrie y Harry. – Dije presentándoles. En las miradas
entre Zayn y Harry se notaba cierta tensión. Aparentemente no se cayeron muy
bien, mientras que al contrario, las miradas con Perrie, enseguida se notaron
que fueron algo congeniadas.
Salimos de aquel piso. Nos montamos en el coche de Harry,
era la primera vez que le veía, ni siquiera sabía que el supiese conducir. Era
un bmw blanco y demasiado bonito. Harry y Perrie se montaron en los asientos de
adelante, Zayn y yo en los traseros. En el viaje la conversación estaba
ausente, ninguno intercambiamos grandes palabras, pues como ya he dicho antes,
Harry y Zayn parecieron no caerse muy bien.
A los 20 minutos llegamos a aquel restaurante. Cuando nos
bajamos de el coche vimos un pequeño jardín. A lo lejos, se veía el
restaurante. Estaba en una fachada muy elegante, decorada con ladrillo naranja
y con unas ventanas grandes donde se veía el decorado de parte de su interior. Perrie
y Harry caminaban delante de nosotros, Zayn se colocó a mi altura, realmente
cerca de mí. En ese momento, Zayn se inclinó hacia mi oído:
-Estás preciosa. – Me dijo. Le miré y le sonreí.
Sinceramente, no me afectó de la misma manera como me había afectado cuando me
lo había dicho Harry minutos antes. Este chico me estaba dando clarísimas
indirectas. Realmente parecía querer algo de mí. Lo mejor sería contarle lo de
Liam a Zayn.
-Zayn yo… tengo algo que contarte antes de nada…
-Claro, dime.
-Verás… yo… -Algo me interrumpió.
-¡Eh! ____ ¡Andad más rápido! Está lloviendo. – Gritó Harry.
Miré al cielo y comprobé que así era.
-Vamos, ¡corre!- Zayn me cogió la mano y se puso a correr.
Cuando llegamos a la altura de ellos dos, ya estábamos
dentro de el pequeño porche que estaba en la puerta que conectaba el exterior con el
interior del restaurante.
Entramos al recibidor y había un hombre en una especie de
mesa. Él fue quien se encargó de llevarnos a una mesa de ese aparentemente
lujoso restaurante. Nos sentamos en una mesa de cuatro, yo en frente de Harry y
Zayn en frente de Perrie.
-Bonito lugar. – Dijo Zayn.
-Sí, es precioso. – Le siguió Perrie.
-Y bueno, ¿cómo que eres el nuevo portero de nuestro
edificio? Pensaba que con Charlie ya teníamos suficiente. – Dijo de repente
Harry. Mis ojos se abrieron, Zayn había ignorado totalmente la frase recién
dicha, estaba mirando la carta. -¿Zayn? – Replicó Harry.
-Sí, dime. – Dijo mirándole con una sonrisa. Harry le
repitió la frase.
-¿Perdona? – Mierda! Zayn no se acordaba de lo que le había
dicho esta mañana. Opté por darle una patadita con el tacón por debajo de la
mesa. – MIERDA! – Se quejó.
-¿Qué te pasa? – Preguntó Perrie.
-Nada, un tirón en el gemelo… - Dijo. –El trabajo de
cartero… genial. Es para ahorrar algo de dinero, me quiero pagar
los estudios yo solo. No fui a la universidad de joven, quiero ir ahora. –
Quizá esa historia fuese verdadera, pero si no lo era, ese chico sí que sabía
improvisar. Harry le escuchaba atento. –
Y eso es todo. – Concluyó Zayn.
En ese momento sentí miedo realmente. No sabía
verdaderamente donde quería llegar mintiéndole en la mitad de las palabras que
le decía a Harry, pero era algo que me salía solo, algo que me hacía decir
mentiras, quizá para llamar su atención, quien sabe.
La comida de ese restaurante era deliciosa. Pasamos
aproximadamente dos horas en aquel sitio, nuestras conversaciones se basaron en
nuestro pasado, en nuestras escuelas, nuestras amistades… Y no, esta vez no hablamos
de nuestras parejas, y le di gracias a Dios.
Cuando acabamos de nuevo, atravesamos ese jardín. Esta vez
nos intercambiamos las parejas, yo caminaba con Perrie detrás y ellos dos iban juntos. Algo que me
resultó extraño.
-Guau chica, te los eliges guapos. Ese chico es precioso. –
Me susurró Perrie.
-¿Zayn? – Pregunté sorprendida.
-Sí. ¿Quién va a ser sino? - Si soy sincera, en el primero
que pensé fue en Harry, pero algo en mi cabeza me alertó de que ella jamás
podría ver a Harry como el ángel que era para mí.
-Oh. Tranquila, ese chico es un conocido.
-¿Sí? Pues… ¿podrías darle mi móvil? – Dijo dándome una
tarjeta. En ella ponía ‘Doctora Styles’ Parecía que el trabajo que había
impedido a Perrie comer con nosotros era el de enfermera.
-Claro, se la daré. – Dije sonriendo. Acto seguido, nos
metimos en el coche.
De nuevo íbamos en las mismas posiciones, ellos dos adelante,
y yo y Zayn atrás. En el camino de vuelta tampoco había ninguna conversación
presente, pero sin embargo, sí existían unas miradas que nos lanzábamos Harry y
yo por el retrovisor. Sus ojos verdes tenues
por la luz me miraban. Estaban llenos de brillo. ¿Por qué esa mirada me aislaba
del mundo? Me sentía como si todo se parase y nada existiese nada más que sus
ojos, él y yo.
-¡____! ¡Despierta! – Me dijo Zayn. – Hemos llegado, ¡vamos!
– Harry me miró por el retrovisor mientras abría su puerta. Antes de salir me
dedicó una pícara sonrisa.
Aparcamos cerca de el portal, así que no andamos mucho. Pero
aún así, las calles de esa ciudad estaban ya desiertas. El frío y la lluvia de hacía unas horas habían hecho que la
gente no saliese, y menos un día de diario.
-¿Queréis subir a tomar algo? – Sugirió Harry.
-No gracias. Yo debo de irme. – Dijo Zayn.
-¿Tan pronto? – Exclamó Perrie.
-Sí, mañana tengo que madrugar para repartir cartas. – En ese
momento le miré y sonreí. Disimulaba genial. Él no sabía que gran favor me estaba haciendo.
-Bien, pues, hasta pronto. – Dijo Harry. –Vamos ____.
-Subid vosotros, ahora subo yo, no tardo. – Dije. Ellos dos subieron.
Yo me quedé en la calle con Zayn.
-¿Podemos hablar? – Le dije.
-Claro, aún me debes unas cuantas explicaciones. – Me dijo sonriendo.
-Le dije a Harry que tú eras el cartero… ¿recuerdas esta
mañana? – Él asintió con la cabeza. – Muchas gracias. Me has hecho un gran
favor. Pero eso no es lo que te quería decir.
-Lo sé. – Él me miró con una sonrisa. Me cogió por la
cintura. Sentía como me iba acercando lentamente hacia su torso. Sentía su frío
cuerpo demasiado cerca de el mío. Sentía que iba a pasar algo. Pegó su frente a
la mía mientras que yo estaba en estado de shock. Él me miraba ansioso los
labios.
-¡Espera!- Me retiré. –No, no. No puedo. Lo siento. Tengo
novio, Zayn. –Él me miró desconcertado. – Sí, en España. Eso es lo que te
quería decir antes. – Su cara se puso pálida. Sus ojos estaban llenos de
asombro y no sabía donde meterse. – Pero, por favor, esto que sea un secreto.
No quiero que se entere nadie, y mucho menos Harry…
-Y… - tragó saliva para recuperarse - ¿Por qué Harry no se
puede enterar? – Preguntó. -¿Acaso es que te gusta? - Esa pregunta retumbó en las paredes de mi cabeza
de nuevo. ¿Por qué incluso llegué a pensarme la respuesta? No, no debía pensármela.
Una persona con pareja no piensa una respuesta a algo similar.
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