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Capítulo 38.


Miraba atenta a los ojos de Liam intentando que él me contestase a esa pregunta. No paraba de ir de un lado a otro en la habitación. Necesitaba que me contestase, sería una de las decisiones más importantes de mi vida.

-No lo sé. – Contestó tras varios minutos de silencio.
-¿Cómo que no lo sabes? – Dije desesperada.
-Sólo pienso en cómo me has podido hacer esto y en cómo he podido ser tan estúpido de no darme cuenta. 
-Liam, estaba realmente confusa… - Le dije.
-¿Y si lo estabas por qué aceptaste casarte conmigo? ¿Por qué me pediste que me viniese a vivir aquí contigo? ¿¡POR QUÉ!? – Su rabia aumentaba a cada milésima, y era algo que comprendía.
-Porque no quería hacerte daño, joder. – Alcé la voz yo también.
-Pues lo has hecho.

Liam se relajó y se sentó en el sofá que tenía en el escritorio. Su mano derecha en la sien y negaba con la cabeza. Esta situación era totalmente extraña. Esto me venía bien empleado. Por mentirle a él y a Harry, por mentirle a todos. Y, también, por mentirme a mí. ¿Cómo pretendía casarme con una persona que no quería? Me haría daño a mí y le haría daño a él… Sobre todo a él.

-Escúchame. – Liam giró la silla contra la pared para que yo no le viese caer de nuevo las lágrimas por su cara.  –Tengo una rabia ahora mismo por dentro, que sé que en cualquier momento puedo hacer algo de lo que me voy a arrepentir toda mi vida. Por eso prefiero pensar. Esta es una situación difícil y… dolorosa.
-Está bien. Piensa.
-Me iré de aquí unos días. –Me dijo.
-¡NO!- Me levanté corriendo de la cama y me puse detrás de su silla que ni se inmutó. – Si alguien se tiene que ir soy yo…
-Pues vete ya. – Esas palabras que decía Liam se me clavaban como espadas. Pero, todo esto lo había conseguido yo sola. Le miraba su cabeza. Yo estaba realmente dolorida. – Por favor. – Terminó la frase.

Tras tomarme unos segundos para intentar encajar toda la situación, abrí el armario y saqué una mochila con un par de conjuntos.

-Mañana vendré a por más cosas. – Le dije. – No quiero molestarte más. – Me puse la mochila sobre los hombros y abrí la puerta de la habitación. –Lo siento… - Añadí antes de cerrarla.

Salí de aquel cuarto y escuché un gran golpe dentro de esa habitación. Jamás había visto así a Liam, y prometo que me daba rabia que fuese por mi culpa.

-¿Dónde vas? – Me preguntó Cris cuando atravesaba el salón.
-Me voy a pasar la noche a algún lado…
-¿Estás loca? – Me dijo sobresaltada. – No, tú no te vas.
-Cris, tranquila. Estaré bien. Es lo mejor. No puedo estar con Liam, al menos en unos días… Él necesita pensar y supongo que yo también…

Cris asintió con la cabeza dándome completamente toda la razón. Ella, al igual que yo, sabía que me lo tenía merecido. Esto era lo que realmente se merecía una persona mentirosa como yo lo era, el quedarse sin nada. 

Salí al rellano y me dirigí al interruptor de la luz intentando sostenerme de pie. Mis piernas temblaban con mis manos y mis lágrimas eran la única cosa que destacaba en mi cara. Me apoyé en la pared dejándome escurrir con la mochila hasta aterrizar en el suelo.

¿Por qué? Esa era mi pregunta. ¿Por qué me tuve que venir a Londres? ¿Por qué me tuve que encontrarme con Harry? Mi vida ahora sería ideal. Me casaría con el hombre perfecto, me casaría con el hombre que quería. ¿Por qué ese chico apareció en mi vida? Solo había venido para romperme todos mis esquemas y para dejar que cometiese locura tras locura. Para sacar a alguien que habitaba dentro de mí que no era yo.

-¿Qué haces aquí? – Una voz masculina me hizo aterrizar en la realidad e intentar buscar en esa oscuridad la silueta que me dijese quien era.
-¿Quién eres? – Pregunté.

Sentí como alguien se acercaba hacia mi sitio y pulsaba el interruptor de la luz. Mi cara se alzó hacia arriba y comprobó que era él, que era Harry.

-No, por favor. Vete. – Le supliqué.
-¿Pretendes que me vaya viéndote aquí sentada en el rellano, hecha polvo? Ni lo pienses. – Me dijo sentándose a mi lado.
-¿Qué querías con ese mensaje? ¿Qué pretendías con ese puto mensaje, Harry? – Le dije llena de rabia, yo también.
-Decirte la verdad. – Dijo serena y sinceramente.
-Pues la jodiste, ¿sabes? – Me levanté de su lado y cogí mi mochila. Me puse camino a las escaleras cuando el de nuevo me frenó.
-¿Qué ha pasado?
-Liam se ha enterado de todo. De todo lo que ha pasado entre tú y yo gracias a aquel mensaje. – Le dije. – ¿Qué hago ahora con todo? Este último año y medio que he estado con él se ha ido a la mierda, completamente. El hombre con el que iba a compartir toda mi vida se ha enterado de lo estúpida y mentirosa que he sido todo este tiempo, y me lo tengo bien empleado. ¡CLARO! Incluso me merezco algo peor.
-Eh, eh, eh. – Me intentó tranquilizar Harry. – No exageres.
-¿Y tú? Mintiéndome. Claro, ese camino sería el adecuado. El de mentir a la supuesta persona que quieres. – Le gritaba en aquel rellano.
-¡Tú me hiciste eso durante meses enteros! – Gritó él también. Mi cara se quedó perpleja y boquiabierta. Harry tenía razón. – Y sin embargo yo te perdoné y comprendí, porque te quiero y te quise desde el primer momento que te vi.  

Mi cara era completo desconcierto. Harry tenía razón y no sabía que decirle. Tras unos minutos de silencio, Harry se acercó a mí y cogió mi mochila.

-Entra a casa, te puedes quedar al menos esta noche. – Me dijo.

Le hice caso y entré a ese piso tan similar al mío. Harry fue hacia una habitación a dejar mi mochila mientras yo echaba un vistazo al salón sentándome en el sofá y llorando aún de impotencia. A los dos minutos Harry volvió al salón y se sentó a mi lado.

-No quería ser tan brusco. – Me dijo arrepentido.
-No te preocupes, tienes razón…
-¿Leíste el mensaje?
-Sí.
-Sé que es mal momento, pero, ¿me puedes decir qué piensas?
-Ahora mismo estoy muy confusa, Harry.
-¿Y qué sientes?
-No…
-Siento haberte mentido… - Me dijo totalmente arrepentido.
-Y yo también siento que lo hicieras. ¿De verdad lo veías necesario?
-¿De verdad veías tú necesario mentirme durante meses y decirme que no tenías novio, haciéndome esto? ¿Qué ganabas?
-Harry… Yo también lo siento, de verdad. Sé que está mal y todo esto está mal…
-Estoy enamorado, ______. –  Me dijo. Mi mirada se levantó hacia sus ojos. – Y no me perdonaría nunca el dejar que te casases con él. No me perdonaría jamás perderte… Quiero despertarme y verte todos los días a mi lado. Me encantaría verte de nuevo todos los putos días por la noche mirándome como te preparo el té. Volverme loco pensando en cómo te puedo ayudar a cumplir tu próximo sueño. Me encantaría llevarte todos los días el desayuno en la cama con un ‘Buenos días pequeña, cómete el mundo que de lo demás me encargo yo.’ Eres la persona con la que quiero compartir el resto de mi vida y con la que quiero casarme y tener hijos.
-Harry, yo también te he querido…
-¿Y ahora?
-Me juraste no volvérmelo a preguntar…
-Necesito saberlo.
-Ya te lo dije, estoy muy confusa, Harry.
-No te cases con Liam.

Harry estaba en silencio después de esa petición. Todo lo que me había dicho me hacía saber y convencerme más aún de que no tenía lo que merecía. Ni merecía a un hombre como Liam a mi lado, ni a un hombre como Harry. Yo me mantenía en silencio sin quitarle la mirada pensando en qué iba a contestar a aquella pregunta. 

-¿No entiendes que es mi felicidad? – Le dije ignorando todo lo demás que me había dicho.
-¿Segura?
-Claro. Por supuesto. Te dije que ahora tenía las cosas claras. Te dije que me casaba en un mes y que no pensaba echarme para atrás. Mi vida está junto a él, Harry, no junto a ti.
-¿Entonces por qué me besaste antes?
-Fue un error…
-Entonces, si te digo que tengo dos billetes de solo ida para París para dentro de seis días, ¿qué me dices?

El silencio reinaba en aquel salón donde solo se escuchaba las agujas del reloj que decoraba la sala al lado de la televisión. Su mirada iba atenta hacia la mía intentando encontrar la respuesta de aquella pregunta que me acaba de lanzar. Esa propuesta que no sabía qué contestar, qué sería lo adecuado. El tiempo se me acababa para responder a esa y a todas las respuestas que se me pasaban por la cabeza. Para tomar un camino adecuado. 26 días, 8 horas y algunos segundos para decidirme. 



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