-¿Hay
alguien ahí? – Una voz hizo que nuestras frentes y narices se separasen del
susto.
-¡Sí!
– Grité. -¡Llama a alguien por favor!
-¿_____?
– Era Cris.
-Oh,
Cris. Gracias a Dios.
Cris
fue a avisar a alguien que pudiese sacarnos de ahí mientras yo miraba a Louis.
-No
sé que ha podido pasarme por la cabeza… Lo siento. – Me disculpé.
-Yo…
yo igual. No era mi intención… esto ha sido muy raro. – Dijo él.
-Mejor
será… olvidarlo. – Sugerí.
De
nuevo bajamos las miradas intentando escapar de aquella incómoda situación.
-¡Ya
estamos aquí! – Gritó la voz del exterior de aquel aparato.
Sonaba
como si alguien quisiese encajar algo. Segundos después la luz del ascensor
volvió a relucir y empezó a funcionar de nuevo. Subía hasta el tercero. Por fin
la puerta de aquel armatoste se abrió y respiramos aire fresco del exterior.
Por las escaleras subía fatigada Cris.
-¡Por
fin! Al ver que no llegaba el ascensor me temía lo peor… -Dijo.
-¡Menos
mal! Gracias Cris. – No sabía cómo mirarla a la cara. No me quería imaginar lo
que hubiera pasado si no hubiera aparecido en ese momento. –Bueno… yo os dejo
solos. – Dije abriendo la puerta del apartamento y yendo a mi habitación.
~
Tres
meses. Tres meses desde ese frío Diciembre. Ese día estaba nerviosa.
Acompañaría a la ecografía más importante del embarazo a la que por entonces,
era como la hermana que jamás tuve: Perrie. En esa ecografía le dirían que sería el bebé
que esperaba. Estaba realmente nerviosa porque era como si yo fuese a ser la
madre de ese bebé.
En
cuanto a mi vida en esos tres meses: Fui a España por Navidad. Liam me presentó
muchísima gente nueva, y el pasar tantos días con él me hizo revivir aquello
tan intenso que sentía por él antes de venirme a Londres. En verdad, estaba
segura que el casarme con él no sería ningún error, y que desde el primer
momento debería de haber pensado eso. Lou y Cris, volvieron. Jamás me hubiera perdonado
el besar a Lou, pues hoy por hoy, es uno de
mis grandes apoyos en esta ciudad y sé que si ese beso hubiese llegado,
lo hubiera cambiado todo en mi vida de nuevo. Prefiero pensar que fue la
presión del momento lo que casi me lleva a cometer semejante locura. Perrie,
como ya dije, estaba feliz. Muy feliz con Zayn. Lo que más me alegraba de todo
esto es que si no hubiera mentido a Harry con que era el portero de mi portal,
ellos dos nunca se hubieran conocido, y ahora no serían ninguno de los dos felices
juntos.
Y
bueno… la pregunta del millón… Harry. En
estos tres meses lo único que supe de él es que la vida en San Francisco le
estaba yendo genial. Perrie me comentó que está feliz con Jane de nuevo y que
preguntó por mí a los días de regresar a Londres, pero no quise darle
importancia porque sabía que no era lo conveniente.
Prefería dejar a Harry como
un punto y aparte en mi vida. Como el amor imposible que jamás se llegó a
cumplir. Como esa persona prohibida que todos tenemos en la vida. La persona por
la que sentí cosas completamente increíbles.
-¿Estás
lista? – Era Liam.
Olvidé
mencionar que le pedí que se viniese a vivir conmigo a Londres. Le pedí que lo
hiciese, ya que era lo mejor para no olvidar nunca más lo que le quería.
-Claro.
– Le dije.
Pasamos
por la puerta del apartamento y bajamos a bajo. Nos montamos en el coche que
Liam había comprado con el dinero que le dieron por el suyo en España. Ahora
trabajaba de empresario en una de las empresas más grandes de Londres y se le
veía con mucho futuro. Tuvo suerte, la verdad.
-Estoy
nerviosa. Ya sabes lo importante que es Perrie para mí, y su felicidad… - Le
comenté mientras íbamos camino al hospital, donde nos encontraríamos con Perrie
y Zayn.
-Tranquila.
Su felicidad será gigante cuando tenga a ese pequeño bebé en sus manos. – Me
dijo mientras su brazo izquierdo sujetaba el volante, y el derecho las marchas
del coche.
-¿Sabes
Liam? Te quiero.
-Y
yo a ti. –Rió. –Pero, ¿a qué viene eso?
-Quería
recordártelo. No quería que hubiese dudas sobre eso.
-Nunca
las he tenido.
Los
dos sonreíamos. Le miraba atontada. La boda seguía hacia adelante. Ahora nada
me echaría para atrás. Ahora todo lo tenía bastante claro. Liam era el hombre
con el que debía de compartir mi vida. Él fue el que cambió de vida, de país,
de trabajo, de amistades. Dejó su familia, todo. Todo por estar junto a mí, y
eso Harry, no lo hizo en ningún momento.
-Llegamos.
– Dijo Liam. Se bajó del coche y se puso delante de mi mientras yo abandonaba
el vehículo.
Liam
me cogió de la cintura cuando bajé del coche y me abrazó fuertemente. Me besó
la frente y me susurró que me quería mientras esperábamos a Perrie y Zayn.
Allí
estaban. Venían agarrados de la mano. Hacían tan buena pareja. El niño saldría
realmente guapo, pues los dos eran preciosos. Se acercaron a nosotros y nos
saludamos. Zayn y Liam se dieron la mano mientras yo y Perrie nos dimos un
abrazo.
-¿Nerviosa?
– Añadí.
-No
sabes cuánto. – Contestó.
-¿Pensaste
ya nombres? – Dije mientras empezábamos a andar camino a la sala donde tendría
la ecografía.
-Aún
no. – Reímos.
La
voz de Perrie apenas daba para vocalizar. No la había visto tan nerviosa en mi
vida. Llegamos a la sala de espera donde nos llamarían. Apenas pasaron diez
minutos cuando un señor con una bata blanca abrió la puerta de aquella sala.
‘Perrie Styles’ Dijo. Ella se puso en pie sin soltar un segundo la mano de
Zayn. Me dejó su bolso para no que no molestara en la sala. La sonreí con
intención de tranquilizarla. Esperaba hacerlo. ‘Suerte’ la vocalicé con la
boca. Ella me sonrió. La mano de Liam buscaba encajar con la mía.
-¿Algún
día tú y yo estaremos en su situación? – Me preguntó Liam.
-Estoy
segura. –Le contesté.
El
bolso que minutos antes me había dejado Perrie, estaba vibrando. Seguramente
alguien la estaría llamando. Al ver que no paraba de sonar lo abrí y lo busqué.
Lo asomé por la mitad del bolso y miré a la pantalla para comprobar quien era
quien estaba llamando. No ponía número.
-Ahora
vengo Liam. – Le dije.
Me
dirigía al baño con el teléfono en la mano mientras éste vibraba. Arrastré el
dedo por esa pantalla para contestarlo.
-¿Sí?
– Nadie contestaba, sin embargo, un molesto ruido de coches sonaba a través del
teléfono.-¿Hola?
-¿Perrie?
– Esa voz me dejó sin saliva en un segundo. Esa voz me era tan… familiar.
-No,
no soy yo. ¿Quién eres? – Preferí asegurarme.
-¿Puedes
decirle que he llamado? Seas quien seas, soy Harry, su hermano. Necesito hablar
con ella.
-¿Harry?...
– No me lo podía creer.
-Sí,
¿quién eres tú?
Colgué
inmediatamente el teléfono. Sabía que no me hacía bien escuchar de nuevo su
voz. ¿Por qué? No, esto no debía de ser bueno.
Decidí
meter el móvil en el bolso y regresar al lado de Liam. Dejé aquella prenda de
Perrie en la silla de al lado nuestra y abracé a Liam en cuanto llegué a él.
-Abrázame
fuerte, por favor. – Le pedí.
-¿Y
esto? – Dijo mientras sonreía.
-Hazlo.
La
puerta de detrás nuestra se abría. Miré hacia ahí y salían ellos dos. Zayn y
Perrie. Aún cogidos de la mano. Perrie lloraba desconsoladamente y Zayn
aguantaba las lágrimas. Solté el torso de Liam y me dirigí a ellos dos.
-¿Qué
tal? – Dije entusiasmada.
-¡Será
niño! – Gritó Perrie.
-Oh,
dios mío. ¡Cuánto me alegro! – Abracé a Perrie mientras ella soltaba la mano de
Zayn para devolverme el abrazo.
-¿Vamos
a comer fuera para celebrarlo? – Sugirió Liam.
Todos
aceptamos. Montamos cada uno de nosotros en nuestros respectivos coches. Pero
sin embargo, yo no podía quitarme la voz de Harry en el móvil de Perrie. Por
cierto, no le dije nada. Se me olvidó. Algo importante debía ser, pues Harry
parecía realmente preocupado.
-¿Estás
bien? – Me dijo Liam mirando mi cara de preocupación.
-Claro.
– Le dije. Él sonrió.
Llegamos
a aquel restaurante y nos sentamos en una mesa de cuatro al lado de una ventana
que estaba al lado de una fuente realmente original. Manteníamos conversaciones
sobre nuestra infancia. Podía decir que ahora era feliz. Había encontrado de
nuevo mi sitio. Ese sitio que por unos meses pensé que jamás encontraría.
-Bueno,
ahora que estamos todos, quiero deciros algo. – Dijo Zayn mientras Liam y yo
pinchábamos nuestra comida.
-¿Sí?
– Dije.
-¡Perrie
y yo nos casamos! – Exclamó. Liam y yo nos miramos sorprendidos. Nos
alegrábamos tanto de que por fin ellos también fueran felices.
Entre
sonrisas y felicitaciones de todos, hice una pausa dejando aquella situación
aparte. Alguien estaba detrás de ese cristal. Alguien que me resultaba muy familiar.
Llevaba unas maletas en las manos y parecía que iba en busca de algo o de
alguien. ¿Quién sabe? Mis ojos no podían dejar de mirarle ya que querían
comprobar por completo que era él.
Me encanta, vendigo el dia en que encontre tu novela asdfghjkl
ResponderEliminarme encata, ¡¡¡¡es la mejor novela que me he leido!!!
ResponderEliminarQue sea el, que sea el, que sea el, que sea el, QUE SEA EL MIERDA!!!
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