Capítulo 23.

-Lo estoy. – Dijo serenamente.

-¿Lo estás? – Dije sorprendida.

-Sí. – Afirmó.

-¿Y estás así de… bueno…

-Claro. –Me interrumpió. – Este niño viene y es por algo. Estoy segura de que es porque no quiere nada en el mundo que me separe de Zayn…

-Ah, pero, ¿es de Zayn?

-Sí… - Me afirmó.

-¡OH! Enserio, me alegro muchísimo…

¿Quién me iba a decir a mi que el chico que me tiró los trastos nada más pisar el suelo de Londres iba a tener un hijo con mi mejor amiga? La vida da muchas vueltas, demasiadas diría yo.

-Y, ¿cuándo se lo vas a decir? – Le pregunté.

-Esta noche, en la cena. Ya te contaré, ¿vale? Te quiero, te quiero.

Perrie colgó el teléfono y acto seguido tocaron el timbre de mi puerta. Sonriendo atravesé el pasillo y me puse delante de la puerta. La abrí.

-Hola. – Lou…

-Hola.- Dije sorprendida. -¿Qué haces aquí tan pronto?

-Bueno, me aburría en casa.

-Queda aún un rato para que Cris venga…

-Es igual, ¿te importa que la espere aquí?

-Para nada. Solo que yo me voy de viaje mañana y… bueno… tengo que arreglar las cosas…

-¿Y dónde vas? – Dijo entrando al salón.

-Lejos. – Le dije. Él me sonrió intentando entender que yo no quería decirle nada.

Le dejé viendo la televisión en el salón y me fui a mi habitación a terminar de hacer ilusionada todo lo demás.

-Oye. – Louis apareció detrás de mí. - ¿Podrías ayudarme? – Me giré a mirarle.

-¿En qué?

-¿Podrías decirme sinceramente si tu sabes algo sobre qué le pasa a Cris?

-No creo que le pase nada. Es más, siempre me ha dicho que te quiere mucho. – Intentaba convencerle.

-Pero…

La puerta de la casa se abrió y era Cris. Lo supe por el ‘Hola’ tan efusivo que soltó cerrando esa pesada puerta. A los dos segundos ya se veía su silueta atravesar el pasillo.

-¿Qué hacéis ahí? ¿Y qué haces tan pronto aquí, Lou? – Dijo Cris con una sonrisa.

-Vamos al salón, ___ tiene que hacer sus maletas, mañana se va de viaje. – Dijo él.

-¿A dónde te vas? – Dijo Cris extrañada.

-Un viaje. Capricho mas bien. – Le dije. Ella me sonrío y se dejaba llevar por los pequeños empujones que le daba Louis.

Metí todas mis cosas en la maleta y directamente me metí en la cama. Ya había cambiado la hora del vuelo y saldría muy temprano. Esperaría simplemente a que el despertador de mi teléfono sonase y me despertase para poder verle de nuevo.

~

Las seis de la mañana. El despertador sonaba. Instantáneamente me puse en pie y fui directa al baño para prepararme. Mis venas llevaban nerviosismo como dosis.

Me preparé y desayuné. Acto seguido abrí la puerta de la habitación de Cris y la susurré que me iba. Ella me sonrió y adormilada me dijo que lo pasase bien.  Después, cogí mis maletas y bajé abajo donde un taxi me esperaba. Coloqué mis maletas en el maletero y monté en aquel vehículo. Mientras el hombre conducía, miré al móvil y vi que tenía un mensaje nuevo de Perrie: ‘Anoche le dije a Zayn que estoy embarazada, y me dijo que estaría conmigo siempre. Estoy tan contenta…’ ¡Se me había olvidado que Perrie no sabía que me iba hoy!

-Disculpe. – Le dije al señor taxista. Él me miró por el retrovisor. -¿Podrías llevarme primero a otro sitio?

Él aceptó y me llevó corriendo a aquella casa. Llamé a su timbre y salió con una bata que le cubría todo su cuerpo. Aún así estaba elegante.

-¿Qué haces tan pronto aquí? – Me dijo.

-Me voy a San Francisco! – Le dije.

-¿Ya? ¿No te ibas el Viernes?

-Niall me dio estos dos días libres…

-Oh, muchísima suerte cariño. Seguro que le encuentras. Y no olvides lo que te dije si lo ves…

-Que le diga que le quieres. – Le dije dándole un abrazo.

Nos despedimos y acto seguido me monté en el taxi. Llegamos al aeropuerto y esperé a que fuesen las  8 para poder embarcar. Esas horas se me pasaron bastante lentas, pero al fin, llegaba la hora de subir esas escaleras de ese avión que me llevarían a San Francisco.

Me situé en el asiento que me habían asignado, uno de los últimos. Miraba por la ventana del avión aún parado y me imaginaba que de aquí a unas horas mi vida sufriría otro cambio y aún no sabía si sería para bien o para mal. Pensaba en lo maravillosa que sería mi vida al lado de Harry y sin nada que me impidiese estar a su lado. Sin nada y sin nadie que lo hiciese…

 A mi lado no había nadie, de momento. Cerré los ojos y coloqué mi cabeza en ese cómodo asiento. Mientras, pensaba que en apenas unas horas vería de nuevo a ese chico que tantas sensaciones nuevas hizo que descubriese.

-¿Puedo sentarme? – Una chica rubia hizo que mis ojos  se abrieran de nuevo. –He discutido con mi novio y no me apetece estar sentada con él.

-Oh. Claro. ¿Ya hemos despegado? – Pregunté preocupada. No me había enterado de nada.

-Hace ya un rato. Unas dos horas. – Dijo acomodándose en el asiento de al lado. –Soy Judith. – Dijo informándome.

-Yo soy ___, encantada. – Ella me sonrió.

-Y, ¿a qué vas a San Francisco? – Se quedó unos segundos en silencio. -¡Oh, mierda! Lo siento, muchas veces la curiosidad me puede. – Esa chica parecía ser realmente nerviosa.

-No, no te preocupes. Voy en busca del chico al que quiero.

-¿Perdona? – La chica me miró extrañada.

-Sí… se mudó aquí y… bueno… no he podido sobrevivir sin él.

-¿Pero es tu novio?

-No… pero es… especial…

-Hazme caso, al principio todo es muy bonito, pero luego todos son unos imbéciles. Se supone que yo iba de luna de miel a Londres, y mi novio se puso malo y ya ves, aquí estamos, de vuelta a casa de mis suegros… ¡En que hora me casé!

Esa chica me recordó que como no parase mis planes de bodas con Liam, yo estaría de aquí a unos meses como ella. Liam, que en estos momentos había quedado al margen en mi vida. Totalmente había pasado a un segundo plano.

-Vamos Ju, vente conmigo. – Un chico se acercó a nosotras y se dirigió a Judith.

-Eres un pesado. – Le respondió.

-Por favor… - Ese chico suplicaba.

-Está bien. – Aceptó. – Que tengas mucha suerte. Toma mi número de teléfono, por si necesitas ubicarte por lo que sea.

Judith era muy amable, además de que me serviría de ayuda el tener a alguien allí que conociese esa ciudad, así me sería más fácil encontrarle.

Miraba de nuevo por la ventana del avión que sobrevolaba agua. Era realmente precioso y una imagen para recordar.

De nuevo cerré los ojos y esta vez, la voz que salía por los altavoces del avión me despertó:

‘Señores pasajeros, les avisamos que en diez minutos aterrizaremos. Gracias por viajar con nosotros’

Inmediatamente me desperté. ¡Ya había llegado! Ya estaba a su lado. Ya no me quedaba nada para verle.

Cuando pude, baje del avión y miré que ese cielo era totalmente negro, era de ya que eran las 6:33 de la mañana. El viaje era demasiado largo. Espere bastante tiempo para poder recoger mis maletas. Mis nervios aumentaban y mi corazón latía cada segundo más apresuradamente. Todo esto estaba mal, y quizá nadie se cruzó en mi vida para decírmelo. Nadie me dijo que todo lo que hacía  estaba mal hecho, pero, ni siquiera aunque me lo hubieran dicho, hubieran sido capaces de frenarme. Esa cosa que sentía hacia Harry era tan fuerte, que ni siquiera la fuerza más sobrenatural del universo podría pararme. Era algo que necesitaba y que estaba convencida que el vivir sin él, me sería muy difícil.

Allí estaban mis maletas. Las vi y las cogí. Ahí empezaba de nuevo mi aventura. Debería de coger un taxi y debería de ir hacia el hotel donde me hospedaría estos cuatro días.

Monté en uno de esos taxis amarillos que andaban por la puerta del aeropuerto. Grité mientras que agitaba el brazo para que viniese alguno hacia a mí. Uno, inmediatamente arrancó y se puso delante de mi.

-Buenos días. – Dije abriendo la puerta de ese taxi amarillo. -¿Puede llevarme a este hotel? – De nuevo le enseñaba el nombre de donde debería llevarme. Esto me recordaba a el día que llegué a Londres.

-Claro. – Algo me sorprendió. Era una mujer. Estaba acostumbrada a que todos los taxistas fuesen hombres.

Hizo algunos giros con el volante y comenzó a conducir hasta aquel hotel. Miraba la carretera ansiosa. Algo que me decía que le iba a encontrar, además teniendo la ayuda de esa chica que había conocido en el avión me sería mucho más fácil.

Tras una media hora en ese taxi, esa mujer me dejó en la puerta del hotel. Era grande y aparentemente lujoso. Miré su fachada y agarré una maleta con cada mano. Me puse delante de esa puerta que automáticamente se abrió para dejarme paso y me dirigí a la recepción. Esa chica que estaba ahí me dio la llave de mi habitación. Estaba en la planta 10, así que eso de subir por las escaleras como lo hacía en mi apartamento no debía de ser lo mas adecuado.  Pulsé el botón de ese gran ascensor que decoraba el vestíbulo. Tardo menos de dos minutos en bajar. Traía a una familia que parecía ser francesa. Me monté junto a una anciana y pulsé el botón 10. Rápidamente subió. Diría que no tardó ni un minuto. Cuando sonó ese ‘clink’ que indicaba que habíamos llegado a la planta, mi estómago se encogió. Cada segundo quedaba menos para empezar la búsqueda.

Llegué e inserté la tarjeta que abriría la puerta de mi suite. Y así era. Era grande y tenía unas vistas esplendidas. Desde esa ventana que estaba al lado de la cama de matrimonio se veía ese gran mar de la ciudad de California. Miré por esa ventana y me entró aún más calor, así que saqué unos shorts y una camiseta finita que irían acorde con el gran clima que hacía.

Vale. Ese era el momento de empezar la aventura. Era la hora de empezar a buscar por toda la ciudad. Respiré esa fragancia a sábanas limpias y cogí mi bolso. De nuevo abrí la puerta que unos minutos atrás cerré y cerré los ojos durante unos segundos. Ya no había vuelta atrás. Me había gastado bastante dinero en este viaje y debería aprovechar cada segundo.

Bajé a la calle que ya parecía estar más iluminada por el sol, pues ya eran las 8 y cuarto. Empezaba a caminar a través de esas personas que irían como todos los días a su trabajo. De nuevo estaba respirando el mismo aire que Harry, y, quien sabe. Quizá lo tenía a tan solo unos metros.

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