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Capítulo 22.


-Espera, espera. Perrie, no puede ser. – Le dije mientras intentaba asimilar eso que me había dicho ella.
-Sí… - Su cara se entristecía cada segundo más.
-¿Y cómo? ¿De quién? Dios mío… - Las típicas preguntas que se hace todo el mundo…
-El cómo creo que sobra… y de quien pues… supongo que de Zayn…
-¿Zayn? ¿De verdad? Pensaba que aún no erais nada…
-Madre mía… ¿pero estás segura? O sea, ¿te hiciste la prueba? – Le pregunté asombrada. Demasiado.
-No… tengo miedo, ____. Mucho miedo. Creo que aún soy demasiado joven para ser madre…

Me resultaba rara la idea de ver a Perrie con un hijo, mas que nada porque ella era muy independiente, y tendría que cambiar totalmente su estilo de vida… No podría seguir siendo ella.

-¿Qué tal si vamos a la farmacia y te compras un test de embarazo? – Le sugerí.
-No. Hoy no quiero. Mañana prometo que me lo compro.
-¿Prometido?
-Prometido.

Después de esa conversación tan tensa y rara, continuamos cenando y de nuevo me acercó a casa.  

-Tranquila. – Le dije antes de salir de su coche. – Sea lo que sea, será bueno.
-Solo habrá que hacerse a la idea…
-Exacto. – Le dije mientras me levantaba. – Mañana me cuentas. – La sonreí y cerré la puerta del coche.

Caminaba hacia la puerta del portal encogida por el frío y mirando al suelo cuando me choqué con algo. O mejor dicho, con alguien.

-Oh, perdón, disculpa. – Miré hacia arriba en busca de alguien que no tuviese una cara de asesinarme en ese momento. Pero no podía, alguien me agarraba fuerte por el miedo a que me cayese. Alguien fuerte y con un perfume agradable.
-No te preocupes,____. – Era ¡LOUIS! Miré a sus ojos verdes tan similares a los de Harry e intenté articular palabra.
-¡Vaya! Louis… - Le miré y acto seguido mi amigo estomacal aparecía dándome una paliza destacada.
-¿A estas horas vienes? Hace un frío tremendo… sube arriba que sino cogerás un catarro… - Me sugirió soltándome
-Sí, bueno, yo… ya iba… - Me cuidaba tanto como Harry… Además, aparecía en las ocasiones más oportunas, como él. 
-Bien. Pues… ya hablamos. – Me dijo alejándose de mí.
-Sí… claro… mañana… - Dije intentando enviarle una indirecta de que me encantaría verle un rato antes de que llegase Cris.

Sinceramente, algo había en ese chico que me llamaba la atención. Mi cabeza lo asociaba claramente a Harry, pues se parecían tanto que era como tenerle aquí a mi lado.

Subía por aquellas escaleras del edificio. Agotada, por cierto. Hoy había sido un día muy largo. Todo era realmente raro y todo gracias a mi nueva vida en Londres. Todo en mí había cambiado. Yo y mi forma de ver las cosas.

~

De nuevo en la oficina de aquel edificio de periodismo. De nuevo en ese aburrido trabajo. Menos mal que ya era la hora de comer y después iría a casa. Ese día estaba nerviosa, pues esperaba ansiosa la llamada de Perrie para que me confirmase esa gran noticia que debía contarme.

Bajé al comedor y había mucha gente. Me cogí una mesa aislada ya que solo comería yo. O eso por el momento. Cogí poca comida, pues no tenía mucha hambre. Me senté y puse mi móvil al lado de la bandeja.

-¿Se puede? – El rubito de mi jefe estaba pidiéndome permiso para sentarse a mi lado.
-Oh, claro, claro. Adelante. –Le dije inmediatamente.  El me hizo un gesto de agradecimiento y se sentó en la silla mientras yo pinchaba aquella comida que me acababa de pedir.
-Escuché que querías irte este fin de semana de viaje. – Me dijo. Yo instantáneamente le miré y dejé de comer esa comida para escucharle mejor. – Y creo que si vas a un sitio tan lejos como San Francisco, deberías de ir con tiempo. -¿Cómo lo sabía? Aun que, eso ahora mismo, era lo que menos me importaba.
-Bueno, es igual, un fin de semana está bien. – Le dije.
-Bueno, si quieres te dejo el viernes y jueves libre para organizar todo, el trabajo que hiciste el otro día merece unas vacaciones. – Yo instantáneamente sonreí. Ese chico me estaba haciendo un gran favor.
-¿De verdad?
-Claro. No sé porque te vas tan lejos, pero algo bueno deberá de ser, así que, que disfrutes.

Me levanté de esa mesa dejando la comida a medias y corrí a mi despacho a recoger mis cosas. Niall me había hecho un gran favor dejándome unos días más. Así tendría más tiempo para buscar a Harry.
Recogí mis cosas y comencé a correr por aquellas calles, como siempre. Pasaba por las mismas calles de siempre, pero fijándome en algo: Una tienda de tatuajes. Me paré en seco delante de ese escaparate y miré mi bolso. Saqué inmediatamente ese sobre que debió enviarme Harry.

Entré en ese sitio y todo estaba lleno de cuadros de gente tatuada. La chica que estaba en la mesa, también lo estaba, y mucho.

-¿Un tatuaje? – Preguntó la chica.
-Sí. – Respondí yo.
-Dígame su nombre. – La chica no retiraba la vista del ordenador.
-Harry, Harry Styles. – Su mirada se retiró del ordenador e inmediatamente fue directa a mi de nuevo. Seguramente quería asegurarse de si yo era ese tal Harry.

-Pase por esa sala. – Me dijo señalando. En esa sala había un chico sentado en una banqueta cerca de una camilla.

Me acerqué y me sacó una especie de libro. Empezó a enseñarme diseños. Estaba indecisa entre dos, pero hubo uno que me hizo decidirme. Uno que formaba una especie de H y que instantáneamente me hizo decidirme. Esa H de ese chico que era tan especial en mi vida. H de Harry.

-Ese. – Dije decidida mientras mis ojos se humedecían.

El chico me ordenó que me tumbase. Le dije que lo quería en la cadera y acto seguido comenzó su trabajo. No me dolió, pero algo me molestaba. Tras unos 45 minutos haciéndome ese dibujo, el chico acabó y yo fui a pagar. Harry me había dado muchísimo dinero y me sobró bastante.

Había cumplido uno de mis otros sueños en esa ciudad, y todos, absolutamente todos, gracias a él, gracias a Harry.

Caminaba en esa tarde fría de Londres deprisa entre las calles intentando llegar cuanto antes a mi casa para recoger todo. Llamaría al aeropuerto para cambiar el vuelo y aprovecharía para contarle a Cris que me iría unos días.

En esa casa no había nadie, pues Cris estaría trabajando así que me dirigí a mi habitación y comencé a meter toda mi ropa en las maletas, como tantas veces ya lo había echo. Pero sin embargo, mas ilusionada que nunca.
Mi móvil comenzaba a vibrar y mi corazón se dio la vuelta cuando vi que esa persona que me llamaba era Perrie.

-¿Sí? – Contesté.
-Hola cariño. – La voz tan angelical de Perrie.
-Dímelo ya, no puedo soportar más esta angustia. – Casi le rogaba a Perrie.

PD. Sé que este capítulo ha sido un poco corto y sin gran cosa, pero los estudios me impiden estar más tiempo escribiendo... ¡Os prometo que algo gordo vendrá en breves!
PD2. Si quieres el siguiente, ME GUSTA. 



1 comentario:

  1. No puedo darle a me gusta por que estoy con el moviiil, prro ME GUSTA, GUSTA MUCHISISISISISISISISISIMOO !!! :))
    Espero el siguiente prontitoo jiji

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