¡Tengo una noticia para todos los seguidores de Appeared!
Hace un año y medio que escribí esta novela y no he dejado de escribir desde entonces. Ha tenido tanto éxito que he decidido actualizarla y subirla a Wattpad, editándola y mejorándola, así que, si sois seguidores de la novela, no podéis perderos la versión de Appeared!
Aquí os dejo el link donde la subiré: http://www.wattpad.com/53938684-appeared-h-s-resubiendo
Espero de veras que la leáis y me comentéis las mejoras. ¡No os defraudará! :) xxx
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¡Un año!
Miraba su perfil y no me cansaba. La luz de la tarde de
verano en aquel parque le reflejaba perfectamente el perfil que me mostraba. Solo
se escuchaban risas de los padres observando cómo sus hijos trepaban por los
toboganes o saltaban desde los columpios.
Su sonrisa estaba tan llena de vida como siempre, y sus ojos
verdes tenían la capacidad de trasladar a cualquiera a otro submundo en el cual
la felicidad es la obligación que todos deben cumplir.
Su piel tan blanca y llena de lunares me tentaban a no
dejarle de acariciar nunca. Su pelo rizado, el cual chocaba a la perfección con
su rostro y seguramente le cosquilleaba los pómulos tan maravillosos que lucía
algo rosados.
Sus labios finos y suaves, delgados y rosas. Mis pestañas
bajaban detrás de mis ojos mientras le observaba cada detalle que me sabía de
memoria.
Aún recordaba a la perfección aquel día en el que entré a un
piso del centro de Londres, con él en su habitación y con su sonrisa angelical,
la cual siempre le acompañaba allá donde fuese.
Su olor tan peculiar y varonil no me abandonó nunca, y las
ganas de abrazarle y poseerle a todas horas, jamás fallaban.
Recuerdo cuando le preguntaba que por qué confiaba en mí, y
el simplemente se limitaba a contestarme que porque le transmitía confianza,
sólo conociéndome de horas.
Y, si algo saqué de esto, es que, si hay algo que lo pueda
todo, incluso más que las guerras o incluso más que los políticos y reyes que
se creen los dominantes del mundo, eso es el amor.
Es tan imprevisible, tan repentino, tan maravilloso, que cualquier
acto o efecto que venga acompañado de ello, siempre resultará magnífico.
Aún recuerdo la primera vez que mis ojos chocaron con los
suyos, pensando que el vértigo de una montaña era lo suficientemente
intimidante. Pero me equivoqué. Mirar a Harry era como arriesgarse a ponerse en
el punto más alto del Everest, sin ningún arnés ni nada que te detuviese de no caerte.
El sentir que la adrenalina corría por tu cuerpo y explotaba en un sentimiento
de puro estremecimiento.
El sentir que tu estómago es pequeño, y que cada vez que el
corazón late, duele.
-¿En qué piensas? – Me preguntó él.
Sacudí mi cabeza y deshice por un segundo mi pensamiento
envuelto totalmente en el pasado.
-En nada. – Dije, sonriente.
-¿Has visto a Sarah? Se relaciona mejor que yo.
Eché a reír y él me acompañó. Supe entonces que, mi destino
estaba a su lado, y que mi vida no tendría ni el más mínimo sentido si sus
hoyuelos no me consolasen cuando más lo necesitaba.
Descubrí gracias a él, que el amor es peculiar. Cuanto más
prohibido es algo, más lo quieres. Y cuanto más lo quieres, más duele.
Cualquier locura por amor no es suficiente. Podría ponerme
en el polo norte, en ropa interior y gritar en el último pico del mundo que le
quiero, que eso no sería la máxima locura que podría hacer por él.
De nuevo su sonrisa invadía de forma melodiosa y totalmente
armónica mis oídos. Cuando él reía, todo desaparecía. Recuerdo cuando me despertó junto a los dos
folletos para el London Eye.
Quizás el intentar hacer que mi felicidad flotase y no se
hundiese bajo ningún concepto, el ser como nadie fue conmigo en ningún momento
de mi corta vida, el arriesgar todo por mí y el intentar dejar sus sentimientos
a un lado para que yo fuese feliz, fuese lo que me hizo darme cuenta de que,
cuando hablamos de amor, todo vale.
Jamás pensé en ningún momento que el irme a Londres en busca
de trabajo pudiese llegar a cambiarme la vida tanto, pudiese traer consigo
tantos quebraderos de cabeza, tantos pensamientos, tantos momentos de
impotencia y desesperación.
Aprendí que la vida es arriesgar y ganar o perder. Entendí
que no todo está hecho a tu medida, pero que siempre se adapta todo a ti.
Entendí que unos ojos verdes y una sonrisa con unos dientes los
cuales superaban a las perlas, pueden ser más impactantes que una propia bomba
en tu pecho.
Harry retiró un momento la mirada de Sarah y me miró a mí.
De nuevo ese sentimiento que se apoderaba completamente de mi estómago y
amenazaba con romperlo aparecía.
Sus manos se dirigieron a mí y las puso en mi cabeza,
enrollando sus finos, largos y ágiles dedos por mi pelo, sin importarle lo que
se entrelazasen.
Su mirada me cortaba la respiración, pero me daba la vida.
Su frente chocó con la mía y un escalofrío me recorrió
completamente, me hizo estremecerme.
-¿Recuerdas que día es hoy? – Me preguntó, a apenas dos
centímetros de mí.
-¿Qué día es hoy? – Pregunté, esperando una respuesta convincente.
-¿Recuerdas aquel día que apareciste en mi piso de Londres,
sin saber siquiera que existía? – Me preguntó.
-Lo recuerdo. – Contesté.
-Bien, pues que sepas que, tanto ese día como el día de hoy,
sigo estando dispuesto a hacer todo por hacerte feliz y por demostrarte cada
día más que te quiero como jamás podré querer a nadie.
No me dejó contestar y arrastró mi cara hacia la suya, envolviéndonos
en un beso mágico.
Si algo caracterizaba al magnífico Harry era la capacidad
que tenía de dejar a todo el mundo sin palabras y, tras casi cuatro años a su
lado día a día, a mí me dejaba aún sin palabras a diario. Cuatro largos años en
los que había pasado día sí y día también con él. En los que compartimos viajes
y aventuras, en los que nos invadimos y aprendimos a ser felices junto a
nuestra pequeña Sarah, donde los dos, fuimos uno durante tanto tiempo.
Y, si de algo estaba cien por cien segura, es que, el tiempo
solo era una referencia para el mundo, pero eso no me iba a servir de excusa para
hacer que el hombre que apareció en mi vida, desapareciese. Eso era algo más imposible
que el hecho de que su mirada, algún día, deje de brillar.
Capítulo 45.
Habían
pasado siete meses desde que Harry y yo nos casamos. Ese día fue el más extraño
de toda mi vida, pero también el más feliz. Harry me había hecho feliz todos y
cada uno de los días. Me había sacado sonrisas y me había demostrado que se
podía tocar el cielo con la yema de los dedos sin siquiera despegar los pies de
la tierra.
Volvimos
a Londres después de pasar unas semanas en España con mis padres. Nuestra vida
juntos era vivir en aquella magnífica ciudad. Poco tiempo después, Niall se
puso en contacto conmigo y recuperé mi anterior trabajo.
En
cuanto a Liam… no supe mucho de él después de ese día. No quise contactarle y
él tampoco intentó mucho por hacerlo. Ninguno nos comportamos bien y
pensaba que nuestra relación se deterioró demasiado con todos los daños que nos
habíamos hecho ambos como para intentar hablarlo. Lo único de lo que me enteré
gracias a mi amiga Eva, fue que se estaba viendo con una chica después de aquel
día. Sinceramente, me alegré mucho, él también merecía ser feliz fuese con
quien fuese.
En la
actualidad no me hacía falta tampoco un Liam Payne en mi vida. Me dolía
admitirlo, viví muchísimas cosas buenas con él, pero, ahora ese hombre no tenía
ningún sitio en mi vida.
-¿Está
lista ya la señorita? – Harry golpeó la puerta de la habitación y se adentró
diciendo esa frase.
-Cinco
minutos. – Le dije sonriéndole.
-Bien,
esperaré en el sofá. – Dijo
-No
exageres, sabes que tardo poco.
-Estás
preciosa. – Me dijo con una sonrisa en la cara mientras yo luchaba con mi
pendiente para que encajase en mi oído.
-Gracias,
cariño.
Harry
se acercó a mí y me cogió por la cintura mientras me miraba a través del
espejo. Acariciaba mi tripa. Estaba orgulloso, al igual que yo.
-Estoy
dispuesto a hacer todo lo que sea para que seas la persona más feliz del mundo.
– Me susurró al oído.
-Lo has
hecho siempre, y lo sigues haciendo. – Me giré y le besé.
Sí.
Podía decirlo incluso asegurarlo. Era la persona más feliz del mundo. Y mi
felicidad tenía nombre y apellido: Harry Styles.
Salimos de nuestra nueva casa. Nos habíamos cambiado por un chalet que había
en venta a algunos metros de la casa de Perrie, el apartamento se lo quedaron Louis y Cris.
Ahora andábamos
camino a casa de Perrie. Ese tremendo frío que quebraba a cualquier ser humano
los huesos, se sentía. Era Navidad y pasaríamos la noche con Zayn, Perrie y el
pequeño. Había nacido su hijo hacía algo más de un mes. Edward. Así se llamaba.
Igual que su tío. Igual que Harry.
Llegamos
a la casa de Perrie y llamamos al timbre. Harry me ensanchó la mano y aún no me
acostumbraba a no tenerme que esconder de nadie y no tenerme que arrepentirme
de nada. Ahora era a él a quien se la debía de dar, y era a él a quien quería
darle la mano todos los días de mi vida.
Tobie
de nuevo se volvía loco y solo sabía ladrar. Zayn, salió, y menos mal. Hacía un
frío tremendo. Diciembre, frío Diciembre.
Mientras
se acercaba Zayn me acordaba de la vez que besé a Harry en esas escaleras por
donde estaba bajando en ese momento. Ese día me arriesgué a perderlo todo, a
perder a Liam, pero, ¿qué sería de la vida si no se cometiesen locuras
semejantes?
En esos
meses no me habían faltado ni cariños ni nada parecido. Harry se había
encargado de darme todo lo que necesitaba, todo lo que una chica con 21 años
necesitaba. Consiguió un trabajo bastante
estable con el que ganaba un sueldo alto. Él se empeñaba en hacerme la persona
más feliz del mundo, y lo hacía. Lo hacía como nadie.
Entramos
en la casa y nos acomodamos en el sofá mientras Perrie terminaba de retocar la
mesa. Solo cenaríamos nosotros, pero ella era muy perfeccionista. Estaba
preciosa, igual que siempre. Parecía mentira que apenas un mes atrás hubiese
dado a luz. Estaba estupenda. Su vestido hacía ver sus perfectas y envidiables
curvas. Después de terminar de retocar todo la mesa, se acercó a Zayn y se
sentó a su lado mientras miraba a su bebé que estaba en brazos de Harry.
-¡Es
precioso! Sigo diciendo que se parece a mí– Exclamaba Harry mientras miraba a
su sobrino.
Yo
miraba a Perrie orgullosa. El brazo de Zayn le rodeaba todo el cuello y sus
ojos transmitían cansancio. Pero sin embargo, jamás perdió la ilusión en
aquella mirada que me mandaba.
Harry
seguía concentrado mirando a aquel niño que en un futuro, y ahora, era precioso.
Ed. Así le apodaríamos.
El bebé
empezó a protestar cuando Harry le agitó demasiado la cabeza.
-Creo
que aún no tengo mucha maña para esto de los bebés. – Dijo con una sonrisa.
Perrie
se acercó a él y cogió al bebé entre sus brazos. Él directamente se calmó bajo
las miradas atentas de sus dos padres. Yo me levanté y me senté al lado de
Harry. Él me besó la frente y posó su brazo en mi hombro rodeando todo mi
cuello.
-Si
queréis, podéis ir yendo a la mesa, llevaré a Ed a la cuna y volveré enseguida.
– Sugirió Perrie.
Todos
asentimos y nos dirigimos a aquella mesa perfectamente preparada por Perrie.
Harry y Zayn se dieron un fuerte abrazo en forma de amistad. Un año atrás jamás
me imaginaba que Zayn y Harry podrían soportarse. De hecho, nada de lo que
estaba pasando podría imaginármelo un año atrás.
Nos
sentamos y fuimos sirviendo la cena esperando que Perrie llegase. Allí bajaba,
con un walkie-talkie de
un osito para escuchar al bebé si se quejaba. Lo dejó a
su derecha y se sentó al lado de Zayn.
-¿Brindamos?
– Zayn se puso de pie y elevó la copa de vino.
-Brindemos.
– Le siguió Harry.
-¿Por
quién? – Preguntó Perrie.
-Por
nosotros cuatro. Porque a pesar de todos los obstáculos del camino, ahora todos
somos felices junto a la persona que queremos. – Dijo Zayn con una sonrisa.
-Brindemos
entonces porque tengo a la mejor hermana del mundo, al mejor cuñado, y a la
mejor esposa que cualquier hombre pudiese desear. – Añadió Harry chocando su
nariz con la mía.
-Yo
brindo por la maravillosa mejor amiga y cuñada que tengo. Quien me apoyó en
todo y siempre estuvo ahí para escucharme. Quien confió en mí desde el primer
momento. – Continuó Perrie. – Te aseguro que eres la mejor persona con la que
podía haber dado el grandullón de mi hermano, al cual adoro con toda mi alma.
Sin ti no hubiera sido nada de esto posible.- Dijo Perrie dirigiéndose a Harry
y con sus ojos algo brillantes. – Y también brindo por Zayn. Mi esposo y el
padre de mi hijo. Quien me hizo darme cuenta de que el amor verdadero existe y
quien me hizo conseguir afrontar todo con todas mis fuerzas. Te quiero. Y
también brindo por aquel pequeño que me ha regalado este hombre, que con tan
solo un mes de vida, daría la mía por él. No entiendo como a algo tan pequeño
se le puede querer tanto…
-Pues
yo… - Cogí aire de aquella situación tan emocionante que acababa de vivir con
las palabras de Perrie. – Brindo por mi mejor amiga. La que siempre me ha
prestado su hombro y apoyo cuando lo he necesitado. Quien siempre me ha cubierto
las espaldas y ha sabido aconsejarme y escucharme. De verdad, gracias. – Miraba
a Zayn. – ¿Quién me iba a decir que el chico moreno de la mecha rubia que me
ayudó a subir las maletas a mi apartamento el primer día que pisé esta ciudad iba
a ser el marido de mi mejor amiga? Gracias por todo, por saberme guardar los
secretos como nadie y por todo. Y bueno…– Miré a Harry. – Brindo por la persona
que más locuras me ha hecho hacer, de las cuales de ninguna me arrepiento.
Brindo porque me he ido a enamorar de la mejor persona del mundo. Del hombre
que toda mujer desea tener. Gracias por enseñarme lo que es amar. Gracias por
acompañarme en esta aventura de la vida y gracias por estar en todo momento que
necesitaba un abrazo tuyo. Bendito día en el que tu mirada dio con la mía y
bendito día en el que me casé contigo… Gracias por enamorarme cada día más,
Harry. Te quiero.
Harry
me abrazó y besó la frente mientras vivíamos todos aquel momento tan
sentimental.
-Y
bueno, creo que debo añadir yo algo. – Dijo Harry. – Ahora debemos de brindar
también por esto. – Harry acarició mi tripa. Zayn se quedó extrañado.
-No… -
Perrie lo entendió perfectamente.
- Sí... - Confirmé. - ¡Estoy
embarazada! – Dije con una enorme sonrisa y entre los brazos de aquel chico de veintitrés
años que un año atrás se chocó conmigo en esa pequeña habitación de un piso en
el centro de Londres.
Él, Harry
Edward Styles. El hombre que, simplemente, apareció.
PD. Os agradecería que me dijeseis qué os ha parecido en un comentario aquí: http://ask.fm/sttories1D
~ Y ahora, gracias a todos y todas los que habéis seguido mi historia. Gracias por esos días que me poníais muchísimos comentarios tan intensos y sentidos. Gracias a todas esas personas que se han tomado esta historia tan enserio y quien ha valorado tanto mi trabajo. Sin vosotros, esta historia solo se hubiera quedado en el prólogo. ¡Os quiero!
Capítulo 44.
Sólo
quedábamos el sacerdote, mis padres, Perrie, Cris, Louis, Harry y yo en esa
iglesia. Todos mirábamos confusos a Harry. Todos intentábamos descifrar lo que
quería preguntar. ¿Qué sería?
-A lo
mejor es todo muy precipitado. –Comenzó a hablar Harry. – Pero te aseguro que
llevo meses deseando que esto algún día pudiese llegar a pasar. – Harry se
quedó en silencio unos minutos.
-Vamos,
díselo ya.- Apresuró Louis.
Mis
padres le miraban extrañados, ellos no entendían nada de la situación.
-¿Quieres
casarte conmigo? – Al fin soltó esa pregunta de su boca. Al fin me lanzó esa
deseada pregunta.
Yo le
miraba sonriente y limpiándome aquellas lágrimas que había derramado por mi
cara.
-¿Quién
eres tú? – Exclamó mi padre.
Mi
mente se quedó en blanco pensando en que posiblemente todo lo que acababan de
vivir era una indecisión completa.
-Papá,
el es Harry Styles. – Les presenté.
-¿Y por
qué te está pidiendo matrimonio? – Preguntó mi madre sorprendida. - ¿No se da
cuenta de que acaba de dejarte plantada aquí tu supuesto marido?
-¿Escucharon
lo que dijo antes de salir? – Interrumpió Perrie. – Liam no aceptó porque él sabe
de sobra que ellos dos se aman. Él no haría feliz a su hija, señores. Mi
hermano la quiere, mi hermano está enamorado de ella y creo que es el único
hombre que puede hacerla feliz.
-No
entiendo absolutamente nada… - Dijo mi madre.
-No
hace falta que lo entendáis. – Conseguí decir yo tras salir del estado de shock
que me había creado aquella pregunta. –Yo lo entiendo, y yo sé que es la
persona que me ha descubierto como realmente soy. Sé que él es quien de verdad
quiero. – Dije.
Harry
reía mirándome. Él se dirigió a mis padres y yo les miraba desde un segundo
plano.
-Siento
no haberles pedido la mano de su hija antes, señores. – Les dijo a mis padres.
- ¿Me permiten?
Un
silencio incómodo se creó en aquella sala. Mi corazón iba a mil por hora, era
tan educado, tan… tan especial. Claro, esa era la palabra. Especial.
-¡Claro
que sí! Jamás había visto a mi hija tan ilusionada con algo. – Exclamó mi padre con lágrimas en los ojos.
Harry
sonreía mientras yo lloraba. El sacerdote admiraba todo lo que ocurría y todos
estaban emocionados. Harry se acercó a mí cogiendo mis manos. Bajaba su mirada
para encontrarse con mis ojos, y yo la subía, para encontrarme los suyos.
-¿Quieres
casarte conmigo, pequeña? – Su susurro que apenas podía escucharse.
Fue lo
que me hizo darme cuenta que debía y necesitaba casarme con él. Necesitaba ser
feliz y me había costado muchísimo tiempo darme cuenta de que mi felicidad
estaba a su lado.
El
sacerdote nos miró igualmente emocionado. Sacó aquel libro y creó aquella
ceremonia tan íntima entre nosotros siete. Era la boda más extraña que podía
existir, pero, era la boda más bonita
que jamás podría haber asistido.
-Harry Edward Styles, ¿aceptas a _____ ______ cómo legítima
esposa? – Preguntó el sacerdote. Harry me miró y sonrió.
-¡Claro que acepto! – Su sonrisa aumentó.
-¿Y usted…
-Padre, no pregunte. ¡Claro que quiero! – Interrumpí.
Harry me miró y no esperó si quiera a que el cura nos diese
permiso para besarnos. Cogió mi cara y la arrastró hacia sus labios. Era el
primer beso que daba en público a Harry, y el primer beso que daba a mi marido.
Los demás aplaudían, incluso el cura. Todo lo que viví antes de que Harry
llegase a mi vida, fue perfecto, típico de una persona de veinte años. A raíz
de conocerle a él, me hizo cambiar.
Salimos de aquella iglesia, dados de la mano. Al fin daba la
mano a mi marido. A mi esposo. A quien desde un primer momento debí dársela.
Estábamos en frente de la iglesia. Harry sacó un sobre. Le
miré y lo miré.
-¿Qué es eso? – Pregunté extrañada.
-Teníamos un viaje pendiente a París, ¿recuerdas? – Me dijo.
Mis ojos se hacían chiribitas. Harry no había dejado de
sorprenderme jamás. Y ahora, tampoco.
~
Y ahora, estaba en el asiento de un avión. Al lado del
hombre de mi vida, al lado de mi marido. Al lado del único hombre que supo
hacerme ver como realmente era yo.
-Es la mayor locura que he hecho en mi vida. – Dije. – Pero la
locura que volvería a repetir millones de veces.
-Te juro que te haré la persona más feliz del mundo,
princesa. Te lo prometo.
Harry me besó delante de aquella gente. A nadie le
sorprendió, ¡Claro! A nadie le importaba que me besase con mi marido. Le miré y
le volví a besar. Lo tendría que hacer por toda mi vida, y, lo haría encantada.
Él me hizo darme cuenta de que la vida es un rato, y me hizo
darme cuenta de que no hay que hacer siempre lo que se debe, sino lo que se
quiere. ¿Qué hubiera pasado si me hubiera casado con Liam? ¿Hubiera sido feliz?
Me hubiera mentido a mí misma.
Sin embargo Harry apareció en mi vida para abrirme los ojos
y para darme cuenta de que él era el primer amor. El primer amor y el único. El
hombre con el que compartiría mi vida. Con el que cada día contaría, el que me
haría sonreír y el que me haría darme cuenta de que la vida no es un cuento,
pero puede parecerse si estás al lado de alguien como él.
Quizá haya sido malo, quizá haya sido bueno que Harry se
entrometiese entre Liam y yo, pero si de algo estoy segura es que Harry Edward
Styles era el hombre de mi vida. Era el hombre de mis sueños. Seguramente
aparecería para hacerme feliz, o para hacerme ver que los sueños se cumplen,
pero, ¿qué más da? Él simplemente, apareció.
PD. Penúltimo capítulo de la temporada. ¿Quieres leer el último? ME GUSTA ^^
Capítulo 43.
Mi
corazón iba a mil por hora. La situación cada vez era más incómoda. Estaba a
punto de darme el sí quiero con un hombre que se estaba pensando tres mil veces
la respuesta, y con el chico al que había querido como a nadie y quería detrás
de mí.
-Liam…-
Le apresuré.
-Yo… Lo
siento. – Dijo alejándose algo de mí.
Las
voces de la gente que estaba detrás de nosotros admirando como nos daríamos el
sí quiero se escuchaban. Cuchicheaban sobre lo que acababa de hacer Liam
mientras yo le miraba extrañada.
-¿Qué?
– Le exclamé.
-No me
puedo casar con alguien que no me quiere. Acaba de entrar él por la puerta y te
has olvidado de lo demás. Mírate. Mírale. Os morís el uno por el otro. Te has
olvidado que yo soy con quien se supone que te vas a casar y con el que se
supone que vivirás toda una vida. ¿De verdad me quieres tanto como para eso? Yo
creo que desaprovecharías tu vida estando conmigo. – Liam se dio la vuelta mientras yo seguía en
estado de shock. No quería entender nada, pero lo entendía. No quería darme
cuenta, pero lo hacía. –Lo siento… - Dijo finalmente Liam.
La
gente que estaba a nuestro alrededor, cada vez hablaban más alto y cada vez se
les podía escuchar mejor. ‘¿Qué habrá pasado?’ ‘¿Qué mosca le habrá picado?’ y
comentarios de ese tipo eran los que llegaban a mis oídos. Los padres y
hermanas de Liam se fueron tras él mientras yo caía en el sillón donde habíamos
permanecido toda la ceremonia. El cura se acercó a mí.
-¿Está
bien señorita? – Me preguntó.
-¿Por
qué…? – Conseguí decir.
-¡Oh,
Dios mío! – Perrie y Cris subían a mi lado. –Oye, tranquilízate. Te va a dar
algo.
-¿Por
qué me ha hecho esto? ¿Por qué no me lo dijo antes? – Dije entre lágrimas
-Quizá
porque se arrepintió de haber venido aquí cuando vio aparecer a Harry detrás… - Dijo Cris.
Miré
hacia atrás buscando a Harry, necesitaba que alguien me dijese si sabía algo de
su decisión, aun que fuese él. Pero no, no había ni rastro de Harry.
*Narra Harry*
¡¿Qué?!
Pensé. Acababa de decir que no. Acababa de ponerme a mí como excusa. Pero todo
lo que acababa de decir era tan cierto como mi nombre. Aquel chico que estaba
en el altar junto a la chica que quería bajaba las escaleras y se dirigía hacia
afuera de la iglesia. Sabía que mi deber era ir junto a _____, pero no me lo
pensé ni un segundo y en cuanto cruzó las puertas de esa iglesia, salí detrás
de él.
-¿Qué
has hecho? – Le grité.
-Toda
para ti, tío. Absolutamente para ti. Campo libre. Sed felices, os morís de
ganas por serlo juntos.
Adelante. Yo desapareceré. No me veréis más. – Dijo mientras
su rabia se salía enfilada de sus ojos hacia mí.
-¿Enserio
has dejado a la mujer más maravillosa del mundo plantada delante de toda su
familia? ¿No te ha dado por pensar que te has comportado como un egoísta?
-Te
estoy haciendo un favor.
-No me
lo estás haciendo.
-Dila
que lo siento, por favor. Que cuando quiera hablar le daré mis motivos de por
qué lo he hecho. ¿Vale?
-¡Haberla
dicho en tu casa que no vendrías a la boda! No la hagas esto…
-Lo
siento, ¿vale? Me largo de aquí. – Fue lo último que salió de la boca de ese
chico.
Después,
desapareció a lo largo de la calle mientras sus familiares iban detrás de él a
tranquilizarle.
Abrí
las puertas de esa iglesia donde casi todo el mundo estaba abandonándola y me
adentré otra vez. Ahora debería tranquilizarla. Ahora más que nunca debería
estar con ella.
*Narra ______*
Necesitaba
que alguien me diese un golpecito en la espalda para despertarme. Que fuese
como la vez que soñé con lo del accidente de Harry. Que fuese totalmente una
pesadilla. Pero no, no lo era. Era la cruda realidad.
Veía
como la gente abandonaba ya la iglesia, incluso la gente de mi familia. Les
había pedido que por favor regresasen a sus casas, no quería que todo el mundo
estuviese preguntándome que por qué había hecho eso, ni siquiera yo lo sabía. Abandonaba
toda esa gente la iglesia cuando miraba hacia la puerta. Alguien pasó a contra
corriente: Harry.
Andaba
apresuradamente con ese perfecto esmoquin que vestía y venía hacia mí. Mis
padres estaban preocupados y tampoco entendían nada.
-No me
esperaba para nada esto… - Me dijo él en cuanto llegó a mi lado. Cris y Perrie
se retiraron un poco dejándonos intimidad. Mis padres no sabían ni quién era
ese individuo que estaba en frente de mí.
-¿Por
qué me ha hecho esto, Harry? – Le contesté.
-No
llores, ¿vale? Quizá es porque él se ha dado cuenta de que no sabe hacerte
feliz y que no seréis felices juntos. Sé que ha sido el día mas embarazoso de
tu vida, pero piensa que a lo mejor esto es luego mejor.
-¿Y si
no lo es, Harry? Yo quería casarme con él.
-¿De
verdad? ¿Estás segura de que querrías compartir toda tu vida con él? – Me dijo.
– Sé realista y piensa por una vez en ti. No pienses en él ni en lo que
deberías hacer. Piensa en ti y en lo que quieres.
Pasaron
unos minutos y yo miraba fijamente los ojos de Harry buscando respuesta a esa
pregunta que me acababa de lanzar. Esa eran las preguntas que yo siempre me
había creado en mi mente, y que sí sabía contestarlas.
-Pero…
yo…
-Tú
quieres a Harry… - La voz de Lou se metió en la conversación. – No os mintáis
más, chicos. Os queréis y os amáis. El mismo Liam os lo ha confesado, que él se
iba porque sabía que vuestra felicidad era estar juntos.
Mis
padres se quedaban perplejos y nos miraban atentos como hablábamos. Veía como se le dibujaba una vergonzosa sonrisa
a Harry que fue lo que me tranquilizó.
-Lou
tiene razón… - Dijo finalmente Harry.
-¡Claro
que la tengo! No desperdicies ni un segundo más… - Contestó Louis.
-Harry…
- Dije.
-Espera.
– Me interrumpió. – Ahora creo que el que debe de hablar soy yo. Más bien
preguntar.
La
mirada del cura iba hacia nosotros también. Ellos no entendían nada,
claramente. ¿Qué me querría preguntar Harry en este momento tan incómodo,
embarazoso y extraño?
PD. Me podéis decir qué pensáis sobre lo que le preguntará Harry a _____
PD2. Dale a me gusta si quieres el siguiente ;)
Capítulo 42.
Nerviosa y al borde de un ataque de nervios. Ese era mi
estado de ánimo. Ese día me recordaba tanto a la boda de Perrie un mes atrás.
Esta vez era yo la que pisaba el altar. Esta vez era yo la que diría el ‘sí
quiero’ delante de todo el mundo. No había hablado con Liam desde la mañana
anterior y él estaba seco. Intenté asociarlo a que estaría nervioso, igual que
yo.
-Estás preciosa, de verdad. – Me decía Cris. – La diseñadora
que te hizo el vestido te lo hizo genial.
-Gracias. – Le dije mientras ella me ayudaba con los últimos
retoques antes de ir hacia la iglesia.
Este día me recordaba al día en el que Perrie se casó. El
día en el que me volví a encontrar de frente con mi pasado. El día más feliz de
mi mejor amiga. Se me hacía raro que no estuviese aquí que hasta me imaginaba
su voz. O, esperad. ¿Me imaginaba su voz?
-¡CARIÑO! – Oh, ¡No me lo imaginaba! ¡Era Perrie! ¡Estaba
ahí!
Cogí un extremo del vestido y a pesar de que los altos
tacones que llevaba me impedían correr hacia ella, lo
intenté y lo conseguí.
Nos envolvimos en un gran abrazo en el que mis lágrimas estaban a punto de
salir a la luz.
-Pensaba que no vendrías. ¿Qué haces aquí? – La dije.
-¡No llores! – Me rogó. – Sino la pintura se te correrá
-Bien. Vale. ¿Qué haces aquí? – Insistí.
-¿Pensabas que podía faltar en el día más importante de mi
mejor amiga? – Me dijo mientras continuaba abrazándome.
-¿Y Zayn?
– El se quedó en Londres. Me vine yo sola.
-¡Oh Dios mío! Tu tripa está enorme!
Tras unos fuertes abrazos bajo la observación de Cris, quien
también había venido a mi boda, ésta acompañada de Lou, nos dirigíamos abajo,
dónde mi padre conducía el coche que nos llevaría a la iglesia. Perrie se montó
conmigo en el asiento trasero.
-Créeme que estoy muy nerviosa… - La dije.
-Y tú créeme que te entiendo como nadie. – Las dos
sonreímos.
-Y, ¿qué tal Harry? – La pregunté.
-¿Crees que es el momento oportuno para preguntar por él? –
Dijo con una sonrisa.
-Creo que es lo único que me puede distraer un poco…
-Viajó a San Francisco de nuevo a ver a mi abuela hace unos
días. No hablé con él desde entonces. – Me informó.
-Espero que no se encuentre con Jane.
-Lo dudo. Hará lo imposible para que eso no sea así. – Me
dijo Perrie.
-¡Ya llegamos! – Dijo mi padre.
Su voz masculina me hizo que mi estómago diese un vuelco
completo. Estaba a dos pasos de atravesar la iglesia de su brazo. Allí estaría
Liam, con su esmoquin seguramente perfecto. Sujetaba la mano de Perrie hasta
que ella abrió la puerta de su lado y salió. Mi vestido ocupaba casi todo el
espacio de la parte trasera del coche, y cuando mi padre decidió abrir mi
puerta para que saliese, me costó eternidades deshacerme de aquel forro tan
pomposo que formaba parte de mi vestido.
Mi padre estrechó su brazo y yo me agarré de él. En una
iglesia de Barcelona, con un calor algo incómodo y a tres pasos de convertirme
en la señora Payne.
-¿Estás preparada? – Me dijo mi padre.
-Debo de estarlo. – Le dije.
Comenzamos a andar rápidamente mientras que Perrie me iba
colocando la cola del vestido. Me iba acercando a la puerta de la iglesia y los
nervios se me iban acumulando en el estómago. Pensaba que iba a echar por la
boca hasta mi primera papilla.
Las puertas de la iglesia chasquearon y comenzaron a abrirse. Miraba al suelo y me
decía a mi misma que debía de levantar la mirada para mirar al altar y ver el
fantástico Liam. Las voces de la gente se silenciaron totalmente y comenzó a
sonar el sonido de aquel órgano.
Me armé de valor y levanté mi mirada hacia el altar donde
Liam me miraba a punto de un ataque de nervios, al igual que yo. Me temblaba
todo, absolutamente todo. Mi única sujeción era el brazo de mi padre, que
gracias a él no me vine abajo en ningún momento. Me acercaba entre lágrimas de
mis padres y aquellos invitados emocionados. Mi padre me soltó del brazo y me
besó la mejilla susurrándome un ‘Suerte’
Antes de subir aquellas escaleras, cogí aire y miré a Perrie
que me transmitía tranquilidad. Cogí un extremo del vestido y comencé a subir
peldaños.
-Hola. – Susurré a Liam.
Él se limitó a sonreírme. Le veía raro y seco. Su reacción
de días anteriores seguía permaneciendo y ya no podrían ser de los nervios.
El sacerdote sacó el libro y comenzó a leer línea tras línea
mientras yo miraba de reojo a Liam que no me dedicó ni una sola mirada. Sus
piernas entrecruzadas y sus dedos jugueteaban nerviosos. El cura nos mandó
ponernos en pie para preguntarnos aquella famosa frase.
En cuanto pude equilibrarme encima de esos zapatos, escuché
la puerta de la iglesia abrirse. ¿Quién sería y por qué llegaría tan tarde? La ceremonia
estaba a punto de terminar. Mi cabeza se
giró hasta el punto que pudo, ese velo que decoraba mi cabeza era demasiado
inmóvil para dejar que mi cuello pudiese girar perfectamente. No me permitía
girar el cuello a la perfección, pero si de algo estaba segura, es que la
persona que acababa de atravesar esa puerta era muy importante para mí: Era él.
-Harry… - Susurré.
Liam escuchó mi susurro y giró también su cabeza hacia mi
dirección.
-Disculpen, ¿podemos seguir con la ceremonia? – Dijo el
cura. -¿Oigan? – Preguntó al ver que ninguno de los dos hicimos caso a su
petición.
-Sí, sí. – Decidí decir. – Prosiga.
Harry se sentó en uno de los últimos bancos, ya que los
demás estaban ocupados. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué estaba en mi boda? ¿Qué
pretendía llegando en ese justo momento?
-Liam James Payne, ¿acepta a _____ ______ como legítima esposa?
– Preguntó el sacerdote.
Mi corazón iba a mil kilómetros/hora y miraba a Liam
nerviosa. Él estaba tardando mucho en contestar a esa simple pregunta y no
entendía el por qué de su reacción. Tampoco entendía que hacía Harry ahí, ¿no
estaba en San Francisco? ¿Qué pintaba él ahí? Hasta el día de mi boda todo era
extrañísimo.
PD: ¿Me gusta por uno de los últimos capítulos?
PD: ¿Me gusta por uno de los últimos capítulos?
Capítulo 41.
-¡Regresa cuándo quieras! – Era la frase que me decía Perrie
mientras el abrazo de despedía nos invadía de tristeza. - Me encantaría estar
el día de tu boda, pero ya sabes que me es imposible…
-No te preocupes, ya te contaré todo. ¡Te echaré de menos! –
La dije.
De nuevo nos abrazamos y esta vez fue más fuerte. Acaricié
la grande barriga que ya se le notaba a Perrie y después fui a Zayn. Le di un
fuerte abrazo a él también. Sacudí la mano y me dirigí al coche con el que nos
acercaban Lou y Cris al aeropuerto, ya que el coche de Liam se lo había dado a Louis para que
consiguiese venderle y con el dinero poderse comprar otro en España.
Atravesábamos la carretera y pensaba en algo: Harry. Él era
el pensamiento constante que permanecía en mi mente. Era algo que retumbaba de
una pared a otra, pero se calmaba cuando decía y pensaba que era lo mejor.
Miraba a Liam que aún parecía estar confuso, y era entendible.
-¿Estás bien? – Le susurré.
-Claro. Entiende que estoy un poco descolocado aún pero se
me pasará en unos días.
-Gracias… - Le agradecí. – Gracias por perdonarme y darme
una oportunidad.
-Todo el mundo se merece segundas oportunidades, ¿no? – Me
sonrió y me abrazó.
Después de un camino en aquel coche, nos bajábamos y
cogíamos todo nuestro equipaje. Nos despedíamos de Cris y Lou los cuales se
quedaron con el apartamento de Harry.
-¡Te echaré de menos! – Me dijo Cris mientras sus lágrimas
alborotaban todo su maquillaje.
-¡Y yo! – Dije intentando contener las lágrimas. Después,
fui hacia Lou y le di un fuerte abrazo también a él, había sido un gran apoyo
en esos meses para mí. – Nos vemos el día de la boda.
Con una maleta en cada mano, nos dirigíamos al aeropuerto.
De nuevo volvería a España y de nuevo volvería a mi vida anterior. Mis amigas
de la universidad, mis padres, mi familia… Ahora todo esto me resultaría tan
extraño. Mi vida cambió completamente en estos ocho meses y fue gracias a él,
fue gracias a Harry.
-Volvemos a nuestra anterior vida… - Me dijo Liam cuando ya
estábamos sentados en los asientos del avión.
-Sí…
-Lo siento. – Me dijo de repente Liam.
-¿Por qué?
-Por no haber estado a la altura. Si hubiera sido diferente
contigo no te hubiera hecho falta enamorarte de otro tío.
-Liam, eso no fue culpa tuya. Fue todo un error. Olvidémoslo, ¿vale?
Él miraba por la ventana mientras yo escuchaba música a
través de los auriculares. Una hora y cuarenta y cinco de viaje aún me
esperaban por delante. Una hora y cuarenta y cinco minutos que se me pasó
volando.
La misma voz que anunciaba en todos los viajes que habíamos
llegado al destino sonaba por esos altavoces.
Liam y yo nos levantamos y él
encajó su mano con la mía para no perdernos. Después de una hora esperando el
equipaje, al fin lo encontramos y podíamos volver a casa.
Mis padres no sabían que regresaba a casa, y menos ese día.
Sería una total sorpresa para ellos. Me coloqué en frente de la puerta del
chalet donde había vivido todos esos años de mi vida. Mi infancia, mi
adolescencia y mis años de locura. Ahí fue donde pasé los mejores momentos de mi
vida.
Detrás de mí se encontraba Liam con el equipaje, yo estaba
colocada delante del timbre para pulsarlo. Cogí aire. Hacía casi medio año que
no los veía. Al fin lo pulsé. Tras algún que otro minuto de espera, una señora
a la que llamaba mamá apareció por aquellas escaleras. Su cara fue un poema.
-¡Hija! – Exclamó mientras baja aquellas escaleras del
porche. Yo sonreía emocionada mientras esperaba que llegase a abrirme la
puerta.
Ahí estaba. La mujer que me había dado la vida. Un fuerte
abrazo me unió a ella y me envolvió en un enorme sentimiento. Detrás, el hombre
que me dio las mejores sonrisas. Mi padre. Igual, me acerqué a él y le di un
enorme abrazo.
-¿Qué haces aquí? – Me preguntó mi madre intentando encajar
aquella situación.
-Regresamos a España, mamá. –La informé.
-¿¡CÓMO!? ¿Ya no te vas Londres? – Dijo sorprendida.
-No, ya me quedo aquí.
-¡Oh Dios mío! Qué alegría me da volver a verte, hija mía. –
Exclamó mi madre. –Por favor entrad, entrad. Os podéis quedar el tiempo que
queráis aquí.
Mi madre entendía que yo debería de irme a vivir con mi
futuro marido, pero que tendríamos que buscar algún hogar antes. Nos subió a la
que siempre había sido mi habitación y nos acomodamos. Liam se quedaría al
menos esta noche a dormir conmigo. Mientras ella preparaba algo de merienda, yo
y mi prometido, manteníamos una conversación.
-Tengo algo para ti. – Le dije.
-¿Ah sí? – Se sorprendió mientras abrazaba a mi peluche
tumbado en la cama.
-Sí, toma.- Le sonreí. Le ensanché el sobre donde estaban
los dos billetes de París. – Me los regaló una persona.
-¿Qué es? – Dijo con una sonrisa.
-Ábrelo.
Él me obedeció y sonrió completamente cuando vio lo que era.
-¿Quién te lo ha dado? Es fantástico. ¿Nuestra luna de miel?
¡Es el sitio perfecto!
-Sí, es fantástico. Lo pasaremos genial.
Ahora me tocaba enfrentar a una vida nueva de nuevo.
Contarle todo a mis amigas y escuchar diversas opiniones que me darían la
razón. Otras que me calificarían de falsa o de infiel. O simplemente las
típicas de ‘Hiciste lo que creíste’ Ahora, sinceramente, la opinión de los
demás era lo que menos me importaba. Lo que más me importaba en estos momentos
es que me quedaban 25 días, 10 horas y 27 minutos para contraer matrimonio con
un hombre llamado Liam Payne.
~
Días más tarde.
Las cuatro de la tarde. Paseaba por las calles de Barcelona.
Estaba nerviosa. En menos de 48 horas estaría diciendo el sí quiero delante de
aquel montón de familiares y amigos que a la mitad desconocería. Eva, Vir y
Laura. Ellas eran mis amigas de la universidad que me acompañarían a mi
despedida de soltera. Una fiesta en un bar donde tomaríamos un par de copas y
volveríamos a casa. En cuanto a lo de Harry, les conté todo.
Ellas me dijeron
que yo fui muy tonta en engañar a Liam y él demasiado bueno por perdonarme algo
así. Pero, Liam me quería y por eso me perdonó. Jamás consiguieron entender
como pude hacer eso, yo siempre he sido muy leal y fiel.
-¡Vamos! Acelera el paso, tía. – Eva gritaba desde lo lejos.
Para nada era comparada con las típicas chicas londinenses. A las chicas
españolas se nos iba más la cabeza y cometíamos más locuras. Quizá por eso sea
por lo que yo me encapriché con Harry: Me iban las locuras.
Apresuramos el paso y nos adentramos a esa especie de pub
donde pasaríamos toda la noche. Mi supuesta penúltima noche de soltera.
-No entiendo cómo puedes casarte tan joven. – Me decía Vir
alzando la voz para que la música no interrumpiese la conversación.
-Es que quiero a Liam. – Le contesté.
-Ya veo. – Me dijo. -¡Vamos a bailar! – Me dijo.
Vir me cogió de la mano y me llevó a la pista. Montones de gente
bailando al ritmo de esa música a la cual ya no estaba acostumbrada. Esto no
era una fiesta de despedida de soltera, esto era una fiesta normal y corriente
de las que teníamos antes de que yo me mudase a Londres.
Estaba algo pensativa esa noche, supongo que porque me
estaba empezando a entrar los nervios de típica prometida.
Después de bailar y beber algo, miré el reloj: Las cuatro y
veinte de la mañana. Las piernas ya no podían con mi cuerpo y quería regresar a
casa. Avisé a mis amigas de que me iría a casa. Eva y Vir querían seguir bailando,
así que las dejé en ese bar. Laura fue la que dijo de acompañarme, vivíamos al
lado.
Salimos de aquel bar donde la música se escuchaba desde
fuera. La gente caminaba por la playa debido a que ya hacía bastante buen
tiempo.
-¡Cómo has cambiado desde que te fuiste a vivir a Londres! –
Se quejó mi amiga Laura mientras caminábamos hacia casa.
-No es eso, solo que estoy cansada y quiero ir a casa. – Le dije.
-Solo pensarás en qué estará haciendo Liam en estos
momentos, te recuerdo que él también tiene una despedida de soltero.
-Deja de comerme el coco, y date prisa. Estas calles tan
solitarias me dan miedo. – La metí prisa.
Después de unos quince minutos andando, llegamos a casa. Nos
despedimos con dos besos y abrí la puerta de la casa de mis padres, en la que
vivía.
Subí las escaleras sin hacer ruido y me tumbé en la cama.
Mañana tendría que terminar de hacerme a la idea de algo: En unas horas me
casaba con Liam. En unas horas sería una mujer casada. Ya no podría dar marcha atrás.
A la mañana siguiente, me desperté preocupada, llevaba todo la noche sin saber nada de Liam y no me había puesto un mensaje de que había llegado a su casa bien. ¿Qué habría pasado?
PD. Faltan 3 ó 4 capítulos. ¿Preparad@s para la final? No será como os imagináis... :) ¡Me gusta si queréis saber ya el final!
Capítulo 40.
En frente de la puerta del apartamento donde había vivido
por ocho meses. En frente de la puerta que me daría camino a una opción o otra.
Las 12 de la mañana un penúltimo sábado de Abril. A punto de pulsar el botón
del timbre que me daría paso a aquel apartamento donde tendría que enfrentarme otra
vez al dolido Liam.
Esa noche había sido rara, igual que todo el día anterior. A
penas había pegado ojo y tenía unas ojeras horrorosas. Harry se estaba portando
muy bien conmigo, pero para mí no era tan fácil dejar a Liam después de todo, y que yo, le quería.
Estaba en frente de aquella puerta con todo muy claro. Sabía
que quería a Liam y que me iba a quedar con Liam. Aún no le había dicho nada de
mi decisión a Harry, pero tendría que contárselo cuanto antes. En el caso de
que Liam no quisiese seguir adelante con la boda, tampoco volvería con Harry.
Había pensado en qué era Harry y en qué me influenciaba. Y llegué a una conclusión; Harry solo había sido un capricho y un
simple caso prohibido que me llamaba la atención. No era enamoramiento sino
capricho. Me planteé que mi vida con Harry no iría más allá de un simple
tiempo, sin embargo con Liam sería mi vida soñada, la vida que durante ese año
y medio que habíamos estado juntos, nos imaginamos y formamos. ¿Iba a dejar
tirar por la borda todo eso? ¿Por un simple capricho con nombre Harry y
apellido Styles? No, no quería y no lo hice. Sólo había una manera de
asegurarme de que hacía bien en casarme con Liam, y era pensando en que de
verdad le quería y recordándome todo lo que había sentido antes. Estaba segura de que era lo mejor, y sabría
que los días retomarían aquello que sentía por él.
Cogí aire y pulsé el botón del timbre. Sujetaba mi bolso con
fuerza para calmar los nervios. Escuché pasos detrás de la puerta, presentía
que Liam se acercaba hacia la puerta. Escuché desechar la llave y abrir la
puerta. Allí estaba, con una camiseta de tirantes y unos pantalones del
chándal, sin zapatos.
-Buenos días. – Me dijo.
-Hola… - Le contesté.
-Pasa. – Me ofreció.
Pasé y fui directamente al sofá donde pretendía mantener una
conversación que aclarase toda la situación. Me sentía como una auténtica
desconocida, aún estando en la que había sido por mucho tiempo, y por aquel
entonces era, mi propia casa.
-¿Dónde has dormido? – Me preguntó Liam sentándose a mi
lado.
-Qué más da…
-Ya… bueno… - Dijo Liam mirando al suelo y encajando sus
manos. -¿Qué quieres hablar?
-Liam… Quiero saber si aún estás dispuesto a casarte
conmigo.
Liam me miraba confuso y aún no se atrevía a contestarme. Yo
le miraba extrañada y deseando que se decidiese a darme una respuesta.
-Aún ha pasado poco tiempo…
-Lo sé, pero necesito una respuesta, Liam. No quiero
presionarte, pero esta situación me puede.
-Deberías de haber pensado todo antes de hacerlo…
-No quiero perderte.
-No sé, _____. Yo te quiero, pero no estoy seguro de que tú
me quieras a mí…
-Te prometo que si nos casamos, vuelvo a España contigo.
Esa frase que había dicho me salió realmente del corazón,
pero no pensé en todo lo que podía venir tras ella. Me refería a dejar todo. Mi
vida en Londres, mis amigas como Cris y Perrie, mi trabajo y… también me
refería a dejar a Harry.
-Te prometo que no volveré a saber nada de él. Yo te quiero
a ti. Él tan solo es un capricho. En cuanto salga de esta casa iré a hablar con
él y le diré que no podemos volver a vernos… Te lo prometo.
-Yo te quiero. – Me dijo Liam sorprendido de lo que le
acababa de decir. – Pero tengo miedo de que te cases conmigo queriéndole a él.
-Si de verdad le quisiese a él no estaría aquí diciéndote
que me quiero casar contigo, es algo serio.
-¿Estás segura de que quieres compartir el resto de tu vida
conmigo? - Me dijo con una sonrisa medio
dibujada en su rostro.
-¿Lo estás tú?
-Por supuesto. – Me contestó.
-Pues ahí tienes la respuesta.
Liam se levantó del sofá y yo me levanté a su vez. Me puse
delante de él y tras unos segundos mirándonos y sonriendo, nos abrazamos y
besamos locamente.
Sabía que no me había comportado como todo el mundo debe de
comportarse cuando se supone que quieres a alguien, pero de verdad esta vez
sentía que casarme con Liam era lo correcto. Ahora quedaba la segunda parte:
Informarle a Harry.
Me despedí de Liam y entré en la casa con la copia de llaves
que me había prestado. Entré y él no estaba, debía de haberse ido a correr como
todos los fines de semana hacía, al menos cuando vivíamos juntos. Fui a
comprobar que todas mis cosas estaban guardadas en la mochila que la noche
anterior llevé hasta esa habitación y la cogí. Después me fui al salón y solté
la mochila en el sofá. Iba de un lado para otro y miraba nerviosa las paredes.
Preferiría que él estuviese ahí para poderle soltar todo tal cual lo pensé nada
más entrar y no martirizarme más.
Las llaves encajaron
en esa puerta tras media hora de angustia. Su cuerpo entró por la puerta y mi
corazón y mi estómago dieron un giro completo a la vez. En las manos traía
bolsas, parecían de la compra.
-Buenos días. – Me dijo con una sonrisa.
-Hola… - Le dije desganada. -¿Qué traes ahí? – Curioseé tras
unos segundos de silencio dejando que él pasase al salón.
-Fui a comprar té y cosas que sé que te gustan. – Me dijo
dejando las cosas en la encimera de la cocina y secándose el sudor con el
brazo.
-No creo que… - Tragué saliva. – No creo que sirvan…
-¿Cómo? – Preguntó Harry extrañado.
-Ven, por favor. Siéntate. – Le dije sentándome yo primero
en el sofá y dando un pequeño golpecito en el respaldo de éste. Harry me hizo
caso y tomó asiento. – Tengo algo que decirte
-Me lo imagino. – Dijo algo seco.
-¿Puedo explicarme y luego sacas tus propias conclusiones?
-Adelante. – Su cara estaba seria y atenta a todo lo que le
tenía que decir, que como ya dijo, se lo olía.
-Regreso a España con Liam. Regresaré para casarme con él y…
no volveré aquí. – La cara de Harry fue completamente un cuadro para dibujar.
Él no se esperaba eso, no se lo esperaba para nada. – Y… espera. – Rebusqué dentro
de mi mochila y saqué el sobre donde estaba el billete a París. – Dáselo a
alguien que se lo merezca, no a mí. Lo siento…
Me levanté con las lágrimas a punto de salir de mis ojos y
cogí mi mochila. Harry sujetaba el sobre aún sentado en el sofá y mirándome como
en segundos desaparecería de su piso y posiblemente de su vida, para siempre.
-Espera. – Decidió a decirme. Se acercó a mí. Subí algo mi
mirada para encontrar sus ojos. -¿De verdad te casas con él?
-Sí Harry. Está decidido.
-Bien… Toma. – Me dijo ofreciéndome los dos billetes de
París. – Aquí tenéis vuestra luna de miel.
Miré los sobres y los rechacé.
-Vamos, cógelos. – Insistió Harry. – Al menos lo
disfrutaréis.
-Gracias… - Le dije amablemente. – Espero que tú también
encuentres a alguien que sepa hacerte feliz, y que sepa valorarte como yo no he
sabido. Lo siento Harry. – Le dije dándole las llaves de su apartamento que me
había dejado prestadas.
Sus ojos llorosos me miraban gritándome que no me fuese de
su lado. Le besé la mejilla y abandoné ese piso. Lo que estaba haciendo era
realmente lo adecuado. Era lo mejor para él y era lo mejor para mí.
Llegué a mi casa donde Liam me esperaba.
-He reservado los billetes de regreso a España para esta
misma noche. Recoge tus cosas, ¡volvemos a casa! - Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
PD. RECTA FINAL, RECTÍSIMA. ME GUSTA POR EL SIGUIENTE CAPÍTULO?
Capítulo 39.
El silencio reinaba en aquel salón donde solo se escuchaba
las agujas del reloj que decoraba la sala al lado de la televisión. Su mirada
iba atenta hacia la mía intentando encontrar la respuesta de aquella pregunta que
me acaba de lanzar. Esa propuesta que no sabía qué contestar, qué sería lo
adecuado. El tiempo se me acababa para responder a esa y a todas las respuestas
que se me pasaban por la cabeza. Para tomar un camino adecuado. 26 días, 8 horas
y algunos segundos para decidirme.
-¿A París? – Contesté.
-Claro. Una vida juntos, en un país diferente, gente
diferente y todo diferente. Sin nadie que se interponga. – Me dijo ofreciéndome mi sobre.
-Harry… ¿Estás loco?
-Creo que te he contestado muchas veces esa pregunta.
-No me hagas contestarte ahora a eso. – Le rogué.
-Está bien. En ese sobre va tu billete. Te espero el jueves
en el aeropuerto. Si vienes conmigo, te haré la chica más feliz del mundo. Si
no, desapareceré por completo de tu vida.
Mi mirada iba hacia el billete. ¿Y si me iba? ¿Y si
abandonaba todo? ¿Y si hacía por fin lo que yo quería y no lo que yo debía?
Podía ser egoísta y solo pensar en mí desapareciendo de aquella boda, dejando a
toda esa familia en la iglesia y sin aparecer en el altar. Pero no, no podía
serlo. A Liam le quería, y a lo mejor no tanto como para casarme con él, pero
si lo suficiente como para no hacerle eso.
-Buenas noches. – Harry me besó la frente al ver que no
tenía intenciones de contestarle a lo que me acababa de decir. – Tu habitación
es la del fondo. – Me guiñó el ojo y desapareció.
Me levanté de aquel sillón con el sobre del viaje que
cambiaría mi vida en la mano. Caminé a oscuras hasta llegar a mi cuarto y abrí
la puerta. No quise encender la luz ya que quería acostarme, con la luz del
exterior me servía. Me cambié lo más rápido que pude y abrí la cama. Me senté sobre
aquel colchón cuando algo me cogió con la cintura y me tiró para atrás. Mi
grito debió de superar los decibelios permitidos.
-¡Oh Dios mío! – Dije casi asfixiada del susto y
levantándome de la cama. - ¡Harry!
-¿Qué pasa? ¿No me conoces? – Me dijo medio riéndose.
-¿Qué haces aquí?
– No hay más camas.
-¿¡QUÉ!?
-Tendrás que dormir conmigo. Acostúmbrate, lo haremos a
menudo.
Me mantenía de pie mirando aquella cama mientras que Harry
me miraba acostado al lado de la ventana en esa amplia cama. Dio dos golpecitos
al colchón.
-Vamos, túmbate. – Me exigió.
Me acerqué a aquella cama y me tumbé a su lado, algo tensa y
fría. Noté como su cuerpo se acercaba al mío y buscaba mi mano para encajarla.
-¿Qué haces? – Le pregunté sorprendida.
-Tengo las manos frías.
-Harry, las tienes ardiendo.
-Deja de buscar excusas, ¿no te das cuenta de que quiero
cogerte la mano y ya está?
Sonreí por primera vez en esa noche y continuaba mirando al
techo donde se proyectaban las hojas de los árboles del exterior.
-Esto es muy irónico. –Dije.
-¿Por qué? – Preguntó.
-Estoy haciendo todo esto tan mal… pensaba que sabría
controlarlo pero…
-¿Me puedes ser sincera por una vez? – Me preguntó Harry.
Me quedé en silencio varios minutos pensando en si esa
pregunta de Harry sería la adecuada en ese justo momento.
-¿Puedo? – Le dije indecisa.
- Imagina que soy Perrie, vamos. Sé sincera.
-Jamás pensé que se me fuese a ir todo esto tanto de las
manos… Es todo tan raro, tan extremadamente… confuso.
-No, _____. Jamás contaste con que me ibas a encontrar y te
ibas a enamorar de mí.
Me incorporé de la cama y le miré, aún sin soltarme de su
mano.
-Eres un egocéntrico. – Le dije.
-Soy realista. – Harry se incorporó y se puso a mi
lado. – Dime mirándome a los ojos que no estás enamorada de mí.
Le miré a los ojos intentando contener la mirada mientras
decía algo que era de nuevo, otra mentira.
-No est…
-No puedes. – Me interrumpió Harry.
-¡Pero si ni siquiera me has dejado decir la frase
completa!
Dije mientras miraba a Harry tumbarse de nuevo en el colchón
con su brazo detrás de su cabeza, su mano derecha aún continuaba encajada con
la mía. Yo hice lo mismo.
-Creo que debemos dormir… - Dijo Harry.
-A mi me costará… - Dije de nuevo pensando en el tema de
Liam, que gracias a Harry, se me había quitado durante un rato de mi mente.
-Me encantaría que
esta escena fuese diaria… - Me dijo Harry mientras agarraba mas fuerte mi mano.
-Harry, me haces daño. – Me quejé.
-¿Y ahora?
Harry me besó el cuello. La piel se me puso de gallina ya
que a parte de sus labios rozando cada centímetro de mi cuello, notaba como su
oxígeno chocaba con mi piel haciendo una mezcla química que podría crear el fin
del mundo.
-Buenas noches, pequeña.
Me dijo Harry separándose
de mi cuello y poniéndose de lado apoyando todo su cuerpo sobre su lado
derecho. No soltaba mi mano. Su brazo rodeó mi cuerpo por la cintura, lo que
hizo que me abrazase. Le miré de reojo y veía que él me miraba a los labios.
-No puedo hacerlo. – Le dije insinuando que me moría de
ganas por besarle los labios, y en esa situación, no solo eso.
-Bien.
-Él está destrozado en mi casa y yo… yo no quiero engañarle
más.
-No sólo le engañas besándome. – Me dijo Harry creando un
incómodo momento.
-¿Qué insinúas?
-Da igual. Intenta dormir, ¿vale? Hasta mañana.
Harry soltó mi mano y se giró hacia el lado de la pared. Yo
me giré hacia el lado contrario al suyo dando
espalda contra espalda. Agarré la
manta y de nuevo me puse a llorar de la impotencia. ¿Cómo había podido llegar a
tal extremo? No me merecía a ninguno. A ninguno de los dos. No me merecía ser
feliz ni con Liam ni con Harry. Eran dos personas maravillosas y no se merecían
querer a alguien como yo.
-¿Por qué lloras? – Me preguntó.
-Pensaba que te habías dormido ya. – Le dije sin cambiar de
posición, al igual que él.
-Sabía que si lo hacía ibas a hacer lo que estás haciendo.
-Déjalo Harry… Mejor duérmete.
Se levantó de la cama y se puso de cuclillas en frente
de mí.
-Mírame. – Me dijo. – Levanté mi mirada llorosa y la dirigí
hacia su mano que agarraba mi barbilla. – Decidas lo que decidas, será una buena
decisión. Siento habértelo preguntado tan apresuradamente, pero no podía
resistirme más…
-No es tu culpa, es la mía.
Me miró y se puso en pie de nuevo.
-Mejor me voy a dormir al sofá. – Me dijo. – Descansa.
Cogió una manta de detrás de la puerta y abandonó la
habitación. Minutos después, caí rendida de madrugada. El día que me esperaba
era difícil. Debería de elegir muchas cosas sobre mi porvenir. ¿Harry o Liam? Mi cabeza decía Liam, mi
corazón decía Harry. Pero aún así, esa era la pregunta que nada era capaz de
responder.
PD1. RECTA FINAL de 'Apparead'
PD2. Me gusta si quieres que haya segunda temporada.
Capítulo 38.
Miraba atenta a los ojos de Liam intentando que él me
contestase a esa pregunta. No paraba de ir de un lado a otro en la habitación.
Necesitaba que me contestase, sería una de las decisiones más importantes de mi
vida.
-No lo sé. – Contestó tras varios minutos de silencio.
-¿Cómo que no lo sabes? – Dije desesperada.
-Sólo pienso en cómo me has podido hacer esto y en
cómo he podido ser tan estúpido de no darme cuenta.
-Liam, estaba realmente confusa… - Le dije.
-¿Y si lo estabas por qué aceptaste casarte conmigo?
¿Por qué me pediste que me viniese a vivir aquí contigo? ¿¡POR QUÉ!? – Su rabia
aumentaba a cada milésima, y era algo que comprendía.
-Porque no quería hacerte daño, joder. – Alcé la voz
yo también.
-Pues lo has hecho.
Liam se relajó y se sentó en el sofá que tenía en el
escritorio. Su mano derecha en la sien y negaba con la cabeza. Esta
situación era totalmente extraña. Esto me venía bien empleado. Por mentirle a
él y a Harry, por mentirle a todos. Y, también, por mentirme a mí. ¿Cómo
pretendía casarme con una persona que no quería? Me haría daño a mí y le haría
daño a él… Sobre todo a él.
-Escúchame. – Liam giró la silla contra la pared para
que yo no le viese caer de nuevo las lágrimas por su cara. –Tengo una
rabia ahora mismo por dentro, que sé que en cualquier momento puedo hacer algo
de lo que me voy a arrepentir toda mi vida. Por eso prefiero pensar. Esta es una
situación difícil y… dolorosa.
-Está bien. Piensa.
-Me iré de aquí unos días. –Me dijo.
-¡NO!- Me levanté corriendo de la cama y me puse
detrás de su silla que ni se inmutó. – Si alguien se tiene que ir soy yo…
-Pues vete ya. – Esas palabras que decía Liam se me
clavaban como espadas. Pero, todo esto lo había conseguido yo sola. Le miraba
su cabeza. Yo estaba realmente dolorida. – Por favor. – Terminó la frase.
Tras tomarme unos segundos para intentar encajar toda
la situación, abrí el armario y saqué una mochila con un par de conjuntos.
-Mañana vendré a por más cosas. – Le dije. – No quiero
molestarte más. – Me puse la mochila sobre los hombros y abrí la puerta de la
habitación. –Lo siento… - Añadí antes de cerrarla.
Salí de aquel cuarto y escuché un gran golpe dentro de
esa habitación. Jamás había visto así a Liam, y prometo que me daba rabia que
fuese por mi culpa.
-¿Dónde vas? – Me preguntó Cris cuando atravesaba el
salón.
-Me voy a pasar la noche a algún lado…
-¿Estás loca? – Me dijo sobresaltada. – No, tú no te
vas.
-Cris, tranquila. Estaré bien. Es lo mejor. No puedo
estar con Liam, al menos en unos días… Él necesita pensar y supongo que yo
también…
Cris asintió con la cabeza dándome completamente toda
la razón. Ella, al igual que yo, sabía que me lo tenía merecido. Esto era lo
que realmente se merecía una persona mentirosa como yo lo era, el quedarse sin
nada.
Salí al rellano y me dirigí al interruptor de la luz
intentando sostenerme de pie. Mis piernas temblaban con mis manos y mis
lágrimas eran la única cosa que destacaba en mi cara. Me apoyé en la pared
dejándome escurrir con la mochila hasta aterrizar en el suelo.
¿Por qué? Esa era mi pregunta. ¿Por qué me tuve que
venir a Londres? ¿Por qué me tuve que encontrarme con Harry? Mi vida ahora sería
ideal. Me casaría con el hombre perfecto, me casaría con el hombre que quería.
¿Por qué ese chico apareció en mi vida? Solo había venido para romperme todos
mis esquemas y para dejar que cometiese locura tras locura. Para sacar a
alguien que habitaba dentro de mí que no era yo.
-¿Qué haces aquí? – Una voz masculina me hizo
aterrizar en la realidad e intentar buscar en esa oscuridad la silueta que me
dijese quien era.
-¿Quién eres? – Pregunté.
Sentí como alguien se acercaba hacia mi sitio y
pulsaba el interruptor de la luz. Mi cara se alzó hacia arriba y comprobó que
era él, que era Harry.
-No, por favor. Vete. – Le supliqué.
-¿Pretendes que me vaya viéndote aquí sentada en el
rellano, hecha polvo? Ni lo pienses. – Me dijo sentándose a mi lado.
-¿Qué querías con ese mensaje? ¿Qué pretendías con ese
puto mensaje, Harry? – Le dije llena de rabia, yo también.
-Decirte la verdad. – Dijo serena y sinceramente.
-Pues la jodiste, ¿sabes? – Me levanté de su lado y
cogí mi mochila. Me puse camino a las escaleras cuando el de nuevo me frenó.
-¿Qué ha pasado?
-Liam se ha enterado de todo. De todo lo que ha pasado entre tú y yo gracias a aquel mensaje. – Le dije. – ¿Qué hago ahora con todo? Este último año y
medio que he estado con él se ha ido a la mierda, completamente. El hombre con
el que iba a compartir toda mi vida se ha enterado de lo estúpida y mentirosa
que he sido todo este tiempo, y me lo tengo bien empleado. ¡CLARO! Incluso me
merezco algo peor.
-Eh, eh, eh. – Me intentó tranquilizar Harry. – No
exageres.
-¿Y tú? Mintiéndome. Claro, ese camino sería el
adecuado. El de mentir a la supuesta persona que quieres. – Le gritaba en aquel
rellano.
-¡Tú me hiciste eso durante meses enteros! – Gritó él
también. Mi cara se quedó perpleja y boquiabierta. Harry tenía razón. – Y sin embargo yo te perdoné y
comprendí, porque te quiero y te quise desde el primer momento que te vi.
Mi cara era completo desconcierto. Harry tenía razón y
no sabía que decirle. Tras unos minutos de silencio, Harry se acercó a mí y
cogió mi mochila.
-Entra a casa, te puedes quedar al menos esta noche. –
Me dijo.
Le hice caso y entré a ese piso tan similar al mío.
Harry fue hacia una habitación a dejar mi mochila mientras yo echaba un vistazo
al salón sentándome en el sofá y llorando aún de impotencia. A los dos minutos
Harry volvió al salón y se sentó a mi lado.
-No quería ser tan brusco. – Me dijo arrepentido.
-No te preocupes, tienes razón…
-¿Leíste el mensaje?
-Sí.
-Sé que es mal momento, pero, ¿me puedes decir qué
piensas?
-Ahora mismo estoy muy confusa, Harry.
-¿Y qué sientes?
-No…
-Siento haberte mentido… - Me dijo totalmente
arrepentido.
-Y yo también siento que lo hicieras. ¿De verdad lo
veías necesario?
-¿De verdad veías tú necesario mentirme durante meses
y decirme que no tenías novio, haciéndome esto? ¿Qué ganabas?
-Harry… Yo también lo siento, de verdad. Sé que está
mal y todo esto está mal…
-Estoy enamorado, ______. – Me dijo. Mi mirada
se levantó hacia sus ojos. – Y no me perdonaría nunca el dejar que te casases con
él. No me perdonaría jamás perderte… Quiero despertarme y verte todos los días
a mi lado. Me encantaría verte de nuevo todos los putos días por la noche
mirándome como te preparo el té. Volverme loco pensando en cómo te puedo ayudar
a cumplir tu próximo sueño. Me encantaría llevarte todos los días el desayuno
en la cama con un ‘Buenos días pequeña, cómete el mundo que de lo demás me
encargo yo.’ Eres la persona con la que quiero compartir el resto de mi vida y
con la que quiero casarme y tener hijos.
-Harry, yo también te he querido…
-¿Y ahora?
-Me juraste no volvérmelo a preguntar…
-Necesito saberlo.
-Ya te lo dije, estoy muy confusa, Harry.
-No te cases con Liam.
Harry estaba en
silencio después de esa petición. Todo lo que me había dicho me hacía saber y convencerme más aún de
que no tenía lo que merecía. Ni merecía a un hombre como Liam a mi lado, ni a
un hombre como Harry. Yo me mantenía en silencio sin quitarle la mirada pensando en qué iba a contestar a aquella pregunta.
-¿No entiendes que es mi felicidad? – Le dije
ignorando todo lo demás que me había dicho.
-¿Segura?
-Claro. Por supuesto. Te dije que ahora tenía las
cosas claras. Te dije que me casaba en un mes y que no pensaba echarme para
atrás. Mi vida está junto a él, Harry, no junto a ti.
-¿Entonces por qué me besaste antes?
-Fue un error…
-Entonces, si te digo que tengo dos billetes de solo
ida para París para dentro de seis días, ¿qué me dices?
El silencio reinaba en aquel salón donde solo se
escuchaba las agujas del reloj que decoraba la sala al lado de la televisión.
Su mirada iba atenta hacia la mía intentando encontrar la respuesta de aquella
pregunta que me acaba de lanzar. Esa propuesta que no sabía qué contestar, qué
sería lo adecuado. El tiempo se me acababa para responder a esa y a todas las
respuestas que se me pasaban por la cabeza. Para tomar un camino adecuado. 26
días, 8 horas y algunos segundos para decidirme.
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